Oricin es un pequeño pueblo de la Valdorba, parejo a Olóriz. Apenas doce casas con la tranquilidad como oxígeno respirable que solo se interrumpe por algún ladrido. Un remanso de paz casi desconocido cuyo espíritu alcanzó el pasado viernes, por decirlo de alguna forma, las principales pantallas de cine estatales. ¿Cómo es posible semejante logro? Muy sencillo, una de sus casas esconde un pequeño tesoro musical, el estudio de Mikel Salas, músico y compositor navarro que ha hecho de Oricin su patria chica, en la que reside con su familia, y que es el autor de la banda sonora del filme Las ovejas no pierden el tren, estrenado este viernes. Y no solo eso, este geniecillo, que ha hecho del jumelage entre música y cine su particular modus vivendi, también creó la banda sonora que acompaña a Kaplan, película candidata al Goya al Mejor filme hispanoamericano que también se ha estrenado recientemente en el Estado.

Apenas cinco días antes del estreno Las ovejas no pierden el tren, Salas recibió a DIARIO DE NOTICIAS en su guarida. Un estudio que cuenta con dos espacios diferenciados en los que se agolpan, perfectamente ordenados, eso sí, viejos sintetizadores, un buen número de guitarras y bajos, una batería, un contrabajo, varios ordenadores con sus respectivas pantallas, un buen número de aparatos destinados a la grabación, varios instrumentos desconocidos incluso para los músicos más frikis... Y muchos artefactos más que darían lugar a una lista interminable en la que sí cabe reseñar una nutrida colección de sartenes. Sí, sartenes. Y es que Mikel saca sonidos para sus bandas sonoras casi de cualquier cosa; y las sartenes de diferentes tamaños son para él un material percusivo perfecto.

Salas, candidato en 2008 al Goya a la Mejor banda sonora por Bajo las estrellas, ataca, en primer lugar su trabajo en Kaplan. “Con Álvaro Brechner (director uruguayo del filme) ya trabajé en su primer largometraje, Mal día para pescar. Y para este su segundo trabajo ha vuelto a contar conmigo”. Poner banda sonora a esta película, que navega entre el drama y la comedia, fue un trabajo especialmente “duro” para el músico navarro. “Al principio no sabíamos si tirar por la comedia o por la seriedad, digámoslo así. Al final, de todo el trabajo que yo hice, que es mucho más del que aparece en el filme, Álvaro, que es muy obsesivo currando, seleccionó las partes que le parecían mejores o más adecuadas a su idea, lo que dio lugar a una banda sonora que tira más hacia la comedia”.

Para confeccionar el envoltorio sonoro, Mikel trabajó, en esta ocasión, sobre la película. Es decir, “el director me señala las partes del filme para las que quiere música y ponemos sobre la mesa diferentes ideas para ellas. En este caso trabajamos inicialmente con cumbias, teniendo en cuenta, eso sí, que la música que resonaba en la cabeza del protagonista no era actual sino de hace 50 años, más o menos”. Instrumentalmente, “grabamos una sección de cuerda, con orquesta, y posteriormente, ya en el estudio, trabajaron bastante los teclados viejos que tengo, el piano eléctrico y guitarras. En definitiva, fue un trabajo a la italiana, en el sentido de darle al filme y al director lo que necesitaban, ya que la idea no era que la música tuviera entidad propia sino que quedara como un trasfondo de los personajes. Para mí, el resultado final podría definirse, aunque parezca obvio, como música cinematográfica entrañable”.

Aunque no tiene previsto acudir a la gala de los Goya, que tendrá lugar el próximo sábado, la posibilidad no la descarta. “A la del año pasado (en la que figuraba como autor de la música de Minerita, el corto de Raúl de la Fuente que se hizo con el Goya) no iba a ir, pero casi el mismo me día me llamó Raúl para que fuera y allí me planté”. Sin entrar en las posibilidades de ganar que puede tener la película, Salas sí matiza, respecto a la repercusión que para él pudiera tener en caso de lograrlo, que “en su día comenté esto mismo con el montador de Rec, que ganó el Goya por su trabajo, y me dijo que tras el premio estuvo un año y medio si curro... Vamos, que ganar un Goya casi sería como la leyenda del Pop Rock de Navarra, que casi todos los que lo ganaban se disolvían (risas)”.

‘las ovejas no pierden el tren’ El trabajo de Mikel para este filme partió de unas premisas muy diferentes con respecto a Kaplan. “A Álvaro Fernández Armero yo no lo conocía personalmente, aunque sí sus largometrajes. Sé que en un momento dado, cuando estaba eligiendo músicas para esta peli, le pasaron varias cosas a ciegas, una de las cuales fue Bajo las estrellas, y él dijo que eso era lo que quería”.

A la hora de hincarle el diente, Salas explica que “yo no soy partidario de repeticiones, así que, aunque él tenía la referencia de Bajo las estrellas, lo que yo intenté fue entender porqué le había gustado esa banda sonora y, con esas premisas, crear una música nueva para este filme”.

En esta ocasión, “el concepto era muy claro porque Álvaro siempre habla en sus pelis de sí mismo y de sus alrededores, y tenía muy claro que, con la música, quería marcar ese trasvase entre la ciudad y el campo que vive la pareja protagonista, urbanitas de pro que optan por irse a vivir al pueblo. Y yo, mi música, formo parte de esos orcos rurales que van engullendo a la pareja de manera epifánica, es decir, con cierto gusto”.

Musicalmente, Salas resalta que “ese ruralismo se me ha ido una vez más hacia instrumentos como la mandolina, banjo, guitarra acústica y contrabajo, lo que a la gente le lleva a pensar, cuando lo escucha, en el country, pero no lo es. Simplemente es reflejo del campo para el urbanita, es la voz de las hadas rurales...”

ediciones y próximos trabajos Oficialmente, ninguna de las dos bandas sonoras se va a editar en compacto. “Actualmente, esto ya solo lo haces en plan capricho o fetichista, o para enviar a premios. En definitiva, los discos de bandas sonoras son casi un objeto de culto”.

Respecto a sus próximos trabajos, Mikel Salas cuenta con una agenda repleta para este año. “Por una parte, le estoy echando una mano a Arturo Cisneros con su documental Sé dónde está el dinero, mami. También haré la banda sonora de la próxima peli de Pablo Iraburu, Walls, un filme para el que se ha ido a rodar 5 muros que separan países y que tiene muy buena pinta. Acto seguido, me meteré con Un día más con vida, de Raúl de la Fuente, un filme sobre Ryszard Kapuscinski y su trabajo en Angola, en el que se basa la novela que da título a esta película. Y mientras tanto estoy trabajando en la música de la próxima producción del Planetario de Pamplona, que es lo primero que tengo que acabar”.

‘Kaplan’. Dirigida por Álvaro Brechner, que también es autor del guion, está protagonizada por Héctor Noguera y Néstor Guzzini. La película es candidata por Uruguay para representar a su país en los Oscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa y está nominada a Mejor película hispanoamericana en los premios Goya. El argumento del filme es el siguiente. Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el viejo judío Jacobo Kaplan huyó a Sudamérica. Descontento con su nuevo rabino, su comunidad, su familia y su vida y temiendo morir y no ser recordado, con casi 80 años decide, con la ayuda de un policía retirado, dar un vuelco a su vida. Emprende entonces una aventura singular: capturar a un viejo alemán, dueño de un restaurante, porque está convencido de que es un antiguo oficial nazi.

‘Las ovejas no pierden el tren’. Está dirigida por Álvaro Fernández Armero, también autor del guion. Luisa (Inma Cuesta) y Alberto (Raúl Arévalo) se han visto obligados a irse a vivir al campo. A pesar de que la pareja no atraviesa por sus mejores momentos, Luisa está obsesionada con tener un segundo hijo, aunque el precio sea el sexo más apático imaginable. Quien ni se plantea pisar el campo es Juan (Alberto San Juan), el hermano de Alberto, periodista en horas bajas que, con 45 años, sale con Natalia (Irene Escolar), una joven entusiasta de 25 años. Por su parte la hermana de Luisa, Sara (Candela Peña), está acostumbrada a canalizar su ansiedad a través de los hombres, con quienes no acaba de encajar, hasta que aparece Paco (Jorge Bosch), un periodista deportivo que parece incluso dispuesto a llevarla al altar.