El realismo pictórico se ha hecho dueño de gran parte de las galerías de arte de Pamplona en estos días navideños y los bodegones son protagonistas indiscutibles de las diferentes muestras de salas como Fermín Echauri 2, San Antón o Conde Rodezno, las cuales ofrecen experiencias totalmente diferentes en las que los objetos transmiten paz e interactúan con el espectador a través de los detalles y toques personales de cada artista.
Galería Fermín Echauri 2
El guiño de Escalona al mundo arqueológico
En su primera exposición en la capital navarra, Pedro Escalona realiza un guiño al mundo arqueológico con Sobre la mesa, una selección de obras situadas en la Galería Fermín Echauri 2, en las que las piezas arqueológicas dotan de gran riqueza y variedad a los cuadros, en los que el color es factor de unión fundamental. “Las piezas arqueológicas tienen una piel especial, son muy variadas y atractivas para representar con el pincel puesto que tienen mucha belleza por si mismas”, dice el artista malagueño, Pedro Escalona, en cuya obra reina el silencio.
Escalona pertenece al mundo de la figuración y eso se percibe desde el primero hasta el último de los cuadros. Aunque su forma de plasmar la realidad es casi fotográfica, en sus creaciones se encuentra siempre un punto personal. “Mi interpretación se encuentra en el color y en la composición de estos bodegones”, cuenta el pintor, quien considera que “estos dos elementos dotan de mucha unidad al proyecto”.
Con su pintura al óleo, la intención de Escalona con esta serie es crear una idea de “silencio y misterio”, dos aspectos muy constantes en su obra, además de “transmitir una cierta poesía” a través de los cuadros. “Al final, pinto todo aquello que considero mío, y este es un tema con el que he estado mucho tiempo trabajando y en el que quiero profundizar a través de esta exposición”, señala el artista.
Galería Conde Rodezno
Bodegones, marinas y figuras al óleo
Ani Serón y Adolfo Córdoba trasladan desde Málaga a la Galería Conde Rodezno sus bodegones, sus marinas y sus figuras realizadas con un realismo auténtico pero propio, en el que las obras muestran un baile de óleo y pinceles donde los colores fuertes predominan sobre los suaves. “La pintura realista tiene que tener connotaciones y pinceladas que muestren que el artista es importante”, afirma Adolfo Córdoba.
Para él, la conjugación del color depende de cada cuadro. “Utilizo los colores según me pida el cuerpo”, dice. Su mujer Ani, por contra, se decanta por una paleta viva y llamativa. “Mis bodegones tienen mucho contraste a través de los colores y de algún elemento que rompa lo establecido”, cuenta Serón, para quien es muy importante “que la composición sea alegre”.
La intención de su obra, pintada al natural, es “mostrar un acercamiento a la realidad”, dice Serón. Para Córdoba, en cambio, supone “un proceso de evolución” y una “reivindicación” del realismo sobre lo fotográfico. “La pintura realista es capaz de expresar más que la fotografía”, concluye Córdoba.
Galería de Arte San Antón
Realismo mágico y tallados en madera
La Galería de Arte San Antón acoge en sus salas dos exposiciones muy diferentes. Por un lado, se suma a la corriente realista que predomina en estas fechas con José María Barroso, a la vez que intercala las obras escultóricas de Iñaki Villanueva, quien refleja en madera el alma de los árboles. Sobre la obra de Barroso, la galerista Esther Blasco señala que se trata de un “realismo mágico”. “Son cuadros cálidos, que crean una sensación de diferentes dimensiones, aunque están dotados con una sencillez en cuanto a composición absoluta”, indica.
La técnica del artista extremeño se caracteriza por su precisión, puesto que los cuadros están pintados con lupa. Los bodegones, realizados con una paleta de colores muy rica, “interactúan con el espectador”, quien “parece que quiere meterse en el cuadro y quitar el polvo o comerse una manzana”, cuenta Blasco. Asimismo, los cuadros de Barroso dialogan entre la luz y la sombra y exploran las calidades, las texturas y las superficies.
Por otro lado, las esculturas de Iñaki Villanueva, que conforman la serie La pulsión de la vida, muestran “la intención del artista en mostrar el alma de cada árbol”, opina Blasco. Según la galerista, “cada escultura es única y en conjunto dan una impresión de que los árboles hablasen a Iñaki”, un artista “que pone mucha intención en su trabajo” y que no determina qué forma tomará cada figura hasta que comienza a tallar la madera. “Además, él es músico y cada pieza corresponde a una canción suya”, agrega Blasco.