PAMPLONA. Javier Sierra llegó ayer a Pamplona con noticias frescas. Nada más pisar la capital navarra, se enteró de que su nuevo trabajo acababa de entrar en el número uno de la Lista Nielsen de los libros más vendidos en España. Así que el autor de La cena secreta estaba contento y más, si cabe, por la respuesta que le está llegando de los lectores.
Menudo lanzamiento editorial, con autobús promocional incluido. Parece que 'El ángel perdido' ha nacido para seguir el camino de 'La cena secreta', best-seller en numerosos países. ¿Pesa la responsabilidad?
Sí, y la responsabilidad es múltiple. Primero, porque vengo de un libro que fue muy vendido en todo el mundo y, por tanto, las expectativas de los editores son muy altas. Pero, en el fondo, a mí la responsabilidad que más me oprime es la responsabilidad de cara a mis lectores, porque me dieron su confianza descubriéndome con La cena secreta y son lectores a los que no puedo defraudar. Por eso me he pensado mucho qué hacer con esta novela. Lo más fácil quizá hubiera sido darles más de lo mismo.
De hecho, 'La cena secreta' se prestaba a una continuación.
Claro, pero si conseguí un éxito inesperado con La cena secreta siendo fiel a mis principios, en este caso he decidido mantener esa actitud e investigar la siguiente novela todavía mejor que la anterior. Y el resultado no ha podido ser más satisfactorio.
¿Le están llegando ya reacciones?
Están siendo increíbles. Lo importante no es la promoción, porque, ante todo, yo escribo para mis lectores, no para aparecer en listas. Y cuando los lectores empiezan inundarme de correos electrónicos o de mensajes a través de las redes sociales diciendo que el libro les encanta, que han aprendido mucho y que incluso algunos están planificando sus próximas vacaciones por lo que han leído, ahí sabes que tienes éxito.
Antes de que saliera el libro a la calle ya había mucha expectación, tanta, que se hizo una lectura pública previa a su llegada a las librerías.
Se hizo un maratón de lectura en Madrid, donde doce lectores escogidos leyeron la novela en ocho horas. Yo pude estar en esa cita como testigo y luego estuve cenando con ellos y fue fabuloso. Lo que valoro mucho como autor es que el libro cause emoción, si no lo hace, es una novela con tinta muerta. Pero si logra emocionar y ves que suscita dudas, preguntas, sabes que tendrá una vida larga.
¿Qué le aporta la novela frente al resto de textos de carácter divulgativo que suele publicar?
Me aporta la sensación de estar creando historias para el futuro. Cuando estudiaba Historia descubrí que los relatos que permanecen a lo largo del tiempo son los de ficción. El dato es algo que caduca con facilidad. Pero una historia de ficción es eterna. ¿Qué hicieron nuestros antepasados en una época en la que no existían la imprenta ni nada por el estilo para transmitir valores de generación en generación? Inventaron mitos, cuentos; dentro integraban la información que consideraban importante y a través de ese vehículo atravesaba los siglos con gran salud. Y eso es lo que yo quiero hacer con mis novelas; creo ese tipo de artefactos, soñando con que dentro de doscientos años también me leerán.
¿Por qué escogió Santiago de Compostela para 'El ángel perdido'?
Muy fácil. Estaba buscando crear una novela de contrastes, en la que lo mismo se viera reflejado un creyente que un escéptico, un tipo materialista que un místico. Y Santiago era la metáfora perfecta de esos polos opuestos. En el mundo antiguo, aquella zona era el finisterrae, el lugar donde acababa lo material y comenzaba el más allá. Además, quizá por esa presencia romana y por todos esos mitos asociados a Santiago, Galicia se ha convertido en un lugar en el que nadie cree en lo sobrenatural, pero todo el mundo acepta que existe. Forma parte de la idiosincrasia se los gallegos y me parecía ideal para mi novela.
Aparte de la capital gallega, salen otros lugares. El viaje de esta novela ha sido largo y variado.
Me he dejado llevar por las pistas. De repente, en Noia, en la Costa da Morte, descubrí la iglesia de las Lápidas. Allí hay un cementerio sin nombres de difuntos, simplemente con signos, muchos de ellos sin descifrar. Y me pareció que era un gigantesco puzzle que esperaba que alguien lo interpretase. Además, descubrí que Noia debe su nombre a Noé. La leyenda local dice que el patriarca Noé llegó con su arca al monte Aro, en la sierra de Barbanza. Y, claro, de Aro a Ararat... Esto me dejó claro mi siguiente destino. Ese tipo de pistas, filológicas, lingüísticas, legendarias, han quedado armadas en un puzzle evocador que continuamente te hace descubrir nuevos enfoques. Y la gran lección que he recordado con este libro es que no hace falta irse a lugares remotos para encontrar grandes misterios; a veces están en casa.
¿Por qué nos atrae el misterio?
Porque el misterio trae esperanza. Es una barrera por descubrir, una deuda pendiente, un camino que sabes que tienes que transitar en un momento u otro. Y da esperanza porque por suerte tienes ese camino, si tu vida estuviera regulada de la A a la Z y supieras cuándo vas a morir, ¿qué sentido le darías a tu existencia? Yo creo que lo que nos recuerdan las historias como las que aparecen en esta novela es que hay algo más allá, y todo el mundo, por muy ateo que sea, cuando llega el umbral de la sombra quiere creer en lo que sea, necesita esperanza.
¿Es Javier Sierra un 'cazamisterios'?
Más bien diría que soy un mirador de misterios. Me los voy encontrando, no me los invento, ni siquiera las historias más increíbles que aparecen en esta novela. No me he inventado a John Dee, médico, astrónomo, astrólogo, alquimista de la corte de Isabel I de Inglaterra que decía comunicarse con ángeles a través de unas piedras. Tampoco me he inventado que los musulmanes adoran la Kaava como una piedra que les acerca a Dios, o que existían dos piedras con nombre propio en el templo de Salomón que permitían el contacto con Yavé. Todo eso está ahí, lo único que he hecho ha sido poner esos elementos en relación. He pensado sobre los enigmas de la Historia y transmitido mis inquietudes al lector para que él también piense. Yo creo que esa es también la gran virtud de mis novelas, que hacen dudar y, por tanto, estimulan el pensamiento.
¿Contienen más preguntas que respuestas?
Sí, aunque también intento dar respuestas, aunque nunca dogmáticas. Me coloco en el lado de los lectores y me pongo a investigar con ellos, por eso me encanta que a posteriori se impliquen en muchos temas que aborda la novela. Concibo mis novelas como un pasaporte a la aventura.
Este trabajo contiene también esa confrontación entre la ciencia y esas otras respuestas poco convencionales, aunque, Julia, la protagonista, parece estar abierta a ellas.
Julia es una persona que tiene una gran tensión interior. Por un lado, posee una formación académica, trabaja en una tarea que es muy técnica, como es la restauración, pero a la vez procede de una familia ligada a historias relacionadas con lo sobrenatural. Ella tiene el don de la premonición, pero trata de sofocarlo, porque no lo domina, aunque poco a poco ese mundo irá ganando terreno.
En su trabajo como divulgador también ha intentado conciliar esos dos mundos, lo racional y lo espiritual, aunque todavía hoy en la sociedad están bastante separados.
Es difícil conciliar ambos mundos. Pero creo que todos deberíamos hacer un esfuerzo: hacer una ciencia con más conciencia y practicar una búsqueda espiritual más sensata. Yo busco el equilibrio y entiendo que los dos son igualmente fascinantes. Además, al final los extremos acaban tocándose, con lo cual, la conciliación será inevitable antes o después.
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