pamplona. Para Elba Martínez, el arte es "una necesidad, una vía de autoconocimiento y de exploración de la creatividad", y, a través de ella, del mundo que habita. Un universo que la artista pamplonesa altera y enriquece desde la provocación y el atrevimiento, con obras que no dejan indiferente al que las contempla.

La rutina del visitante se romperá inevitablemente al adentrarse en la planta baja del Pabellón de Mixtos de la Ciudadela, donde Elba Martínez expone hasta el 9 de febrero Palmeras, tilos, limoneros, chicles, horquillas, polizias. Es el original título de esta muestra, que aúna pintura, fotografía, vídeo y textos que nos hacen salir de las estrechas miras en las que a veces nos encerramos y abrirnos a osadas posibilidades de reflexión, emoción y sentimiento. "Me gustan las situaciones raras, y si no las encuentro, intento crearlas", reconoce Elba Martínez. Siete años después de la exposición individual que realizó en Ciudadela, la artista vuelve al espacio municipal con una muestra de sus dos facetas creadoras: el trabajo pictórico en el estudio y la actividad espontánea e impulsiva de la fotografía. "La fotografía es rápida, de pura calle, mientras que la pintura me exige lucidez y constancia. Son dos formas de hacer que en mí se complementan", cuenta la artista, nacida en Pamplona en 1974.

En Mixtos descubre su obra pictórica basada en la recolecta de chinos de heroína fumados por personas anónimas, y luego escaneados y ampliados; un proyecto que comenzó en 2006 y que abarca desde unos inicios más grises y ocres hasta la explosión de color posterior. Además, la artista exhibe una proyección de más de 300 fotografías en las que aparecen retratadas personas de su entorno próximo en situaciones que se encuentra o provoca. Unas imágenes que se suceden una detrás de otra dotando de sentido a un todo que, reconoce, habla de ella misma.

Como también el vídeo Me and my parents playing with the ball, en el que una cámara fija recoge, como en un bucle sin fin, a Elba Martínez lanzando una pelota de goma contra sus padres en el jardín de la casa familiar, como expresión de una particular comunicación intergeneracional. "Dependiendo de la relación que cada uno tenga con sus padres, habrá quien vea aquí violencia y crueldad, o quien vea juego y diversión", dice.

Chupones con grupos musicales es otra de las obras expuestas, una serie de tarjetas de visita con primeros planos de la artista que muestran en su cuello la "huella" dejada por músicos a los que escuchaba de adolescente y en la actualidad, entre ellos Eskorbuto, Doctor Deseo, El Columpio Asesino, Amor de Tokyo o We Are Standard, y a cuyos músicos la artista propuso que le hicieran un chupón "un día cualquiera en un lugar público". "El chupón implica mucho más que un autógrafo, es una marca en tu piel, y de alguna manera al hacerlo esos músicos que están arriba, lejos de ti, se bajan de ahí", apunta Elba Martínez.

La exposición se completa con otras dos propuestas centradas en el texto: Sms con un desconocido, donde la autora reproduce en fotocopias un largo intercambio de mensajes con alguien que le escribió la primera vez al móvil por error; y una serie de grandes paneles tipográficos, a modo de irónicos -y emocionales- cuadros literarios.

Según Francisco Javier San Martín, prologuista del catálogo de la exposición, "en el trabajo de Elba Martínez es central el concepto de formalización, la manera específica en que las situaciones se convierten en objeto". "El conjunto de su obra -añade- no pretende ser coherente ni formar ese cuerpo unificado que solíamos llamar estilo; al contrario, se orienta hacia la diversidad y, desde cada uno de sus dispositivos de creación, trabaja con libertad e independencia, negándose a esa coherencia que, por otra parte, le resulta ya imposible de alcanzar".