pamplona - ¿Por qué un cuentista, defensor a ultranza del género, se pasa o se atreve con una novela ‘grande’?
-Esta no es la primera novela que escribo pero igual sí que esta es diferente a las demás porque está ambientada en otro época, tiene un tono más serio... Esta más una novela clásica. La historia surgió por una corazonada, hace un montón de tiempo, tanto como en 2004, cuando al pasar por Civican encontré unas guías de lectura sobre libros de piratas y demás. Y yo, como leo todo lo que cae en mis manos, empecé a ojearlo y me llamó la atención sobre todo el tema de la música que escuchaban los piratas, que era la música Kahun... Me fue picando la curiosidad, empecé a leer novelas sobre piratas y digamos que casi me obsesioné con el tema.
Precisamente, esto da pie a preguntar, inequívocamente, ¿por qué la gran primera novela de Patxi Irurzun es de piratas?
-A veces uno no elige lo que escribe, sino que hay algo que te llama la atención, te hace darle vueltas a la cabeza... Y, a la vez, aquel folletillo que descubrí me despertó ese rollo de cuando éramos críos, de la isla del pirata, ese mundo de seres libres y dueños de su destino. Entre una cosa y otra, me despertó el mundo de la niñez y aquellas lecturas adolescentes de Salgari o Jack London. Pero cuando entré de lleno, me di cuenta de que ese mundo de los piratas que teníamos idealizado tampoco era tan ideal, que los piratas se convertían en tales casi por obligación, y que tenía su parte de crueldad... Eso me llevó a personajes marginados, que se quitaban las naciones de encima y a mí siempre me han atraído los personajes de ese tipo, de forma que se fueron juntando diferentes factores para ponerme a escribir.
Da la sensación de que Patxi Irurzun, todo un padre de familia hecho y derecho, se ha transformado en un niño para escribir este libro.
-Puede ser, por todo eso que he contado de la imagen idealizada de los piratas y las lecturas de la adolescencia... Y todo eso está en la novela. Y a la hora de escribir, mi idea inicial era escribir una novela de aventuras, más que una novela histórica en sí.
¿Por qué la alboka, un albokari, como hilo argumental o nexo de unión de la historia?
-La verdad es que es un instrumento y un sonido que siempre me ha llamado la atención, ya que se toca con la respiración circular, parecido a las gaitas. Y la novela es muy circular, al margen de que es un instrumento muy ligado a la tierra, a la madera... Hay un momento del libro en el que el abuelo del protagonista le dice que mientras siga tocando la alboka, mientras siga la música, seguirá viviendo. La alboka es el hilo conductor, lo que le une al protagonista a todo lo que ha ido perdiendo en su vida: su familia, su tierra, su casería. Creo que tiene un sonido muy evocador, muy potente que sirve para evocar todo eso.
¿Cómo se aguanta un escritor con una novela de este calado en barbecho sin que pueda ver la luz?
-La novela la acabé de escribir hace tres años, pero empecé hace diez. Y ha sido un proceso en el que me he tenido que documentar mucho y al final me costaba escribirla en ese sentido, por lo que he ido a impulsos. No ha sido una novela escrita del tirón.
Aunque en esta novela se aprecia mucho menos ese tirón y esa ironía que ha caracterizado la literatura de Patxi Irurzun, lo que no faltan son los guiños musicales a través de protagonistas con Lemmy (cantante de Mötorhead), Jager (Rolling Stones) o la taberna ‘La esquina del zorro’ (título de una canción de Barricada).
-Son guiños, porque en otros cuentos y novelas la música tiene un papel mucho más predominante. En esta ocasión el protagonista es un músico al que he ligado con guiños a la música actual. Y luego están los cameos, en el sentido de que el protagonista hace sus canciones pero he ido metiendo letras de Kutxi Romero, El Drogas o Kirmen Uribe, siempre con su permiso. Por otra parte, también se dan otra serie de guiños literarios, a novelas como El lazarillo de Tormes, La Celestina o El buscón. Es todo un pequeño juego dentro de la novela.
¿Si no se detiene la música, la vida sigue?
-Podemos cambiar la música por la literatura, el amor o la pasión que tenga cada uno... Se trata de buscar el sentido a la vida.
Hablamos de piratas, de mares, de barcos... ¿Cómo se mete un tío de ciudad, urbanita pro, en los entresijos de la ley del mar?
-Los que somos de tierra adentro tenemos esa atracción por el mar, y el protagonista nace en Zugarramurdi, y en ese sentido me identifico un poco con él. Pero luego ya, a la hora describir los ambientes marineros ha sido una cuestión de leer libros marineros...
Al final, y extrapolando de una de la reflexiones de la novela, ¿el euskera es el único territorio libre que les queda a los vascos?
-Ese es otro de los guiños literarios porque tienen mucho de la frase de Sarrionandia. De alguna manera, en este caso, ligado por el mundo de los piratas vascos, cuando se encuentran por los lugares del mundo, es la manera que tienen de refugiarse y comunicarse entre ellos. En cierto modo también es un pequeño homenaje.
Un homenaje que, al hilo de la canción de Evaristo y la Polla Records, también se convierte en un pequeña lección improvisada de euskera, palabra a palabra.
-Es cuando el protagonista se encuentra con el Lengua, que es como los españoles llamaban a los que dejaban con los indígenas en la Latinomérica para que aprendieran sus lenguas y sirvieran de traductores. Coinciden en una prisión y este Lengua muestra su interés por el euskera y Joanes le va enseñando las palabras básicas de una lengua.
Una de la claves de la novela, ¿es la búsqueda de la libertad?
-Yo creo que ese es el tema del libro. Al personaje principal lo han desposeído de todo y se ve obligado a buscar la libertad y su destino a lo largo de todo el libro. Y, al final, se da cuenta de que la libertad es, precisamente, la búsqueda de la libertad. Además, dentro de ese proceso de la búsqueda de libertad hay personajes que lo afrontan de una manera, como Kuthun, que es más cruel y vengativa, mientras que el protagonista, Joanes, lo que consigue es que dentro de esa búsqueda de la libertad mantiene valores como la bondad o la amistad.
Bien, aunque suene a repetición, ¿dónde encuentra finalmente el protagonista la libertad?
-Aunque él no se da cuenta, porque forma parte de su forma de ser, al final del libro lo comenta con Kuthun, el otro protagonista, cuya búsqueda de la libertad le ha llevado por caminos violentos, admira a Joanes porque en su búsqueda de la libertad se ha mantenido puro o salvando ciertos valores. Al final la libertad es encontrar tu camino sin traicionarte a ti mismo.
Patxi Irurzun no ha sido un escritor especialmente optimista, pero sin embargo en esta novela hay una frase que se repite en varias ocasiones y que insufla fuerza al relato y al protagonista, ‘Bizipoza’ (alegría de vivir).
-De hecho, el protagonista se la enseña a su loro, algo que era real. Y se la enseña porque fue la última palabra que le dijo su madre antes de morir. Este es un libro que tiene su drama, acorde con una época en la que la vida no valía nada, pero el personaje mantiene esa alegría de vivir, lo que viene a ser otra de las claves de la novela.
Utilizando una de las frases del libro, “qué sentido tenía la vida cuando tus sueños se convertían en los sueños de un naufragio en la arena”, ¿se ha sentido así alguna vez Patxi Irurzun como escritor?
-Muchas veces pasas por momentos buenos y otros en los que te preguntas para qué escribes, a quién va a llegar o qué recibes... Es difícil encontrar una respuesta, pero, en mi caso, aunque vendiera tres libros, escribir es algo que iba a seguir haciendo siempre. El caso es que tiras pa’lante, aunque todo parezca perdido, con esa alegría de vivir.
Al final, ¿quiénes son los dueños del viento? ¿El viento tiene dueño?
-El título viene porque a los piratas la única salida que les quedaba, para huir de la justicia, era el viento, porque en tierra no habían sitio para ellos. El mar, y dentro del mar, el viento, que es el que manda, era su motor y su vida. El viento no tiene dueño pero ellos, en cierta manera, se sienten dueños del viento porque no es de nadie.
Los piratas abogaban por una república libertaria que, ¿Patxi Irurzun busca o idealiza para el mundo actual?
-Uno de los temas que me impulsó a escribir la novela fue ese, cuando me adentré en ese mundo de repúblicas libertarias que intentaban hacer en la isla Tortuga los piratas, muy avanzadas para lo que era la época, con una democracia muy directa, en la que los capitanes y marineros tenían casi el mismo peso a la hora de decidir, no existía la propiedad... Mientras que en Europa la democracia no existía. Y si comparas eso con ahora, la realidad es que tampoco hemos llegado a una democracia directa o a una igualdad que ellos propugnaban. Eso contextualizado dentro de la época porque allí, por ejemplo, las mujeres no existían.
Se habla de piratas famosos como el capitán Morgan o Barbarroja, pero es que realmente hubo piratas vascos bastantes famosos, por decirlo del alguna forma...
-Es algo que a mí también me sorprendió mucho. Hay varios estudios que hablan sobre ello pero no es un tema muy conocido, y lo cierto es que durante una época los vascos de la costa se dedicaban al corso y a la piratería, y entre ellos destacan por ejemplo Jean Laffite. De hecho, Kuthun es un compendio de varios piratas vascos famosos como Laffite, que se dijo que expuso el manifiesto comunista, o Pellot, al que se le consideraba el Mortadelo de los piratas porque se disfrazaba.
Volviendo al principio de libro, al juicio contra las brujas de Zugarramurdi, ¿de nuevo nos encontramos con la Iglesia como principal ejecutante del control social y mental de la sociedad?
-Siempre he dicho que este es un libro de piratas pero la verdad es que tiene más parte de lo de Zugarramurdi que de la parte pirata. De Zugarramurdi lo que nos ha llegado ha sido la leyenda, los akelarres... e incluso lo damos por válido. Cuando la realidad es que detrás de eso había un ejercicio de control social por parte de la Iglesia, en este caso de la Abadía de Urdax, ya que los habitantes de Zugarramurdi eran ciudadanos libres, al contrario que los de Urdax. Es el ejercicio de dominación de esos ciudadanos libres frente a los siervos que ellos tenían.
¿Cómo un autor como Patxi Irurzun consigue fichar por una multinacional como Harper Collins?
-Fue una oportunidad, ya que es el segundo grupo editorial del mundo, aunque realmente acaba de entrar en España. Para mí significa que va a llegar a muchos más lectores y sitios, en el fondo es como una recompensa a todo el trabajo de estos años. Pero también te da la responsabilidad de saber si estarás a la altura. Pero esta novela será una excepción en mis libros porque me encuentro más cómo escribiendo cuentos y cosas más cercanas.
¿Es Patxi Irurzun un pirata?
-Soy pirata y también un poco de niño. Pero también tengo esa unión con los personajes y con los piratas de esa búsqueda de la libertad a través de los sueños, que en mi caso puede ser la literatura. Ser escritor en una sociedad como la de hoy es ser un poco pirata también.