Concierto de Sugar Skulls

Fecha: jueves, 20 de agosto. Lugar: terraza del Caballo Blanco, Iruñea. Integrantes: Fermín Oraien, Pimiento, a la voz y a las percusiones de mano; Óscar Pérez, Oso, a las guitarras eléctrica y acústica; Pivi, a la guitarra española; José Miguel Arévalo y Richard Martínez de Morentin, a las trompetas; Javier Aguinaga, al acordeón, Fermín Oraien, Daniel Escribano, a la batería, y Manu Etxeberria, al bajo. Incidencias: concierto enmarcado en la programación veraniega del mesón del Caballo Blanco. Asistencia muy buena. Casi 2 horas de duración en total.

Constituido el grupo en 2012, con alineación significativamente renovada actualmente, Sugar Skulls arrasaron en el Caballo Blanco, ofreciendo un concierto que, erigido sobre el espíritu del mejor naparmex, caló totalmente en los presentes: en los ánimos de un público que, tras darse cita en espectacular cifra, se mantuvo -sonrisas de complicidad en ristre- hasta el final, denotando haber disfrutado plenamente de la velada: de una noche que, necesariamente, ha de representar un punto de inflexión para el devenir inmediato de la banda.

Con el naparmex como punto de partida, la actuación deparó la interpretación de temas de toda madre y condición: rolas propias, las menos, y corridos y rancheras de referenciales artistas de dicho estilo, surgido en 1992 a pocas calles de este escenario, y de la música mexicana en general, quedando aliñado todo ello con un buen número de cumbias y composiciones instrumentales de característico regusto fronterizo: con Tarantino, la sonoridad de Los Lobos y guiños al spaghetti western y a la psicodelia tropical muy presentes, toda una novedad dichos instrumentales dentro de este estilo; demostrando los músicos, siendo consecuentes con ello, encarnar la tercera generación del naparmex (tras Kojón Prieto y los Huajolotes e Impekables & Los Zopilotes Txirriaos), haciendo gala -así pues- de su intención de profundizar, de ir más allá que sus maestros a la hora de seguir sus huellas. Aportando con dicha novedad el verdadero hecho diferencial de un grupo, Sugar Skulls, cuya concepción y ejecución de sus temas no dejó indiferente a nadie.

Sobre las canciones diremos que fueron ofrecidas sin miedo escénico aparente; con inusitado aplomo (al menos, de puertas para afuera), aunque tal vez fuese la procesión de puertas para dentro: perfectamente plasmadas -en cualquier caso- por un cantante que, como buen intérprete de naparmex, demostró atesorar un arte muy especial, haciendo gala de vivir a flor de piel las canciones con sus modos y maneras; haber mamado de la vieja escuela con generosidad: sentir en primerísima persona música y letras de unos temas que denotaron estar muy trabajados también en su puesta a punto musical, con menciones especiales para el acordeonista & los trompetistas, qué empastados sonaron, y el hacer de Oso a las guitarras: cosa del gusto y finura demostrados. ¿Los más significativos de los extraídos de diferentes repertorios? Camino de Guanajuato, de José Alfredo Jiménez, primera en sonar; Canción del mariachi, popularizada en los 90 por Antonio Banderas; Juan Sin tierra, el corrido de Jorge Saldaña interpretado por Víctor Jara y popularizado hasta límites insospechados por SKA-P o, cómo no, temas rescatados de Kojón Prieto y los Huajolotes como Eres un hada o Insumisión, antes de finalizar con El rey, con leve guiño a los Tijuana in Blue de 1985 incluido: purititas calaveras de azúcar musicada todos ellos.

Navarra, tierra de corridos y rancheras -sobre y bajo los escenarios- ya cuenta con unos nuevos representantes de su género por excelencia, el Naparmex; con una banda que el pasado jueves entró por la puerta grande, triunfando sin ambages. Logrando que a muchos se les hinchara la vena del cuello nuevamente. ¡Ándele!