Dámaso Escauriaza, percusionista de 16 años, y Eneko Urrestarazu, trombonista de 17 años, son los dos navarros que, tras superar las pertinentes pruebas, han conseguido formar parte de la Orquesta de estudiantes de jazz de Euskadi (Euskadiko Ikasleen Jazz Orkestra, EIJO); formación que, con el apoyo del Gobierno vasco, ha sido creada este mismo año. Ambos son estudiantes del Conservatorio Profesional de Navarra, en el que cursan la asignatura de Introducción al jazz como complemento a sus estudios de clásico. Entusiasmados por formar parte de un proyecto de semejante calado, que además de formarles les dará la oportunidad de tocar en los festivales de jazz de Getxo, San Sebastián y Vitoria, relatan cómo están viviendo tamaña aventura. “Yo me enteré de las pruebas de acceso a la EIJO -explica Eneko- a través de Dámaso”. “Yo también estoy en la EGO, que es el equivalente a la EIJO pero en clásico, y varios compañeros me lo comentaron porque también estaban interesados y se iban a presentar”, recuerda Dámaso. “Se lo explicamos a nuestro profesor en el Conservatorio, Iñaki Ródríguez, y nos pusimos a preparar las pruebas, porque nosotros solo tenemos una hora de jazz a la semana, el resto es formación clásica”, matiza Eneko, quien además apunta que “siempre había escuchado jazz, aunque no tocaba mucho, porque estaba centrado en el clásico”. “Al principio hacías un poco el tonto con la batería, porque aquí no es un instrumento que toquemos, y sin saber nada empiezas a tocar de oído sobre la música”, explica Dámaso, quien coincide con su compañero en el hecho de que “el jazz es música moderna, por lo que al final es la música que muchos jóvenes escuchamos”.
Las pruebas de acceso consistieron en la interpretación de un tema memorizado, de entre cuatro a elegir, y la parte correspondiente a su instrumento de dos obras del repertorio de big band. “Lo preparamos todo con Iñaki, cómo hacer los solos, cómo leer los fragmentos de big band... Y, la verdad, es que fuimos bastante seguros de lo que íbamos a tocar. Te pones más o menos nervioso porque no deja de ser una prueba, y tienes a un tribunal delante, pero íbamos seguros”, apuntan entre los dos. Y, efectivamente, iban seguros y muy bien preparados, puesto que los dos consiguieron la plaza.
Formación y profesionalidad Tanto Dámaso como Eneko coinciden en que tienen entre sus manos una oportunidad, sino única, muy importante. “Es una oportunidad tanto por los escenarios y festivales en los que vamos a tocar como por la formación que vamos a recibir. Solo con los dos ensayos que hemos hecho hasta el momento, nos han sorprendido mil cosas que aquí no haces, tanto porque no tenemos tiempo como porque no damos clases específicas. Es una oportunidad para aprender mogollón de cosas de ese lenguaje que no tiene nada que ver con el clásico”, explica Dámaso. “Además, como hay mucho nivel, aprendemos unos de otros, al margen de lo que, por supuesto, nos enseñan los profesores. En el fondo se trata de un proyecto educativo que te sirve, además, para ganar experiencia”, matiza Eneko.
En cuanto al trabajo que están realizando, los dos jóvenes coinciden en que “en el jazz y en el clásico tienes las mismas herramientas, solo que las utilizas de forma distinta, son lenguajes distintos y lo que estamos haciendo es aprender el lenguaje del jazz casi desde cero, aunque aquí ya habíamos empezado con Iñaki”. Dos lenguajes, muy distintos ya que uno, el clásico, se rige por la partitura, mientras que en el jazz, por ejemplo, la improvisación juega un papel muy importante. “Al final, la técnica del instrumento es parecida, aunque, lógicamente, sacas unos sonidos u otros, la diferencia está en cómo la usas”, recalca Eneko.
Actualmente están preparando “temas clásicos de jazz pero también tenemos contamos con un compositor residente, Ángel Unzu, que ya nos ha compuesto dos temas que estamos ensayando. Y, además, estamos preparando arreglos de un tema de Fermín Muguruza (sí, el de Kortatu y Negu Gorriak) y también Aitormena (Hertzainak)... Y es que, aunque sea jazz, casi nos estamos yendo hasta el rock. La verdad es que estamos muy a gusto”, explican Dámaso y Eneko, robándose la palabra uno a otro, emoción incontenida que crece enteros cuando salen a colación los escenarios y festivales en los que van a tocar este año. “En cuanto vi dónde se tocaba, yo ya dije, voy de cabeza... Son escenarios en los que pocas veces, o nunca, vas a tener la oportunidad de tocar, y siendo tan joven, aún menos”, apunta Eneko, matizado rápidamente por Dámaso: “Es que ni aun siendo profesional igual consigues tocar ahí”, en referencia a los festivales de jazz de San Sebastián, Vitoria o Getxo.
Como integrantes de la EIJO, a los tres ensayos iniciales (de día entero) que realizarán en Vitoria, les seguirán otros tantos en San Sebastián (solo de tarde) y finalmente vivirán una semana concentrados en el albergue Barria, de Vitoria. Al margen de los desplazamientos, los estudiantes de la EIJO no tienen que sufragar ningún gasto para la semana intensiva.
Disfrutando del momento, sin descuidar sus estudios, Eneko tiene claro que intentará seguir por la línea del jazz cuando salte al Conservatorio Superior, mientras que Dámaso seguirá por clásico, “aunque no descarto hacer las dos”. Eso sí, ambos son conscientes de que están viviendo un momento hasta ahora desconocido de la escena jazzística de Pamplona. “Ha crecido un montón, ahí están Jon Celestino, Iñaki Rodríguez, entre otros muchos. Y todas las semanas tienes conciertos, si no es en un sitio es en otro, y siempre que podemos, vamos, porque escuchar a esa gente es... son referentes para nosotros”.
dirección Iñigo Ibaibarriaga, uno de los dos directores de la EIJO, se muestra casi tan ilusionado con este proyecto, o más, que los propios estudiantes. “La EIJO se empezó a gestar en 2011 y ha nacido impulsada por el Conservatorio Profesional Jesús Guridi de Vitoria y motivada por la necesidad de tener un grado profesional de Música moderna”. Además de la formación, lo más importante, Ibaibarriaga destaca como “espectacular” el hecho de que vayan a actuar en los tres festivales vascos de jazz en el mismo año. “Creo que ningún músico profesional de jazz ha tocado en los tres festivales el mismo año, es un hito sin precedentes”.
Tras los dos primeros ensayos realizados, Ibaibarriaga apunta que están incidiendo, sobre todo, “en el trabajo de ensemble, en el pensamiento de grupo para lograr tener una sonoridad propia, característica de una big band, con un pensamiento común en el lenguaje del jazz. Se trata de estudiantes que no tienen bagaje, así que nuestro reto será unificar ese pensamiento musical para que funcionen como bloque”.