PAMPLONA. Cuando empezó a seguir la Fórmula 1 de manera profesional ya tenía un background muy extenso adquirido por vía paterna. Aunque parecía que no iba a ser así, acabaron coincidiendo afición y profesión.

¿Cómo llegó a los deportes, a la Fórmula 1 y a la televisión?

Trabajaba en una agencia de publicidad y a través de esa agencia llegó un proyecto de una revista que se llamaba Grand Prix, de Fórmula 1. Me dijeron si quería colaborar y terminé dentro. La revista empezó en 2003 y en 2005 decidieron mandarme a las carreras. Allí contacté con la gente que estaba en Telecinco y cuando Antonio Lobato pasó a La Sexta me llamó. Así empezó mi aventura en la tele, en 2009.

Los coches no le eran extraños...

Mi padre era un periodista de motor de los de toda la vida, fundó la revista Motor joven, del departamento de prensa de Renault; también trabajó en Antena 3 muchos años en un programa que se llamaba Motor en marcha. Yo tengo fotos de recién nacido en el Jarama. He ido a las carreras desde muy pequeño, era una afición que yo llevaba muy dentro y no me costó entrar.

A otros bebés hay que subirles al coche para que se duerman. ¿A usted había que llevarle al Jarama?

(se ríe) Sí, había que llevarme al Jarama y que escuchase el ruido de los motores. En el álbum familiar tengo fotos de pequeño subido en un Fórmula 1, en un coche de rallys, en brazos de pilotos de aquella época como Angelito Ortiz, Luis Pérez-Sala y Luis Villamil... Es que en mi casa se respiraba gasolina.

¿Le gusta más ser reportero o narrador?

Cuando empecé en La Sexta, mi trabajo estaba abajo y me daba una cercanía muy importante con los pilotos que no tenía cuando estaba en la radio y en la revista. Eso me gustaba mucho, pero estar arriba en la cabina con Antonio Lobato y Marc Gené y tener tantas horas para exponer puntos de vista te da más reconocimiento de la gente.

Ya lleva ocho campeonatos. ¿Cuándo disfruta más?

Lo mejor es que el Mundial esté disputado y poder narrar carreras divertidas como el domingo pasado en Abu Dhabi o lo que sucedió en Valencia, donde Fernando Alonso remontó desde la undécima posición hasta la primera. O el Mundial de 2008, que Hamilton y Massa se lo jugaron en la última curva. Eso es lo que te da vidilla. Cuando llegas y ves un coche muy superior, como sucedió el año pasado con Red Bull, te entra un poco el bajón porque sabes que va a ser un Mundial mucho menos emocionante. Yo creo que los deportes se basan en héroes y hace falta que tengan antagonistas y luchen. Alonso tuvo un antagonista perfecto con Lewis Hamilton y ahora con Sebastian Vettel.

¿Es un deporte muy televisivo?

Si hemos llegado a tener siete millones de espectadores es porque a la gente le interesa y televisivamente es bonito de ver. Es verdad que hay dos tipos de aficionados: los incondicionales y los que lo ven porque está Alonso, pero creo que los primeros cada vez son más. Creo que cuando se retire Fernando no tendremos las mismas audiencias, pero el suelo habrá subido.

Mucha gente piensa que ni siquiera es un deporte...

Los pilotos son deportistas, pero es cierto que dependen mucho del coche que tengan. Si tienes un mal coche es difícil ganar carreras, si tienes uno bueno podrás luchar por ganarlas. La suma de equipo, coche y piloto es lo que te da un conjunto ganador. Pero ganan los que mejor conducen y están en mejor condición física. Son sesenta o setenta vueltas a un ritmo agotador, en las que hay que frenar una media de quince veces por vuelta, soportar unas fuerzas tremendas en el cuello y los brazos, tienen que estar muy preparados. No es subirte a un coche y darle al acelerador.

¿Es una competición justa: suele ganar la simbiosis de mejor piloto y mejor máquina?

Es el deporte más injusto que hay. El mejor piloto puede estar en el lugar y momento equivocado y no gana, y se tira cinco años sin ganar. Stirling Moss no ganó nunca un Mundial porque no tuvo el coche adecuado; sin embargo, todo el mundo le considera uno de los mejores pilotos. Y lo estamos viendo con Alonso: todo el mundo está de acuerdo en que es el mejor de la parrilla, pero por una cosa o por otra no gana. O Ayrton Senna, que casi todo el mundo cree que es el mejor piloto de la historia y solo tiene tres Mundiales. Normalmente gana el mejor coche, pero no siempre gana el mejor piloto.

No ha mencionado la suerte...

En la Fórmula 1 hablar de mala suerte es complicado porque si a alguien se le rompe el coche o se queda sin gasolina, ¿es mala suerte o es que alguien ha hecho mal su trabajo? La mala suerte no juega un papel definitivo. En cambio, si estás detrás de un piloto que rompe y le adelantas puedes decir que has tenido buena suerte.

¿Es un deporte difícil para los medios de comunicación?

Hay que partir de la base de que en la Fórmula 1 todo el mundo te miente. Te mienten tanto y te ocultan tantas cosas que es un deporte muy complicado, muy tecnológico y en el que muchas veces no sabes qué está pasando realmente. Es fácil hacer análisis erróneos y meterte en un charco.