Año: 1842; título de la novela: Franklin Evans, el borracho; autor: Walt Whitman. ¿Razones para el receso? Cátedra acaba de reeditar la única novela publicada por el popular poeta neoyorquino y, si la editorial la presenta a través de su colección Letras Universales, se trata de una nueva oportunidad para el lector acostumbrado a esta colección, que le orienta con mano firme en su búsqueda de datos sobre la obra, sobre la época de su publicación, gracias a la colaboración de estudiosos como Carme Manuel, afortunada editora del libro. Y, una vez leído, resulta difícil compartir la opinión del propio autor sobre el mismo, pues parece ser que, de algún modo, despreció una novela que no contó con el apoyo de la crítica de aquel siglo ni despertó la curiosidad en los venideros.
Whitman se hallaba entonces enfrascado en la aventura periodística, trabajo seguramente excesivo y poco reconocido, pero debe decirse que, en Franklin Evans, logró enderezar una idea que pudiera haber sufrido la ira de un autor reaccionario en otras manos, ya que el relato se centra en las miserias de una sociedad (castigada por la pobreza y el alcoholismo) a la que el reformismo político había echado el ojo. Y habría de llegar, una década más tarde, Hojas de hierba, la grandiosa y célebre obra poética de Whitman, pero Franklin Evans, el borracho puede ser el primer texto importante de quien (también) se dedicó a la educación, otra de las necesidades de aquellas gentes a las que el libro hace referencia.