“Hay jueces en este país que han pagado un peaje muy alto por mantener su independencia”
La conocida periodista acaba de publicar su primera novela, ‘Peaje de libertad’, un intenso thriller en el que destapa los entresijos del sistema judicial
pamplona - Ha venido a presentar su libro a Pamplona, una ciudad que fue su casa durante años.
-Fui muy feliz durante cinco años aquí y la recuerdo con tanto cariño como puedo recordar Logroño, donde nací, o quizá con un poco más, porque llegué aquí como una niña, con 18 años, y me fui siendo toda una mujer.
Además, partes de la novela transcurren en Navarra.
-Sí, sin hacer espóiler, puedo contar que en un momento dado necesitaba que alguien entrara por la frontera, y, de todos los sitios por los que podía entrar, elegí que lo hiciera por la frontera navarra. Tres capítulos suceden aquí porque esta es una tierra que conozco, que me gusta y en la que me siento cómoda. Por ejemplo, desde el principio me pareció que el personaje de Bernardo Vergara tenía que ser de la Ribera. Salen también las Bardenas, un paisaje maravilloso.
Después de 26 años dedicada al periodismo, ¿cómo decidió que había llegado el momento de lanzarse a la ficción?
-Cuando era niña y me preguntaban qué quería ser de mayor, siempre soltaba que novelista famosa (ríe). Y mi madre me decía que eso no daba de comer, así que me sugirió que estudiara y que después ya se vería. Así llegué al periodismo. Vine a Pamplona y durante la carrera me enamoré de esta profesión y me entró la reverencia por escribir cosas que eran verdad o que había dicho alguien, porque no concebía inventarme nada. Me daba mucho vértigo.
Pero eso cambia con los años.
-Sí. Con el tiempo evoluciono, ahora ya no me dedico a la información pura, ya he traspasado una serie de barreras y poco a poco me siento más libre y madura, así que decido escribir ficción.
La protagonista de ‘Peaje de libertad’ es bastante atípica: una juez joven, de familia adinerada, perfeccionista, competente, guapa, interesada en la moda, envidiada, sin compromiso... ¿En quién se ha inspirado?
-Uno de los temas que aborda la obra es el precio de la libertad que todos tenemos que pagar de una manera u otra y me interesaba crear un personaje que no estuviera atado por aspectos que a casi todos nos afectan para ser libres, como, por ejemplo, el dinero. Por eso la hago rica, en ese sentido ella es totalmente independiente. Y tampoco tiene cargas familiares. Yo quería llevar el peso de su historia a otros terrenos, y no solo al profesional, sino también al personal. Gaby no es un personaje plano, sino poliédrico, tiene sus dudas sobre la soledad, sobre el coste que van a tener algunas de sus decisiones... Las mujeres todavía tenemos que pagar un peaje más alto que los hombres por nuestra libertad.
Parece un tema capital para usted.
-Es un tema que siempre me ha interesado mucho. Sucede a nivel individual, a todos se nos presenta esta cuestión en distintos momentos de la vida y cada uno sabe a qué está dispuesto a renunciar por tener otras cosas. Pero también pasa a nivel social, las sociedades se tienen que plantear qué libertades están dispuestos a perder y hasta dónde van a pelear para no cederlas. Y creo que ahora mismo estamos en un momento de esos.
¿Qué tiene Gabriela de Elisa Beni?
-Que le gusta Bunbury (ríe) y algún rasgo más. Nada se puede escribir desde fuera de la subjetividad. Por ejemplo, si describes un orgasmo, algo tendrá que ver con tu experiencia, pero también es verdad que muchas veces los personajes no se construyen con lo que somos, sino con lo que desearíamos ser, con lo que nos falta, con lo que tenemos y no nos gusta... Además, el personaje de Gabriela empezó de una manera y luego fue creciendo. Tanto, que ahora puedo decir que la conozco y que sé qué haría ante distintas circunstancias, y no tiene que ver necesariamente con lo que haría yo.
De hecho, es un personaje que parece una cosa al principio y va cambiando, realiza un viaje.
-Y creo que le queda viaje por hacer... Es cierto que al principio parece una mujer hiperperfecta, pero luego vas viendo que también tiene dudas, que flaquea, que se cuestiona cosas, que a lo mejor toma decisiones que no son las mejores...
Por lo que apunta, habrá continuidad, ¿se convertirá en la protagonista de una saga?
-Es que me parece que Gabriela es un personaje que se ha hecho grande en la novela y que no me ha abandonado. También es cierto que ha habido mucha gente que quiere saber más y me hace infinidad de preguntas sobre ella. Así que sí, tengo la idea de seguir con ella.
Al leer el texto se nota que conoce bien el universo judicial, del que seguramente la mayoría de los ciudadanos apenas sabemos cuatro rasgos en función de lo que aparece en los medios.
-La novela negra me parece un excelente contáiner de temas sociales y es verdad que yo tengo una visión privilegiado del interior del mundo judicial y de las fricciones que se producen con el poder. A la vez de contar una historia vertiginosa, atractiva y que enganche, también quería invitar al lector a venirse conmigo a levantar la tapa de las Salesas y ver las tripas del sistema. En ese sentido, las conversaciones que aparecen entre jueces y las relaciones entre ellos son totalmente verosímiles.
Y no se corta a la hora de hablar abiertamente de las presiones que los jueces reciben de los políticos.
-Es que me parece un tema clave. El poder político es como los gases, se expande y si lo sueltas, ocupa el Legislativo, los medios de comunicación, el sistema judicial y todo lo que le dejes. Se expandiría tanto que no habría ningún contrapoder. Muchas veces ocurre que el llamado a ser el contrapoder por excelencia, el judicial, empieza a hacer preguntas del tipo ‘¿qué hay de estas contrataciones?’ o ‘¿de dónde ha salido este dinero?, y es entonces cuando el poder se tensa e intenta buscar la impunidad.
Últimamente da la sensación de que las presiones a los jueces van en aumento, sobre todo con la reforma del sistema judicial Gallardón.
-Es que lo del ministro Gallardón es un hachazo. En esta ley que han metido de rondón para el aforamiento del rey hay un artículo que puede parecer baladí, pero no lo es. Y es que, hasta ahora, los puestos que quedaban vacantes en la Audiencia Nacional se sacaban a concurso por el artículo 118: los aspirantes lo pedían y se otorgaba en función de su antigüedad. Pues bien, a partir de ahora, esa ley pretende que se ocupen por personas designadas a dedo por el Consejo General del Poder Judicial. Eso es peligrosísimo y lo van a usar. De hecho, Ruz ya está en una situación un poco extraña, ese juzgado tenía que haber salido a concurso hace mucho tiempo, porque él no está ahí por antigüedad y la plaza no es suya, solo la ocupa por pura decisión del Consejo. Los jueces ad hoc suponen dinamitar el sistema. Las reformas de Gallardón son plenamente coherentes y pensadas. Cuando el poder ha intentado hacer de las suyas, sabe perfectamente dónde ha topado con algo que no le dejaba entrar y lo que está haciendo con precisión quirúrgica es tocar ahí y abrir esas puertas que antes se encontraba cerradas.
Entonces, la independencia judicial cuando se mantiene es por el gran esfuerzo que hacen algunos jueces.
-A los niveles de calle lo tienen más fácil porque al poder político no le interesa tanto un accidente de tráfico o una reyerta, pero cuando los casos se acercan a las instituciones, es mucho más complicado. Y hay jueces en este país que han pagado un peaje muy grande por intentar ser independientes. Como ciudadanos, todo esto nos debería preocupar porque nos afecta directamente.
¿Qué opina del escrito del fiscal Horrach contra el juez Castro?
-Me parece impresentable. Ninguna otra parte hubiera podido presentar algo así, porque si un abogado lo hace o le expedientan en el Colegio de Abogados o el juez le mete un puro. Lleva razón Castro; en el texto se dice que ha hecho una instrucción inquisitorial, que iba buscando un efecto, que se ha dejado manipular. En el fondo le ha llamado prevaricador y creo que estamos asistiendo a cómo el sistema está siendo tensionado de una forma increíble para intentar distraer del procedimiento a una persona concreta. Carlos Lesmes -presidente del CGPJ- dijo una vez algo que me horroriza, y es que a los jueces hay que controlarlos con el palo y la zanahoria; el palo es el régimen disciplinario y la zanahoria, los cargos... En este caso, Castro está a punto de jubilarse, pero otros podrían haber evitado el enfrentamiento para no arruinar su carrera judicial. De hecho, casos hay de gente a la que le ha pasado eso.
Ha plasmado varias de estas situaciones en esta novela, ¿como autora se ha dejado influir por la obra de otros escritores?
-He leído toda la novela negra y nunca me ha dado vergüenza decirlo. Ha habido momentos en que parece que solo se podía decir que estabas leyendo grandes títulos, pero ese momento cultureta se me pasó hace tiempo. Además, dentro de este género hay grandísimas novelas. Me gustan mucho Highsmith y Chandler, pero me marcó mucho Simenon y sus romans durs (novelas duras).
Por todo lo que comenta, está claro que Elisa Beni ha llegado a la novela para quedarse.
-Eso dijo el otro día mi editora en la presentación de Madrid y me emocionó. Para mí es importante, llevaba mucho tiempo sintiendo esta necesidad y por eso este es un momento muy especial en mi vida.
Título. Peaje de libertad (Espasa).
Sinopsis. Inteligente y ultrasofisticada, la jueza Gabriela Aldama destaca entre sus colegas por su voluntad de independencia. Ahora, se enfrenta a uno de los casos más complicados de su carrera: el asesinato de una pareja de origen árabe.
elisa beni “apenas he vivido un par de situaciones muy tensas en las tertulias”
Elisa Beni es una cara y una voz conocida de las tertulias televisivas y radiofónicas, y reconoce que alguna vez, “pocas”, ha vivido “situaciones muy tensas”, pero que “normalmente no es así”. En general, estas conversaciones “son una buena forma si no de construir ideas, sí de hacer que surjan”, añade.