EL único programa producido en directo en las tardes del fin de semana es el emitido por Tele 5 con María Teresa Campos al frente de un equipo que ha hecho de la música española materia prima para un producto que ocupa tres horas de la programación. La personalidad, estilo e impronta de esta veterana profesional se bambolea entre el tratamiento periodístico de los artistas invitados o el juego insubstancial y superficial de las biografías de los comparecientes en el plató. Esta dialéctica entre dos estilos tan diferenciados y de tan diverso calado comunicativo marca a la cadena que mantiene proclividad hacia el sensacionalismo y amarillismo con presentaciones jaboneras, entrevistas aduladoras y comentarios laudatorios y propagandísticos del quehacer artístico de cantantes y artistas que asoman en el programa con la colaboración de un impresentable coro de colaboradoras de guardarropía. Pero, de ciento en viento, la reinona de la tarde saca a relucir del fondo de armario profesional claves y preguntas que enriquecen la visión del personaje como ocurriera el pasado domingo con la presencia del cantante Alejandro Sanz, al que supo tratar y embarcar en un ejercicio periodístico de entrevista que mostraron perfiles desconocidos y personales de la internacional figura lejos del halago y botafumeiro. La periodista supo situar al entrevistado en la distancia adecuada para que la conversación fuera desarrollándose con fluidez e interés, en una actuación que hacia siglos no descubríamos en la predilecta hija de Jesús Hermida y en tiempos dominadora de la mañana televisiva. Con sencillez, proximidad y complicidad respetuosa Alejandro se dejó atrapar en preguntas, insinuaciones y silencios que volvió a recordarnos tiempos pasados de eficiente periodismo de María Teresa Campos.
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