pamplona. La fusión de la forma y de la luz es el eje sobre el que gira la producción artística de Javier Soto. Una serie de piezas trabajadas sobre alabastro de gran pureza y translucidez y con la abstracción geométrica, basada en el ángulo resto, el cuadrado y el cubo, como línea argumental. El resultado, una vez iluminadas, son obras amables que invitan a la contemplación serena y reflexiva.

La galería Orizuru (San Gregorio 26) acoge hasta el próximo 8 de septiembre la última serie de estas piezas creadas por Soto, resultado de un arduo proceso evolutivo, ya que la que ahora expone hace el número 81. Según explica el propio artista, en estas obras "juego con los volúmenes y la abstracción geométrica, utilizando figuras muy sencillas, ya que no hay ninguna curva, todo son rectas, principalmente cuadrados y cubos. Todo ello va fusionado, de ahí el título de la exposición (Fusión: forma y luz), con la luz ya que el alabastro es una de las pocas rocas que permite la entrada de lumínica en su interior. El resultado es una piedra volumétrica habitada interiormente por la luz de la que posteriormente se derivan multitud de espacios que resultan muy sugerentes, serenos y atractivos".

Unos espacios, y unas piezas, que son, a su vez, el resultado de una trayectoria artística que comenzó con "mosaicos sobre superficies planas de pizarra que fueron cogiendo cada vez más volumen hasta alcanzar la tridimensionalidad. Al principio eran piezas más sencillas que se fueron complicando en diferentes líneas de trabajo, hasta el punto de que, con el paso del tiempo, acabas por reconocer un lenguaje propio", explica Javier Soto.

Aunque las piezas bien podrían funcionar por sí solas, el artista considera que no están completas hasta que incide la luz sobre ellas. "La iluminación de la pieza es algo que pruebo conforme voy construyendo la pieza para que, al final, la incidencia de la luz no suponga una sorpresa, pueda ver los juegos de sombras y así descubrir los mayores puntos de interés en las obras, teniendo en cuenta que no por más luz funcionan mejor; de hecho creo que es al contrario", matiza Soto.

Serenidad Cuando el espectador se encuentra ante una de las obras de Javier Soto Nantes la sensación es de calma, una calma que lleva inexorablemente a la serenidad. "Las obras se presentan en espacios con poca luz ambiente y con luces tenues, lo que provoca que ganen en serenidad. El efecto final que se consigue yo lo defino como resonancia, ya que es como si el espectador reconociese cierta interioridad propia en la contemplación de la obra".

Las piezas son independientes entre sí pero se pueden distinguir líneas de trabajo diferentes. "Algunas piezas están formadas por cubos macizos que se derrumban, jugando un poco con el caos. Pero las que más me gustan son las piezas sencillas, creadas bajo la premisa del menos es más y conformadas por un fino plano sobre el que incide una luz tenue de forma gradual". Luces que, principalmente, son blancas, "aunque anteriormente también jugué con los colores. Pero es que la blanca, con una temperatura de color de 5.000 grados Kelvin, generadas por led es la mejor, ya que penetra en la piedra con una enorme facilidad. Cuando se aplican colores, los efectos que se producen no me gustan porque confunden", explica Soto.

En Orizuru, el artista navarro presenta una doble exposición. "Por un lado presento 10 fotografías de piezas con una determinada condición de inspiración y luminosidad. Y, por otra parte, en la muestra también exhibo 13 piezas, 12 de ellas iluminadas sobre un cristal que recibe una luz tenue por debajo".