madrid - Vicente Aranda (Barcelona, 1926-2015) era un apasionado de las pasiones, un cineasta hecho a sí mismo, exigente y hasta gruñón, al que le que le gustaba escudriñar los rincones más oscuros y menos visibles del alma humana y poner la lupa en las diferentes aristas de la mujer. Un “peliculero”, como se definía, al que le gustaba meter el bisturí en las relaciones y debilidades humanas, en el amor, la dependencia, el sexo, la violencia o la sumisión para llevarlo a la gran pantalla de forma intensa, sin tapujos ni velos. Pero a este creador, fallecido ayer a los 88 años y con más de cuarenta años de intensa carrera, le hubiera gustado ser escritor en vez de cineasta. “Yo habría querido ser escritor, no director de cine. Pero la vida me encaminó por ahí”, afirmaba.
Un amor por la historia y la literatura que ha demostrado siempre en su trabajo, impregnado por las adaptaciones literarias. Títulos como Si te dicen que caí, de Juan Marsé, del que adaptó otros cuatro libros; La pasión turca, de Antonio Gala; La mirada del otro, de Fernando Delgado; la serie televisiva Los jinetes del Alba, de Fernández Santos, o Tirante el blanco, basada en la novela clásica de caballería, entre otros, demuestran ese interés, aunque a la hora de adaptarlos aseguraba que olvidaba si eran libros, si habían tenido éxito o si estaban bien escritos. “Desde que comienzo a trabajar en el guión ya me desentiendo de la novela, del libro... Para mí, es un material bruto con el que empiezo a hacer una película”, aseguraba este creador, pionero en abordar sin prejuicios escenas con carga erótica y sexual en la pantalla.
De su filmografía, 29 cintas, hay que destacar títulos históricos como La novia ensangrentada, Cambio de sexo o Amantes, basada en hechos reales, y donde Victoria Abril, su musa, la actriz a la que sacó todo y moldeó a su antojo, enseñaba a los espectadores el placer que podía provocar meter un pañuelo por el ano a Jorge Sanz, algo que provocó no poco revuelo en el Festival de Cine de Berlín, donde la actriz se llevó el Oso de plata a la mejor actriz.
Con Victoria Abril también hizo Tiempo de silencio, Si te dicen que caí, La muchacha de las bragas de oro, El Lute, Libertarias, Asesinato en el comité central o Intruso, una relación intensa y rica, de la que ambos siempre hablaba bien. Pero el cineasta también trabajó con otras actrices como Maribel Verdú, Ana Belén, Aitana Sánchez Gijón, Paz Vega o Pilar López de Ayala, todas mujeres, que son las que siempre han rodeado la vida del cineasta, en su familia y desde la infancia. Aranda estaba divorciado de Teresa Font, con la que tuvo también dos hijas, Isona y Nina.
despedidas Por la capilla ardiente, instalada en el tanatorio madrileño de la M-30 desde ayer al mediodía, pasaron rostros conocidos que destacaron los logros de este “agitador cultural, un poco cascarrabias”, como lo definió su colega Imanol Uribe. Otros, como Imanol Arias, protagonista de cinco de sus filmes, reveló que era “como un padre” y “un gran maestro”, con el que en los últimos tiempos tenía “muchas broncas” porque quería hacer en televisión una serie sobre Lope de Vega y quería que le ayudara. Por su parte, el actor Antonio Resines y actual presidente de la Academia de Cine, declaró: “Se nos ha ido uno de los grandes. Nunca perdió el hábito de hacer cine”. “Vicente decía que todo pasa delante de la gente hasta que entra dentro de la alcoba y la puerta se cierra” recordó el presentador, actor y músico José Miguel Monzón, El Gran Wyoming, uno de sus más famosos vecinos.
Su gran capacidad como “narrador y director de actores” fue otro de los rasgos más destacados por sus compañeros de profesión, entre ellos Gerardo Herrero, que indicó cómo Aranda insistía en que “la potencia de los intérpretes es lo que debía estar por encima de todo”. “Qué bien rodaba. Técnico asombroso. Movía la cámara con precisión. El encuadre siempre era único”, escribió en Twitter Alex de la Iglesia, en uno de los muchos mensajes de condolencia escritos en esta red social por gente como Juan Diego Botto, Eduardo Noriega, Rossy de Palma o Montxo Armendáriz. Por último el ministro de Educación Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, ensalzó a “una de las figuras más significadas de la renovación del cine español”.