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De cumpleaños y funerales "un funeral de muerte"

Compañía: Teatro Talo. Dirección y Adaptación: Laura Laiglesia. Intérpretes: Fco. Javier Chocarro, María Gastón, Loli Martín, Jorge Goñi, Goyo Clavero, Ander Percaz, Carmen Piédrola, Sagrario Nagore, Aurelia Bouzas, Inma Nagore, Rosa Nagore, Boris Díaz, Iñaki Esparza, Isabel de Diego, Ramón Elizondo, Patricia Gastón, Laura Guibert. Lugar y fecha: Teatro Gayarre, 29/01/11. Público: Lleno.

EL Teatro Talo está de celebración. Cumple treinta años, algo nada fácil no solo para un grupo de teatro, sino para cualquier colectivo aglutinado exclusivamente por la afición a algo, sin que intervenga ningún otro interés. Cualquiera que se haya mezclado alguna vez en tal clase de contubernios sabe que pronto suelen surgir los desencantos, las decepciones, la falta de tiempo y, cómo olvidarse, las rencillas internas. En treinta años, seguro que los miembros del Talo han pasado por todo esto y por más, pero ahí están. Celebrar el aniversario con una pieza que pone en escena a casi una veintena de intérpretes evidencia un estado de forma envidiable. Y que su cumpleaños se celebre con una comedia sobre un funeral supone además un plus de humor que presagia una larga vida.

Ya hemos hablado del paso del tiempo. Hablemos ahora del paso del espacio, que resulta algo más problemático. Un funeral de muerte es una adaptación de una película homónima que ha conocido dos versiones, una de Frank Oz y otra más reciente de Neil Labute. La directora del espectáculo, Laura Laiglesia, firma este salto de la pantalla al escenario. Un intento meritorio, aunque no carente de zonas grises. Un acercamiento inicial a la película hace suponer que el cambio de medio no ha de ser muy complicado: gran parte de la película transcurre en la casa donde se celebra el funeral del patriarca de una familia. La acción de la obra consiste precisamente en las delirantes relaciones entre los miembros del clan y otros allegados. No obstante, las cosas no son tan sencillas: hay momentos bastante significativos que transcurren fuera de la casa y los que se desarrollan allí no suceden en un único espacio. El modo en que esto está resuelto en la versión del Talo no dificulta que la obra pueda seguirse y disfrutarse, pero las soluciones pueden ser mejorables. Los apagones del fondo para iluminar el proscenio en la primera parte y, sobre todo, ese parón para adelantar los elementos de la escenografía y ampliar así el espacio no resultan todo lo elegantes que cabría esperar.

Y esta es la principal objeción que puede ponérsele al espectáculo. Por lo demás, funciona de modo más que aceptable. El texto tiene mucha gracia: es una función gamberra y desprejuiciada, llena de humor negro, en la que cada personaje tiene su momento para brillar. Y, en general, los actores lo aprovechan. Seguramente el papel más cómico será el de Simon, el intoxicado accidental con ácido lisérgico al que da vida Boris Díaz, demostrando tanto descaro como vis cómica. Muy bien también Iñaki Esparza en el papel del caradura Troy, así como Ramón Elizondo dando vida al pintoresco Peter. En un registro algo más dramático, aunque sin perder de vista la comedia, podría destacarse a Javier Chocarro y a Jorge Goñi como los inconsolables y luego asombrados hijos del difunto, y a Rosa Nagore, en el papel de la novia del alucinado Simon. En fin, como si me embalo corro el riesgo de mencionar a los diecisiete, resolveré diciendo que el reparto está bien equilibrado y todos cumplen con solvencia. Y no quiero olvidarme de Carmen Piédrola, cuyas intervenciones en papel de la inválida Tía Alfie son tan divertidas como emocionantes.