pamplona. El arte de Txomin Badiola no nace de mensajes ni de discursos preestablecidos. No es recipiente ni respuesta ni resultado. Nada que implique cierre. Es pura experiencia, "abierta a la experiencia del espectador", apunta él. En su último proyecto, el creador bilbaino se expresa movido por la perversión social que causa el capitalismo. En ese contexto cultural que comparte con el espectador, Badiola ha creado sus últimas obras, que acerca al público desde hoy en Madrid, en el espacio del galerista navarro Moisés Pérez de Albéniz.
Capitalismo Anal Capitalism es el título de esta propuesta, que aúna una serie de creaciones plásticas que se acompañan, en la fachada de la galería, con una intervención de carteles y un texto elaborado por el autor que tienen la entidad de obras de arte, el mismo carácter que las que encontrará el visitante en el interior del espacio expositivo.
Fotografías intervenidas con madera y plástico, obras construidas a base de paneles metálicos pintados, con grabación de sonido, o sobre chapas de acero galvanizado pintado dialogan entre sí y con el visitante, propiciando multitud de microrelaciones espaciales de diverso orden, en el contexto que recoge el citado texto, en el que Badiola intercala comentarios suyos con voces de otros autores -"el autor no crea de la nada; todo signo remite a otro signo", dice-; dicho texto, sobre la extraña fraternidad que se produce en la cultura actual entre el capitalismo, la religión y lo excremental, es una pieza clave para introducirnos en el motor de esta nueva experimentación del artista vizcaino. El autor nos invita a leer con atención y detenimiento, sin prisa, con la recompensa de enriquecernos en conocimiento y de activar reflexiones, preguntas. Esta invitación en sí misma es ya una provocación en esta sociedad del monopolio capitalista en que la mecánica despoja de valor todo aquello que no genere consumo y disfrute efímero. "Todo nace con una obsolescencia programada que reduce exponencialmente su uso, siendo su vocación última convertirse cuanto antes en basura, en excremento, en desecho; lo único que importa es que el mecanismo no se pare", sostiene Txomin Badiola, para quien las piezas que presenta ahora al público son "hijas, espero que díscolas y descarriadas, de esta época actual".
El capitalismo es el motor porque, asegura, "la única lógica cultural existente hoy es la del capitalismo". Además, "se trata de un capitalismo en una fase en la cual la tradicional división entre valor de uso y valor de cambio se ha borrado, liquidando todo referente de valor, propiciando una cultura regida por la idea de equivalencia, de indiferencia. Algo vale solo en la medida en que es posible su inserción en la cadena del consumo, y con un disfrute progresivamente más breve", añade. A su juicio, uno de los problemas fundamentales "es la realización perversa por parte del capitalismo de aspiraciones que tenían originalmente un contenido liberador o emancipador, convirtiendo por ejemplo el sueño de la igualdad en la pesadilla de la equivalencia, de la indiferencia".
malentendidos Nos movemos en la sociedad de los malentendidos interesados. "Decía el director de cine Godard que la Cultura es la norma, mientras que el arte es la excepción, en este sentido el arte es siempre contra-cultural, como la ciencia debería ser contra-técnica, la política contra-gestión y el amor contra-sexual", explica Badiola, quien reconoce que estas posiciones son "muy difíciles de mantener en la cultura actual ya que el sistema juega con el malentendido y lo vende muy bien: cuando, por ejemplo, los políticos venden la gestión (del estado de las cosas), lo que se hace es negar la potencia de la política que intenta cambiarlas; cuando se concibe la ciencia en términos puramente instrumentales se impide la investigación desinteresada que es la que produce, en muchos casos azarosamente, los hallazgos determinantes; lo mismo sucede con la educación, cuando se define un currículo pensando, no en la formación integral de la persona, sino en un elemento adecuado al engranaje técnico-productivo". A estos malentendidos alude en la exposición un audio generado en uno de los ejercicios del proyecto de Badiola Primer Proforma 2010 que consistió en someter consecutivamente a dos textos a múltiples traducciones a varios idiomas hasta que el significado original estuviese totalmente corrompido.
El arte tampoco escapa a estos avatares. "Hay que reconocer que los artistas cada vez tenemos peor prensa ya que nuestro trabajo no es sentido como una necesidad por parte de la sociedad. Tan solo cuando entra a formar parte del entretenimiento, y puede ser medido en términos de audiencia, o en el de los bienes de consumo lujoso, haciendo exhibición de los récords de precio alcanzados; es decir, su evaluación en la lógica cultural capitalista coincide con su devaluación", reflexiona el artista, un habitual de la Galería Moisés Pérez de Albéniz, con la que expone de forma individual por cuarta vez.
En palabras del galerista navarro, Capitalismo Anal Capitalism "es Badiola cien por cien. Él habla de su trabajo de una manera muy filosófica y trabaja con temas de total y absoluta actualidad. Ahora, con ese capitalismo en transición hacia una muerte segura. Una muerte que llega sin que hayamos ideado nuevos sistemas, así que vamos a seguir alargando los que nos han tenido durante años subyugados...", comenta Pérez de Albéniz, quien recuerda que "el arte siempre requiere de un esfuerzo por parte del espectador".
Para Txomin Badiola, la intención es "tan solo alcanzar una mínima dignidad en mi trabajo. Y si provoca, si pone algo en movimiento, ya es mucho", dice.