dicen que el gran tambor, que es significado textual de taiko, se usó durante siglos para que los pueblos se comunicaran entre sí. O para llamar y honrar a los dioses. También para la guerra y para espantar a enemigos y a malos espíritus. Lo cierto es que su sonido es profundo, generoso, físico, y tocarlo, todo un arte. Pudieron comprobarlo quienes en 2002 asistieron a un concierto en la Ciudadela organizado en el seno de los Festivales de Navarra. Entre ellos estaba Iván Muñoz, navarro residente en Madrid que casi diez años antes ya se había enamorado de este instrumento gracias a una escena de la película Sol naciente, de Philip Kaufman, con Sean Connery y Wesley Snipes. Desde entonces, los toques de las baquetas de madera -bachi- le han acompañado, dando forma a un cortometraje, primero, y a un largo, el único que existe en la esfera internacional, que está pendiente de finalizar si la financiación le llega para realizar un último viaje a Japón en otoño.
Si se busca TaikoFilm en la plataforma KickStarter (www.kickstarter.com), además de conocer cómo colaborar en la consecución de los 7.500 euros que el realizador navarro pide para poder acabar de dar forma a este trabajo, también se puede saber que Iván Muñoz (Pamplona, 1976) pretende reflexionar sobre “la capacidad que tiene la música para unir a la gente” a partir del poderoso idioma que habla el taiko. Formado en Urnieta, Pamplona y Madrid en disciplinas como la dirección artística, el guión y la realización, Iván Muñoz ha trabajado como ayudante de dirección, pero sobre todo como coordinador de figuración en películas como Alatriste, Lope, El caso Bourne o Los fantasmas de Goya, entre otros. Sin embargo, pasado un tiempo “me quemé bastante”. “Vi que el sector audiovisual tenía poca salida y que lo que se hace últimamente encaja poco conmigo, así que, como además iba a tener una niña, decidí centrarme y unir en un documental mis dos pasiones: la música y el cine”, comenta el director, que se acabó de enamorar del taiko tras un viaje a Japón en 2008. “Tiene una historia espectacular, fascinante”,
“Al volver comprobé que en España solo había un grupo, justamente en Madrid, me puse en contacto con ellos y luego con grupos de todo el mundo, que se portaron fenomenal y me mandaron mucho material”. De esa primera incursión nació el cortometraje Taiko: Inochi No Kodo, un retrato del arte de la percusión japonesa y su desarrollo histórico hasta llegar a su situación actual. “Nos seleccionaron en varios festivales y nos dieron un premio”, pero tenía miedo de lo que pudieran decir en Japón, “hasta que me empezaron a llegar correos de gente de allí en los que me decían que les extrañaba que un chico de aquí hubiera entendido tan bien la esencia y el sentido del taiko”. Poco después le empezaron a pedir el corto desde Alemania, Australia, Brasil... “Y pensé que no existía ningún documental sobre este instrumento y que podía ser mi primera película; visualmente el taiko es maravilloso y cuando lo escuchas sonar por primera vez te impresiona, te mueve físicamente, te hace vibrar”. Así que al principio unió fuerzas con un productor, “pero queríamos ir por distintos caminos y nos separamos”, y luego se ha pateado todas las televisiones, “donde me han dicho que el proyecto es fantástico, pero que no tienen dinero”. Algo parecido le ha pasado con empresas que exportan al país nipón, con asociaciones, oficinas culturales... Incluso vino a los actos celebrados el año pasado con motivo del aniversario del hermanamiento de Pamplona con Yamaguchi, pero no tuvo suerte. “He hecho ya muchos esfuerzos en solitario y alguien me sugirió lo de la campaña de crowdfunding”, comenta, encantado con la idea de poder volver a la tierra de origen de este instrumento “tan especial” que se toca de maneras diferentes, casi siempre ligadas a celebraciones populares como bodas, fin de año o festivales comunitarios.
Durante este tiempo, Iván Muñoz ha grabado en España, Argentina y Estados Unidos. En este último caso, en 2014 asistió a la convención mundial de taiko en Los Ángeles. “Era una oportunidad, ya que me permitía grabar a taikistas de todo el mundo (Nueva Zelanda, Brasil, Australia, Inglaterra...) reunidos en un mismo espacio”. Lo cierto es que ahora mismo el taiko está extendido por todo el mundo. “Se vive un boom muy grande, hace años las mujeres no podían tocarlo y ahora los grupos nuevos casi siempre son femeninos. Mucha gente empieza a tocarlo por el tema físico -se hace muchísimo ejercicio- y luego se siente atraída por la filosofía japonesa”, cuenta Muñoz, que subraya la excelente predisposición que le han brindado siempre todos los practicantes. “Es gente maravillosa, incluso hay auténticas estrellas que se han prestado a hablar conmigo y luego me han dado una clase de iniciación”. Parece que el sonido del taiko “tiene algo especial”. Como un latido universal.
Título. TaikoFilm.
Director. Iván Muñoz.
Crowdfunding. Se pueden realizar aportaciones a la película en www.kickstarter.com. La campaña empezó el pasado sábado y terminará en un mes. Durante ese tiempo, se busca obtener 7.500 euros.
Evolución del taiko. El taiko se tocaba a la manera tradicional hasta que, en 1951, Daihachi Oguchi, músico japonés que tocaba la batería en grupos de jazz, decidió dar una importancia específica a cada tambor (melodías, acentos ritmos), cambiando el rumbo del instrumento para siempre. Desde entonces, el taiko se toca de ese modo en el 80% de los casos.