pamplona - ¿Por qué motivo comenzó Oteiza a desocupar el espacio en su escultura? ¿Cómo influyeron en su obra la física, la ciencia y la mística religiosa? ¿Y qué tiene en común el artista oriotarra con los creadores Yves Klein y José Val del Omar? A estas y otras preguntas tratan de dar respuesta dos nuevas publicaciones que acaba de editar la Fundación Museo Jorge Oteiza en el marco de su colección Centauro. Las obras son Jorge Oteiza y la finalidad del arte. Estética, ciencia y religión, de Jon Echeverria, y Yuri Gagarin y el conde de Orgaz. Mística y estética de la era espacial (Jorge Oteiza, Yves Klein y José Val del Omar), de Javier Ortiz-Echagüe, "ambas editadas gracias a la colaboración del Ayuntamiento de Egüés", destacó ayer el director del Museo, Goyo Díaz Ereño.

La finalidad del arte. La obra y el pensamiento de Jorge Oteiza establece un análisis comparado entre tres elementos esenciales en la obra y el pensamiento de Oteiza como son el arte, la estética y la religión. Jon Echeverria parte para esta investigación de su trabajo de tesis doctoral que publicó en 2008 y en el que intentó "entender el sentido religioso que Oteiza daba al arte". Esa preocupación llevó al investigador a abordar el motivo por el que el escultor vasco empezó a desocupar el espacio, "definiendo un nuevo concepto formal a partir de 1950", y a abandonar definitivamente la escultura en 1959. Un replanteamiento en el que juegan un importante papel la ciencia y las nuevas teorías físicas de la época. "Oteiza es capaz de combinar en su escultura aspectos de la religión y de la ciencia. Cree que una concepción religiosa de la realidad tiene que escribirse por el lado de la negatividad, es decir, de la nada, del vacío; y a la vez, tiene la idea de que la realidad ya no es como nos habían dicho que era, pasa a ser definida no como materia sino como vacío, un vacío que se compone de energías", explica el autor del libro, que profundiza en los modos en los que el pensamiento artístico de Jorge Oteiza busca encontrar sentido a la experiencia de existir. "Oteiza concibe el arte como un proceso de transformación espiritual. El arte cambia al hombre para que ese hombre cambie la realidad. Y en ese sentido, él fue coherente con su proyecto hasta el final. Abandonó la escultura porque ya había llegado al vacío, y seguir suponía dar pasos atrás, ocupando de nuevo el espacio con materia. Así que su coherencia le llevó a centrarse a partir de entonces en proyectos educativos para conseguir esa transformación social de la realidad", concluye Echeverria.

Por su parte, la publicación de Javier Ortiz-Echagüe relaciona, por primera vez, la obra de tres artistas europeos como Jorge Oteiza, Yves Klein y José Val del Omar, partiendo del análisis de una circunstancia ajena a la práctica artística, pero que provocó en todos ellos una respuesta estética de diversa índole: el vuelo del astronauta soviético Yuri Gagarin, primer hombre que salió al espacio en abril de 1961. Oteiza se enfrentó al caso de Gagarin con una peculiar mezcla de intereses estéticos, científicos y preocupaciones metafísicas. Según el escultor, Gagarin se habría encontrado en su vuelo con el personaje al que El Greco había puesto en órbita varios siglos antes en su pintura El entierro del conde de Orgaz. Así, Oteiza identificó el logro técnico de Gagarin como solución científica, con la propuesta de la pintura de El Greco, solución religiosa. Pero para Oteiza, la verdadera solución no estaba en la técnica ni en la religión, sino en la estética: en la propuesta vacía de Velázquez en Las Meninas. "Para Oteiza, mediante esta conquista estética del vacío, el hombre contemporáneo puede alcanzar un estado de ingravidez espiritual, más profundo que la ingravidez física de Gagarin o religiosa de El Greco", comenta Ortiz-Echagüe. Klein también reivindica la solución artística por encima de la tecnológica, pero a diferencia de Oteiza, reclama la necesidad de un vuelo físico, vinculado a la realidad del cuerpo transfigurado de la tradición religiosa occidental. El paralelismo con Val del Omar viene dado por el hecho de que éste planteó en su película Fuego en Castilla (1961) su preocupación por el modo de superar la gravedad, que para él no era otro que la vía mística.

'Jorge Oteiza y la finalidad del arte. Estética, ciencia y religión'. Autor: Jon Echeverria Plazaola, doctor en Humanidades y licenciado en Bellas Artes y Filosofía. Edita: Fundación Museo Jorge Oteiza con la colaboración del Ayuntamiento de Egüés. Año: 2014. Páginas: 335. Precio: 15 €.

'Yuri Gagarin y el conde de Orgaz. Mística y estética de la era espacial'. Autor: Javier Ortiz-Echagüe, historiador del arte, profesor y comisario de exposiciones. Edita: Fundación Museo Jorge Oteiza con la colaboración del Ayuntamiento de Egüés. Año: 2014. Páginas: 230. Precio: 15 €.