pamplona. Para Ramón Masats, Paco Gómez "era, sin duda, el mejor fotógrafo de nuestra generación". La generación que empezó a plasmar la realidad española en los años 50 y que dio doce o quince nombres imprescindibles para la historia de la fotografía. Entre ellos, el de Gómez, nacido en Pamplona en 1918 y fallecido en Madrid en 1998, un autor "sencillo y tímido" cuya obra apenas es conocida para el gran público, pero que contiene una "impronta genuina y tremendamente valorada" para quienes se han acercado a ella. Con el propósito de paliar ese vacío, la Fundación Foto Colectania, titular del archivo fotográfico del autor navarro, ha organizado una retrospectiva que podrá verse en la Sala de Armas de la Ciudadela hasta el 31 de julio.
"Cuando conocías a Paco, te parecía que era madrileño de pura cepa, pero él siempre decía que era Pamplonica de corazón. Solía venir a menudo y seguro que estaría muy contento de ver su obra en el corazón de la ciudad", explicó ayer Laura Terré, comisaria de la primera retrospectiva del fotógrafo que se realiza desde que, en 2001, las hijas de Paco Gómez donaran su archivo a la Foto Colectania, con el compromiso de custodiarlo en las mejores condiciones. Y de difundirlo, según comentó ayer el gerente de la entidad privada, José Enrique Font de Mora. Foto Colectania se creó hace diez años y desde entonces se ha dedicado a conservar y difundir imágenes de España y Portugal desde los años 50 hasta la actualidad, y hasta la fecha sólo tiene entre sus fondos un archivo, el de Paco Gómez, formado por 24.000 negativos. "Entre tantas fotografías, la retrospectiva podía asumir muchos enfoques diferentes, pero queríamos que fuera lo más purista posible, acercándose al carácter del propio autor", apuntó Font de Mora, que alabó el trabajo desarrollado por Terré, configurando "una propuesta que creemos que a él le hubiera gustado", añadió el director de Foto Colectania, coproductora de este proyecto junto con el Ayuntamiento de Pamplona y la Diputación de Huesca, a donde viajará tras su estancia en la Ciudadela. Precisamente, dada la vinculación de Gómez con la ciudad, la fundación ha donado tres fotografías sobre los Sanfermines de 1956 al Consistorio pamplonés.
una joya Para Terré, ha sido "una satisfacción" recorrer los años 50, 60, 70 y 80 a través de estas 115 imágenes. Porque Paco Gómez "es una joya en todos los sentidos, por la riqueza de su trabajo fotográfico y de su persona". "Era entrañable, honesto y con una gran pasión por la fotografía que reflejaba su pasión por la vida".
Gómez nunca se consideró un fotógrafo profesional ni ejerció como tal, pero dos tercios de su archivo están centrados en los encargos que recibió de la revista Arquitectura, de ahí que en su producción destaquen los motivos arquitectónicos, algunos paisajes del extrarradio de ciudades y pueblos, así como interiores y composiciones realizadas a partir de objetos, paredes y huellas que su objetivo transformaba en poesía. No en vano, para muchos era un "poeta de los muros". "Era capaz de encontrar la belleza en lo que llamaba la cochambre". Y convertía los pueblos y arrabales de las ciudades en lugares "etéreos", inteligibles para cualquier espectador del mundo.
Eso sí, aunque, en efecto, las imágenes de Gómez eran universales, también eran "pura concreción", por cuanto revelan un momento histórico concreto. "Sus fotos responden a las condiciones que se daban en la España de los 50; años de pobreza y dureza, pero sobre todo de estado vegetativo de una sociedad a la que se le había impuesto una dictadura". Por eso "la sensación de tristeza" y de "peso" como denominador común a las imágenes de esa época.
En cuanto al intinerario expositivo, Laura Terré explica que no se ha seguido ningún orden cronológico ni temático, sino más bien una disposición libre en la que los temas se van repitiendo, "encontrando resonancias entre fotos de unas etapas con las de otras". Eso sí, como hilo conductor se podría hablar de una preocupación por el orden, por los encuadres en todas las fotos, entre las que la comisaria destaca dos grupos aparte: la selección de imágenes en color, procedentes de los últimos años del fotógrafo, y un colección de imágenes con presencia de la figura humana, que sin ser las más características de su trabajo, "lo complementan".
En cualquier caso, la exposición tiene dos entradas: "Una es la panorámica general y otra es ir foto a foto y cada uno, como hace un fotógrafo cuando selecciona un encuadre, se quedará con la que más le llegue", a juicio de Terré, para quien todas ellas "contienen mil detalles y matices que nos hacen sentir".