pamplona. La vuelta al día en ochenta mundos. Es el título de un libro de Julio Cortázar y es lo que se propone Enric Montes cuando pisa la calle con su cámara. Porque lo asombroso está en cualquier rincón de su barrio de toda la vida, en lo cotidiano. Solo es cuestión de saber mirar. El fotógrafo catalán muestra el resultado de esa mirada curiosa estos días en el Batán de Villava y en la librería Auzolan de Pamplona dentro del programa Mapamundistas 2012.

Montes, que ha visitado la capital navarra este fin de semana para impartir un taller sobre edición de libros de fotografía, exhibe en el Batán dos partes de una trilogía que ha titulado El buscador de prodigios. La primera, El viaje vertical, es una serie de exploración, con imágenes en principio oscuras, pero llenas de luces, de flashbacks y de déjà-vus, como si las hubiera tomado "alguien que sale al mundo y descubre todo por primera vez". La segunda, El eco de las cosas, "es más fácil de ver" y presenta una colección de objetos que están "como fuera de lugar" y esperasen algo, a alguien. En este trabajo, Montes aborda los temas de la memoria, las ausencias, los restos, las huellas... Completa esta trilogía El domador de sueños, que no ha podido verse en Navarra y que recorre el universo de los sueños.

Las tres conforman un proyecto que define bien la filosofía de su autor. "En mi fotografía trabajo la realidad como un escenario en el que tiene cabida lo misterioso y lo extraño. No es que me aburra la realidad, pero me gusta darle la vuelta", cuenta. Esta premisa le permite plantearse la existencia "como una aventura", siempre "en busca de lo insólito, de tesoros" en la vida diaria. Por eso no le hace falta preparar ni montar sus imágenes, porque su fotografía es fruto "de una manera de mirar mi entorno cotidiano". "Cualquier vivencia personal es susceptible de ser material para una imagen", de ahí que afirme que, en el fondo, "todo mi trabajo es autobiográfico, aunque no hable de mí particularmente, sino más bien de la experiencia de mirar".

escritura en imágenes El autor catalán se confiesa fuertamente influido por la literatura, sobre todo por escritores que "hablan de los pliegues de la realidad", casos de Peter Handke, "que en su obra habla de los intersticios de la realidad"; Cortázar, "que diferencia entre el lado de acá y de allá"; Borges, "con sus espejos y dobles realidades", o Vila-Matas, "cuando dice que le gusta ser extranjero en todas partes". En este último caso, a él le encanta sentirse "un turista en mi barrio", con la capacidad de asombro intacta y en alerta ante posibles sorpresas. "Hay veces que descubres cosas en una calle por la que pasas todos los días", apunta.

La propuesta que presenta en la librería Auzolan es un cambio de tercio. "Acababa de terminar El domador de sueños, que me había costado más de lo que pensé en un primer momento, con imágenes oscuras, y quería respirar un poco", así que se decidió a crear una serie a partir de un verso de Lorca que se le había quedado fijo en la memoria: es por el azul crujiente. Unas palabras que a Montes le han sugerido imágenes de mar, de aire, de salida, de paz.

Las tres partes de El buscador de prodigios dieron lugar a tres libros autoeditados por el fotógrafo, que aprovechó la impresión del último para publicar también un desplegable con las imágenes inspiradas en la poesía lorquiana. Como escucharon los alumnos que asistieron viernes y sábado al taller que ha ofrecido en Pamplona, tal y como están los mercados, "el libro se ha convertido en la herramienta más eficaz que tienen los fotógrafos para mostrar su trabajo". Por eso hay que saber editar un libro, no como una sucesión de fotos, sino como una obra en sí misma que contiene el mensaje que su autor quiere transmitir.