Antes de recibir insultos y amenazas hate (el Twitter sigue revuelto), que quede bien claro que a quien escribe estas jugosas líneas le parece radicalmente correcto que cada uno gestione sus redes sociales como mejor le convenga. ¡Libertad total! ¿Que quieres posar con el gusi-gusi al aire? Pues oye... cada uno valorará el impacto futuro de su huella digital. ¿Que deseas mostrar absolutamente todo en tus perfiles, más cuando aglutinas followers como cualquier programa de La 2? Pues luego también se debe trabajar ese fondo de estómago y asumir los comentarios. Los buenos y los malos. Los de los seguidores pelotas y también las críticas. Porque además, en el caso de las RRSS de Verdeliss, se pone en cuestión material inflamable, como es la constante exposición pública (y durante años) de sus siete hijos. Ocho dentro de muy poco.

Un debate (acertado o no, allá cada conciencia) que va más allá de si el contenido resulta interesante o no para la audiencia. Servidor, todo sea dicho, prefiere leer el Deuteronomio. No hallo una ventana de interés entre tanta infumable teletienda de ropa y productos de niños, niñas y bebés. Que, por cierto, es el leitmotiv en el que se ha convertido desde hace mucho un canal que, al principio de los tiempos, pudo llegar a tener su interés familiar, maternal, paternal, educativo... Ahora todo es vender, vender y vender. De los diez storys que acabo de consultar mientras redacto este texto, nueve contienen citaciones (con sus respectivos hipervínculos) a marcas comerciales.

Y como afirmo una cosa, también la otra: la total legalidad de las publicaciones que la pareja formada por Estefanía Unzu y su marido Aritz realizan está más que clara: "Si el hijo menor no puede prestar el consentimiento, lo esencial para publicar sus fotografías en redes sociales privadas es contar con el consentimiento de ambos progenitores, y si alguno no lo concede o lo retira es necesario acudir a la vía judicial para su autorización conforme al artículo 156". Es lo que recoge la ley, la norma. Pero la polémica radica en si un menor debe tener un álbum público (y universalmente accesible) antes de cumplir la mayoría de edad. Porque por Internet existen más imágenes de cualquier hijo o hija de Verdeliss (antes de cumplir los doce meses), que la suma fotográfica total de la vida de cualquier persona nacida antes de la generación millennial.