Tuvo morbo el estreno de la serie de Antena 3 Los príncipes. Para empezar porque algún guionista atrevido podría dotar a los personajes de cierto carácter que lo definiera. Los podría caracterizar como príncipe algo hipocondríaco y princesa con tendencia a la melancolía. A él lo podría reconstruir como vegetariano a rajatabla y a ella republicana pero enamorada y con sentido del Estado. Qué se yo: que a Juan Carlos le gustan los películas X y que Sofía le da al pimple antes de las recepciones. Ojo que lo que pongo son ejemplos. En las historias reales hay muchas variantes que son desconocidas para la gran parte del público. La Familia Real, con todo, lleva su vida personal como el Secreto de las siete llaves. Una vez más los guionistas prefieren guiarse por la biografía consentida, ésa que sale a todo color y que controla todos los detalles en las revistas del corazón de toda la vida. Así, lo que podría ser una serie atrevida se convierte en una recreación de hechos sobradamente relatados, como sucedió también con el personaje de Adolfo Suárez. Este país repleto de republicanos no tiene especial interés en ver la historia que semana a Semana les han contado. Como ocurre con la serie que prepara Antena 3 sobre los mineros chilenos. Una historia que los medios quieren inflar cuando la realidad es que dejó de interesar el día en que los sacaron fuera. El final feliz es efectivo si no se conoce. La mayor parte de las historias televisivas acostumbran a utilizar el happy end como la guinda del pastel; da igual que esté o no muy elaborado. En el caso de Hispania con Viriato ya estudiamos el desenlace, así que habrá que disfrutar con las escenas de acción. Y con Los príncipes lo único que se me ocurre es que saquen alguna escena íntima. Que echen un vistazo a la revista El Jueves. Creo recordar que allí les hicieron una portada muy principal.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
