pamplona - Txo es un tipo pegado a las cuatro cuerdas del bajo. Nació con ellas tatuadas en el alma y con el ritmo incrustado en las entrañas. A sus 47 años ha conseguido llevar a buen puerto la locura de celebrar su primer cuarto de siglo en la música grabando 56 temas, la mayoría propios y de diferentes estilos, divididos en un compacto doble, Bass o no bass, más otro de rarezas, Te quedas o te bass. Un trabajo para el que, además, ha contado con la colaboración de 69 músicos, cantantes y letristas con los que en algún momento de su vida ha compartido escenario
En su refugio de la Txantrea, desentraña los entresijos de tamaña aventura vital y musical.
Vamos a empezar por algo sencillo, recordando una entrevista de antaño. Txo, ¿por qué tocas el bajo?
-Ya desde chiquitillo, escuché mogollón de música a través de mis aitas. A mi madre le tiraba mucho el rollo de los boleros, donde el bajo tiene ese papel principal, o el funky... Escuchaba mucho a James Brown pero también a David Bowie. Mi madre canta de maravilla y a ella le jodió que tocara el bajo... ella quería para mí un instrumento madre como la batería, el piano o el saxofón; uno de estos tres. Pero a mí me ponías una canción, y yo lo que silbaba y cantaba era la línea del bajo, lo tenía dentro. Posteriormente, a los 1 5 años, topé con Mikel Morote (referencial bajista navarro) y dije: “Yo quiero tocar como ese señor”. Lo vi actuar en la Plaza del Castillo, al acabar le entré y le dije directamente si me podía dar clases. Estuve con él seis meses, lo exprimí a tope y, para mí, fue mi gurú, mi mentor y mi maestro. Creo que no habrá otro bajista como él en Pamplona.
Veinticinco años pegado a las cuatro cuerdas (o cinco, o seis u ocho), ¿qué ha sido lo mejor y lo peor de toda esta aventura?
-Lo mejor es ese momento que tienes cuando estás tocando, ahí eres únicamente tú, tu instrumento y la banda. Yo les digo siempre a los alumnos que cuando subes a un escenario es algo mágico, algo para el músico y que solo vive el músico, por mucha gente que haya abajo; es la recompensa a todas las horas que le has metido al instrumento. Ojo, también tiene una parte puta, y es que la canción dura tres minutos, y si tienes un mal día, el tema puede salir como el orto; pero si lo tienes bueno, la recompensa es total. Y lo malo... es que muchas veces prometen, prometen y a la hora de la verdad no salen, pero tú sigues tirando de grupos y de proyectos. Yo soy de corazón, cuando me ofrecen algo, primero lo escucho y, si me gusta, tiro del carro a muerte. Pero no todo el mundo lo hace igual, y surgen las decepciones, mínimas, eso sí. En resumen, lo malo es todo eso que rodea la música...
¿Cómo se consigue el equilibrio entre el virtuosismo a la hora de tocar el bajo y el hecho de saber que tu papel es, junto a la batería, el de hacer que camine la canción?
-Respetando la canción y a quien la ha hecho. Si el compositor tiene muy claro como quiere que lleves la línea, debes bajarte del burro y ceñirte a eso. No por tocar más notas o más técnicas vas a mejorar esa canción; de hecho, creo que la vas a desmejorar. Otra cosa es si la canción es mía y todo gira alrededor del bajo.
Txo cumple un cuarto de siglo sobre los escenarios y para celebrarlo edita tres compactos, que no salen a la venta, con 69 colaboradores. ¿Cómo y por qué surge esta idea?
-La verdad es que podían haber sido cinco discos, pero cuando llegué a tres tuve que parar porque se me iba de las manos. De hecho, el digipack es un CD doble y el tercero es un compacto de rarezas. Yo llevo en bandas desde los 15 años, he pasado por tantos estilos y he aprendido tanto de tantos músicos que me apetecía que estuvieran aquí. Podía haber hecho un disco como Dr. Txo y dar la caca con el bajo, pero no se trataba de eso...
Bien, ¿de qué se trataba?
-En primer lugar, y principal, todos los que ha participado en el disco, en algún momento han compartido escenario conmigo. Y se ha quedado fuera mucha gente por fechas y agendas, gente como Rosendo, David Barcos o Iñaki Uoho. En cuanto a las canciones (56 en total), el 80% han sido compuestas por mí y el resto son versiones. Eso sí, no son versiones reales, de eso paso, yo quería destrozarlas manteniendo, eso sí, la armonía y la melodía de la voz. Por otra parte, a todo el mundo le di la posibilidad de que destrozara mis canciones y las trajeran a su estilo. Y ha sido tan fácil... y me han dejado tan alucinado... Les he llegado a dar una canción y cambiarme las guitarras, las voces, ¡qué gozada! Esa es la magia de la música. Y, además, muchos de los colaboradores también han puesto letra a las canciones. Yo, lo que les pedí a todos, por favor, es que le dieran a cada tema su estilo para que fuera una fusión; no quería que fuera un disco demasiado Txo. Este trabajo soy yo y toda la gente que está dentro.
Lo que está claro es que el resultado son tres discos para melómanos, ya que puedes pasar, a golpe de canción, del rock, al flamenco, al funk, al blues, al metal...
-Eso es algo que a mí siempre me ha gustado mucho. Yo cojo un disco y como me entre bien la primera canción pero el resto se parezcan demasiado entre sí, ya se me atraganta. He sido muy loco en este sentido, como un parabrisas, y es que mi vida ha sido así, primero en un lado y luego en otro. Eso sí, todo lo he grabado y mezclado yo, contando en la mayoría de los casos con instrumentistas pero, por ejemplo, también hay varias canciones en las que he programado las baterías.
Es difícil elegir, pero, después de haber tocado casi todos los palos, ¿cuál es con el que más disfrutas?
-El funk, el funk me puede, por las líneas de bajo, evidentemente.
¿Habrá concierto de presentación o de celebración?
-Lo haremos, lo haremos... y será en junio del año que viene, con todos los invitados que pueda agarrar, en el Caballo Blanco.
¿Cuál es La hora de las musarañas (título del compacto doble)?
-Cuando me levanto de la cama, voy a mi estudio y cojo el bajo... Yo toco todos los días, más o menos rato, pero todos los días. Tengo un dicho, si un día no tocas, lo notas tú; si no tocas en dos días, lo notan los demás.
Cambiando de tercio, ¿es difícil, o prácticamente imposible, que salga adelante un músico profesional en Pamplona?
-No, para nada. Hay un factor de suerte, y yo siempre creo en ella, pero también tienes otro factor muy importante, y es tu trabajo y cómo tu hagas las cosas; de eso en gran medida depende que te llamen o no. Luego ya está la suerte de estar en el momento justo en el sitio adecuado. En este sentido, yo siempre he flipado porque artistas gordísimos como Miguel Bosé o El Último de la Fila han contado con bajistas navarros como Iñigo Goldaracena o Mikel Irazoki. Y es que somos cantera de grandes bajistas. En este sentido, he tenido mis oportunidades de haber girado con artistas, pero yo decidí quedarme aquí y no lo cambio. Aquí he conocido a la mujer de mi vida y tengo dos hijos estupendos que no cambio por nada.
¿Cuándo arrancó este proyecto discográfico y cuándo tuviste finalmente en tus manos los compactos?
-Empecé a dar el toque a la gente en diciembre de 2013 y me llegaron los discos en febrero de 2015. La grabación arrancó en marzo de 2014 y terminé las mezclas en diciembre.
Y, cuando pudiste tocar y escuchar los discos, ¿qué sentiste?
-Alivio. Cualquiera de las 69 personas que colaboran no son cualquiera... Y por fin lo tenía. Cuando termino un trabajo, mío o de otro, lo pongo en el equipo, fuerte, lo escucho con mi mujer y ya no lo vuelvo a oír. Sentí satisfacción por verme capaz de haber juntado a toda esa gente, ¡qué gozada! Creo que será uno de los trabajos que más colaboraciones tenga.
Y, ¿por qué decidiste hacer solo 200 copias y no venderlas, solo regalarlas?
-Lo sentía tan mío que quise que solo lo tuviera la gente que había colaborado y amigos muy cercanos. No hay más que 200 copias, es decir, solo lo tienen 200 personas.
El álbum lleva una etiqueta sin parangón, De la Txan 100%, ¿el barrio ha dejado huella en tu música?
-No, porque una vez que escuchas el disco tranquilamente puedes pensar que soy hasta de Chiclana. El estilo musical de la Txantrea no me ha arrastrado, aunque está mantenido en algunos temas que recuerdan a cuando yo empecé a tocar en las latas, un edificio de la Txan que ya derribaron.
Siendo unos discos que celebran los 25 años de vida musical de un bajista, uno espera encontrarse al bajo como protagonista en la mayoría de los temas, sin embargo, sucede casi lo contrario, que das pie a que los protagonicen los invitados.
-Cuando monté el proyecto, pensé casi en primer lugar en a quién le iba bien cada canción. De esta forma, en los temas instrumentales se me ha ido más la olla, pero en los vocales manda la letra y no vi necesario que el bajo fuera protagonista.
¿Qué ha sido, qué es, la música para Txo?
-La música es todo, no concibo la vida sin música; si me quitas la música me hundo. Me levantaría por la mañana y no sabría qué hacer.
¿Y el éxito?
-El éxito existe, en forma de canciones, de que gustes o no gustes... Pero yo siempre he dicho que soy un músico del inline, de la parte de atrás de los discos, de esos que dices: “¡Vaya, si está tocando este señor aquí!”. El éxito, para mí, es mi familia, ellos son los que me dan la fuerza para hacer toda esta historia. En cuanto a la música... un día estás arriba y otro abajo, y nadie se acuerda de ti.
Para terminar, preguntémosle a Javier Pintor, ¿quién es Txo?
-Un tío al que le encanta la música, que ama su trabajo, me siento un privilegiado haciendo lo que me gusta... y encima, cuando me subo a un escenario me pagan por ello, con lo que alucino. Me siento un músico privilegiado.