madrid - El actor Lluís Homar encabeza la persecución a un grupo de personas, principalmente mujeres, en la obra Las brujas de Salem, con texto original de Arthur Miller y que estará en el Teatro Valle-Inclán de Madrid desde mañana hasta el 5 de marzo.

Andrés Lima dirige esta pieza, adaptada por el reciente Premio Cervantes, Eduardo Mendoza, y que cuenta en escena con hasta quince actores.

Un grupo de niñas adolescentes organizan un inocente juego en la comunidad de Salem que tendrá consecuencias funestas para ellas y sus familiares. Una historia inspirada en un famoso episodio en el año 1962 dentro del periodo de colonización en Estados Unidos, esta persecución tuvo un trasfondo de tierras y fanatismo que llevó a la muerte a 19 personas.

“Esta historia no es más que la muestra de cómo cuando el poder utiliza el terror puede crear pánico e histeria e, incluso, con gente matándose entre ellos”, alertó Lima, para quien la obra puede servir como parábola de los tiempos que corren.

“Hay un rebrote de un nuevo fascismo en Europa y Estados Unidos que utiliza el terror de esta manera, aunque debajo de ello no haya más que codicia humana y un deseo de hacerse con la mayor cantidad de posesiones posible”, aseveró. “Estados Unidos lleva a Salem en sus genes y es posible que corra el peligro de que ocurra otra vez ahora. Trump es un personaje exacerbado que genera una tensión enorme y además es un personaje muy peligroso, hijo del neoliberalismo”, apuntó.

En esta misma línea se mostró Homar, para quien el ser humano tiene una doble vertiente con la que es capaz de hacer “barbaridades como las de Salem, el nazismo o las brutalidades que hemos visto en España”. “Lo queramos o no somos eso, el alma humana va muy despacio y Miller fue capaz de mostrarlo”, señaló.

De hecho, uno de los puntos destacados del texto es que Miller, pese a sufrir esa persecución, no ofrece buenos y malos en su obra. La puesta en escena de Las brujas de Salem incluye una “claustrofóbica” casa de madera y sus personajes visten con trajes “anacrónicos”, en parte para realzar esa oscuridad del ser humano.

Una obra que ya se estrenó previamente en el festival Grec y que tenía el texto en catalán. “La traducción ha sido respetuosa con el original aunque era un inglés imposible de traducir literal”, señaló Lima, quien además añadió que el paso del catalán al castellano ha sido muy fluido y enriquece el resultado final.

En cualquier caso, el director ve la obra como una oportunidad para reflexionar sobre el futuro de la ciudadanía. “Hay que preguntarse hasta qué punto es cómodo que te digan lo que hay que hacer. No digo que seamos una sociedad tonta, pero sí bastante cómodos”, concluyó. - Efe