pamplona - Vuelve al Gayarre, donde en 2013 estuvo con Fisterra. Creo que está más enganchada que nunca al teatro.

-Pues mira, sí, hacía muchos años que no hacía teatro y estoy muy contenta. Me hace muy feliz hacer personajes que no son yo.

En realidad, Eva Hache comenzó como actriz, lo que ocurre es que la hemos conocido más por sus intervenciones en televisión.

-Empecé en una compañía de repertorio, en la que estuve cuatro años haciendo cuatro funciones distintas y con muchas giras, así que esto es como un regreso a los orígenes, y está muy bien, porque como la disciplina teatral ya la conocía, volver a practicar es muy placentero.

Poner sobre las tablas la primera obra de un autor, aunque ese autor sea Cesc Cay, un consumado director de cine, seguro que hace ilusión, aunque también será una responsabilidad.

-Claro. Lo bueno es que yo ya había visto la función, sin saber que iba a llegar a hacerla en el futuro, y había comprobado que el producto en sí mismo estaba muy bien hecho. Cesc tiene un ojo y una inteligencia bárbaros sobre todo para hablar de temas de mucho interés y muy espinosos dándoles un toque de comedia que, quizá, en sus películas es más sutil, pero que en el teatro es directamente muy carcajeante. Se ha apuntado al lenguaje teatral muy bien. Ha entendido que la puesta en escena es diferente y la verdad es que un privilegio trabajar con él. Dirige muy de verdad a los actores y he aprendido mucho.

Las funciones, tanto en Madrid como en gira, han ido muy bien, lo que les dará mucha más seguridad y acabará de ajustar la obra.

-Además, en esta función, como la risa del público está tan presente y en cada sitio sucede de una forma distinta, es como si fuera un personaje más. Marca mucho el ritmo de la función. Los cuatro actores tenemos que escuchar mucho a los espectadores y acoplarnos al ritmo que nos van marcando sus risas. Eso hace que el espectáculo sea muy cambiante y que la atención sea constante, pero está siendo una experiencia muy gratificante. La obra está muy viva.

Grabar televisión entre semana y salir de gira el sábado o el domingo seguramente será agotador, ¿qué le aportan estos viajes en compañía?

-Yo estoy muy contenta. Además, nos llevamos todos muy bien, incluido el equipo técnico, que es algo que no siempre pasa. Nos gusta mucho comer y beber, con lo cual estamos haciendo también una gira gastronómica muy completa (ríe).

Decía que Los vecinos de arriba es carcajeante, pero de entrada no sé si tiene mucha gracia esto de que una pareja se dé cuenta de pronto de lo monótona que es su vida.

-Por eso digo que Cesc es un maestro en hablar de temas que a primera vista no parecen muy agradables y en dotarlos de ironía y en cierto modo también de un cinismo muy especial.

¿Quién es Ana, su personaje?

-Yo soy la vecina de abajo, que decide invitar a los de arriba a picar algo porque siente que se lo debe por cortesía vecinal. Y la cosa es que, aparte de que su pareja está un poco estancada en la rutina y en el desamor, el primer conflicto que aparece en la función es que el marido quiere hablar del tema que le preocupa a él, que es la fogosidad sexual de los vecinos. Claro, eso a ella le da mucha vergüenza y no piensa que debe ser una conversación para un primer encuentro. Ya desde el principio de la función el público se posiciona a favor o en contra de eso y cuando llegan los invitados a la casa todo empieza a desmandarse de un modo que ella no controla, aunque en todo momento intenta ser la anfitriona perfecta y hacer como que no pasa nada.

Está intentando controlar algo que parece incontrolable.

-Sí. La empatía del público con Ana es muy grande, todo el mundo se ha visto en esa situación de no querer sacar un tema que, sin embargo, acaba surgiendo. A ella se le va haciendo cada vez más bola, pero insiste en hacer ver que no pasa nada. Y eso da mucha risa, porque ver a alguien en el escenario pasándolo mal es realmente cómico (ríe).

¿Es el humor la mejor herramienta para hablar de lo más doloroso?

-Por supuesto. Una de las principales misiones de la comedia es poder hablar de temas espinosos. Esto ya pasaba con los bufones y los reyes. Si se tenía un bufón en la corte era, precisamente, para quitarle hierro a asuntos casi prohibidos. Esto debe seguir siendo así, a pesar de que ahora hay tanto sentimiento a flor de piel.

¿A qué se refiere?

-Al debate que se mantiene hoy sobre los límites del humor. Yo creo que los límites están en la calidad, se puede hablar de cualquier cosa siempre y cuando la persona que lo haga tenga talento; si no, simplemente es mal gusto.

Dice Cesc Gay que vivir en pareja es un reto mayúsculo lleno de adversidades y obstáculos, ¿qué opina Eva Hache?

-Opino que el roce hace el cariño, pero que la confianza da asco. Efectivamente, todo el mundo se reconoce en algún momento en lo que sucede sobre el escenario. Cesc también dice que parece mentira que con lo difícil que es vivir en pareja todos nos empeñemos en que eso sea un objetivo vital. También es cierto que se nos ha vendido un amor romántico muy propio de las películas de Disney que no se acerca a la realidad. En cualquier convivencia, ya sea de una pareja o de compañeros de piso o de trabajo, todo el mundo tiene que poner de su parte y saber lo que es el respeto. Y también respetar la individualidad. Yo conozco a parejas que sufren porque se empeñan en parecer un ser con dos cabezas.

¿El humor, nuevamente, ayuda a curar las heridas que dejan algunos conflictos y discusiones?

-Mira, la gente cuando sale de la función nos dice cosas del tipo “uy, anda que no tenemos cosas que hablar ahora mi marido y yo” o “menos mal que era comedia” (ríe). Se abren muchos debates. Es que, claro, realmente, el tema remueve y cuando ves que vienen parejas de larga duración, piensas que igual algunas están pasando por esa etapa o que ya la han pasado. Pero es muy bonito que la gente que va al teatro vaya con la idea de entretenerse y luego se lleve conversación para casa. Además, creo que una de las cosas más importantes en una relación es comunicarse y que cada uno diga lo que quiere con libertad y con confianza.

Hablamos mucho de reírse, ¿pero Eva Hache en su vida diaria es de risa fácil o ya se conoce todos los trucos?

-Me suelo reír bastante. Es verdad que cuando estoy haciendo un trabajo peco un poco de exceso de crítica, sobre todo cuando despedazo el andamiaje de la comedia. Quizá en ese momento no lo disfruto tanto, pero cuando veo a alguien con talento, sí. Y en mi vida diaria me río mucho y casi de cualquier cosa. Estoy siempre dispuesta.

Seguro que la complicidad entre los compañeros, en su caso con Xavi Mira mucho más, es una de las claves de esta comedia.

-¿Sabes qué pasa? Que está tan bien escrita, que los cuatro tenemos que estar muy atentos porque la hacemos a la vez todo el rato. Y nos cuidamos mucho los unos a los otros porque la obra tiene un ritmo muy trepidante, hay que tener cuidado con las risas porque si siguiéramos y no actuáramos con micrófono, la gente no podría escucharnos. Cesc tiene un carácter muy tranquilo y muy sincero, y eso ha generado un bienestar entre nosotros desde los ensayos.

Se la ve muy feliz con esta función y con esta nueva etapa en el teatro.

-Estoy, muy, muy feliz. Llevo mucho tiempo haciendo otros trabajos y parecía que ningún director se atrevía a llamarme. Muchos piensan que estoy trabajando sin parar, y no es verdad (ríe). Aunque yo disfruto mucho de mi descanso y me encanta estar de vacaciones, sí que tenía ganas de que alguien me llamara para hacer algún personaje. Y, oye, se me da bien.

También parece estar a gusto como jurado en el programa de televisión Got Talent. ¿Cómo se le da eso de juzgar a los demás, qué ha descubierto de sí misma en ese rol?

-Yo tengo muy poca vergüenza en general, con lo cual, no tengo miedo de expresar mi opinión o de emitir un juicio. De lo que sí me he dado cuenta en Got Talent es que tengo que ser muy agradecida con la gente que viene con toda su generosidad a demostrar gratuitamente el talento que tiene o que piensa que tiene. Desde el principio he tenido en cuenta que al que es muy bueno hay que decírselo, pero eso es muy fácil; lo que intento con el que es malo o regular es hacerles un comentario con algo positivo para que mejoren, continúen y no tiren la toalla.

Hay muchas emociones en juego.

-Muchas. Nosotros nos vamos destrozados y con la adrenalina a tope. Todo el mundo que viene al teatro a mostrar lo suyo llega con unas expectativas, con una emoción, con una energía altísimos, y eso, quieras que no, se te mete debajo de la piel y te lo llevas para casa.