MADRID. El guitarrista granadino Juan Carmona, conocido artísticamente como Juan Habichuela

La capilla ardiente en la que será velado Juan Carmona se instaló ayer en el teatro Isabel la Católica de Granada, mientras que el entierro tuvo lugar a lugar a las 20.00 horas en el cementerio de San José.

Medalla de Plata de la Ciudad, Juan Carmona pertenece a la dinastía flamenca de los Habichuela, iniciada por su abuelo y continuada por su padre José Carmona y sus hermanos Pepe Habichuela, Carlos y Luis.

Sus hijos Juan José y Antonio Carmona Amaya conformaron el grupo Ketama junto a su sobrino José Miguel Carmona.

Juan Habichuela iba a ser homenajeado en la tercera edición del Festival Flamenco On Fire de Pamplona, homenaje que, según ha podido confirmar DIARIO DE NOTICIAS, no solo se mantiene, sino que es probable que se potencie.

perfil Tenía 83 años, hacía 20 que había abandonado los escenarios tras medio siglo de trabajo pero seguía “enganchado” a la guitarra, porque el patriarca flamenco Juan Carmona Habichuela llevaba “en el ADN” el arte jondo, como su larga y talentosa dinastía.

En 1948, Juan Carmona Habichuela le quitó la “sonanta” de las manos a Antonio El Pescaílla y tanto le gustó que decidió cambiar el baile, en el que había empezado con apenas 10 años, por el toque, del que se convirtió una autoridad por su calidad, su gusto y por saber fundir su tono meloso con el de cantaores tan diferentes como Fosforito, Camarón, Caracol, Mairena, Bernarda de Utrera o Morente.

En 1996, con 63 años, determinó que se cortaba “la coleta de los escenarios”, cansado de las giras y los largos viajes, y en esa despedida, en su Granada natal, le acompañaron decenas de colegas, la treintena larga de Habichuela que se dedican al flamenco y la corte de otras de las sagas artísticas más importantes del país, los Morente.

El, del Sacromonte, y Morente, del vecino Albaicín, promovieron, sin pretenderlo, la “cédula de habitabilidad”, como ironizaba el segundo, de una profunda renovación del universo flamenco y su criterio era respetado como ningún otro.

“Enrique es un pedazo de cantaor. Es creativo y a la vez clásico, no para de investigar y cuando se sale de la ortodoxia también me deja con la boca abierta”, decía de su admirado colega y amigo, una pasión que también sentía por Juanito Valderrama, “un privilegiado”, sentenciaba.

El primer Habichuela fue su padre, José, un apasionado del toque al que “rebautizó” con ese mote un sobrino, inspirado en la corta estatura del artista, “y andar muy limpito y trajeado, como una habichuelita”, según contaba el artista.

Patricio de una dinastía de la que formaban parte sus hermanos -Pepe, Concha, Dolores, Carlos y Luis- y continúan los hijos que tuvo con Matilde Amaya, Juan y Antonio, y su sobrino José Miguel -miembros del mítico Ketama-, su sobrino Pepe Luis, fundador del grupo La Barbería del Sur y su nieto Juan Carmona, Habichuela vivía en Madrid desde hacía 65 años.

“Tengo hijos, nietos y bisnietos madrileños pero mi corazón sigue en Granada. Allí sentí esa luz que me llevó a tocar la guitarra, incluso a cantar y bailar, mis primeros oficios”, explicaba en una entrevista.

Juan Carmona, nacido el 12 de agosto de 1933, empezó a tener notoriedad a partir de 1956, cuando era el guitarrista de los mejores que se subían a los tablaos El Duende y Torrebermeja de Madrid.

Recordaba con mucho cariño sus giras por todo el mundo, especialmente la que le llevó a la Feria Mundial de Nueva York, en 1964, con la compañía de Manuela Vargas, y los “llenos totales” en el Pabellón de España.

De esos viajes, que le llevaron por ciudades como Buenos Aires, Santiago de Chile, México o Bogotá, recordaba La Paz, porque tuvieron que estar una semana aclimatándose antes de comenzar un mes de actuaciones, y Portoalegre (Brasil), porque, decía “sudando aún”, nunca había pasado tanto calor en su vida.

Su primer disco lo grabó en 1954, con Rafael Farina, vino otro con Manolo Caracol y paró. Habría que esperar a 1999, cuando editó el muy especial De la Zambra al Duende, con Paco de Lucía, Manolo Caracol, José Mercé, Alejandro Sanz y Ketama.

En 2002 publicó Campo del Príncipe, con el que regresaba a la “plaza en la que jugaba y desde la que veía la Alhambra, con Juanito Valderrama, Rancapino, Enrique y Estrella Morente o Miguel Poveda, y en 2007 Una guitarra en Granada.

Tenía, decía, “la casa como un museo”, lleno de premios, pero él estaba convencido de que se los daban más cómo se comportaba con la gente y sus colegas que por su arte.