Virginia santos La fragilidad de la memoria
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“La infancia es un fantasma huyendo por el bosque, asustada, perseguida por terrores tan antiguos y malvados como el hombre. Dime tú quien fuiste y te gritaré que te lo inventas. No eres más que un farsante. Yo también lo soy. Lo somos todos. Admítelo. No huyas”. Esta frase, recogida de la última exposición de Virginia Santos (Pamplona, 1975), resume la idea que la artista pictórica ha querido plasmar en su muestra En el bosque. Basoan: la fragilidad de la memoria durante la infancia y su influencia en la creación de la propia identidad.
La exposición, la primera individual en El Polvorín de la Ciudadela y que puede visitarse hasta el próximo 7 de junio, se articula en cuatro capítulos que recrean distintos cuentos infantiles -De lobos y niñas buenas, De espejos y manzanas, De pájaros y De conejos y tigres-, Santos presenta varios óleos de gran tamaño que identifican cada historia y sus personajes; junto a dibujos de menor tamaño realizados con grafito y sin apenas presencia del color, con la intención de representar el recuerdo desenfocado de las narraciones infantiles, objeto muchas veces de la memoria selectiva que se queda con escenas anecdóticas o simplemente imaginadas.
“Para mí el bosque es el lugar donde sucede todo en los cuentos y narraciones, donde están los miedos, las hadas y lo mágico; pero es además una metáfora de la memoria, donde te puedes perder, encontrar, imaginar e incluso pensar que pasaron cosas que nunca llegaron a ocurrir”, afirma la artista pamplonesa. “He querido hacerlo así porque en realidad nuestra identidad la formamos a raíz de la infancia, pero ni siquiera la recordamos bien. Además está probado científicamente que nuestras células cambian con el paso de los años, y que somos una composición química totalmente diferente ahora a la que éramos hace diez años”, añade.
Por ello, en su obra, los rostros de los niños y niñas representados aparecen desdibujados, enmascarados o camuflados con el pelo, una piruleta o simplemente eliminados. “Quiero dejar claro que no son ilustraciones sobre los cuentos, sino que utilizo los símbolos y recuerdos de los cuentos, que muchas veces no tienen nada que ver con la narración real, pero es lo que me evoca el cuento, un momento súper puntual o un detalle que después revela algo más importante”, expone la autora de las piezas, que busca “construir un cuento gigante” basado en las narraciones clásicas.
muestra autobiográfica
Evolución de la teoría al interior
Obras sinceras
Esta exposición, tal y como confiesa Santos, es autobiográfica en gran parte, provocada por su maternidad. “Estoy todo el día contando cuentos y eso te lleva a bucear en tu propia infancia, a darte cuenta de que muchos de los recuerdos que tienes son confusos e incluso mentira; a que a veces hay cosas que tú mismo no recuerdas pero te las han contado tantas veces que parece que sí...”, detalla la artista, que cree que la evolución que ha vivido su trabajo es “un cambio evidente en el concepto de la pintura”. “La visión del mundo de la infancia ya me interesaba antes de ser madre, pero desde una perspectiva teórica. Ahora estoy viviendo una etapa más personal, en la que miro más hacia el interior y no tanto hacia la teoría pura”, apunta Santos, que cree que cuando su pintura refleja su biografía, está contando cosas “de una forma muy sincera”.
Con respecto a lo puramente pictórico y estilístico, Santos juega incluyendo formatos redondos a los soportes rectangulares más tradicionales para romper el espacio. “Por ejemplo, en la evocación de Hansel y Gretel, he utilizado formatos redondos para dibujar los pajaritos que se comieron las migas, y así generar una instalación que no suele utilizarse mucho en pintura y pasar de un capítulo a otro de una manera distinta”, indica la pamplonesa. Por otro lado, aunque los niños sigan siendo el tema principal de sus piezas, en esta ocasión ha pasado de representar grandes figuras a representar grandes espacios y figuras pequeñas. “Sentí esa necesidad y cambié de no hacer fondos a que el fondo y el contexto sea más importante que la figura”, comenta orgullosa.
Y es que, para ella, su evolución ha sido una manera de superarse, ya que nunca había pintado paisajes y, en esta muestra, se han convertido en el motivo principal. “Me he lanzado a pintar cosas que no había pintado en mi vida. Yo nunca había hecho paisajes, y aunque no sean unos paisajes muy al uso, sino cerrados y enmarañados, para mí ha sido todo un reto. Estoy contenta porque he ido superándome y el proceso ha sido muy estimulante. He disfrutado muchísimo y he estado súper feliz pintando, y espero que eso se note”, concluye.
Música y arquitectura. En el marco de la exposición, el domingo 10 de mayo a las 12.00 horas se ha organizado un laboratorio de música y arquitectura dirigido a niños de entre 5 y 12 años acompañados. La actividad, coordinada por la escuela de arte y arquitectura La casa del Vacío, estará impartida por la arquitecta Eider Holgado y el músico Pablo Llamas, y consistirá en la creación de maquetas “de forma libre y autónoma” mientras suena el piano, como una fusión de las artes.