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“Vamos camino de diez años con la última crisis y tenemos motivos para escribir novelas negras”

Miguel Izu acaba de publicar su segunda novela, ‘El crimen del Sistema Métrico Decimal’ (Berenice), que logró ser finalista del premio Fernando Lara en 2016

“Vamos camino de diez años con la última crisis y tenemos motivos para escribir novelas negras”Iban Aguinaga

pamplona - ¿Nos encontramos ante una novela histórica, una novela negra o una mezcla de ambas?

-Es un híbrido de las dos, evidentemente. Hay una trama policíaca, como apunta el título, un crimen, pero claro, esto se desarrolla en el año 1849, con lo cual tiene su parte de novela histórica. Me he tenido que documentar sobre esa época, y el lugar donde suceden los hechos principales, que es Madrid. Una fórmula que no es novedosa, pero el planteamiento inicial era ese, situarlo en aquella época y partiendo de un crimen.

La curiosidad lleva a la pregunta inevitable de... ¿cómo llega Miguel Izu a la implantación del Sistema Métrico Decimal como punto de partida de su nueva novela?

-Eso tienen también su pequeña historia... Estaba yo un día navegando por la Gaceta de Madrid del siglo XIX...

Algo que hacemos todos habitualmente...

-(risas) No, lo hacemos muy poca gente, que somos muy raros. La Gaceta de Madrid era como se llamaba el Boletín Oficial del Estado en aquella época. Y tiene una edición digital que está muy bien porque viene desde 1666, cuando era un periódico y daba noticias de todo el mundo. Desde que pusieron en marcha la edición digital la he utilizado bastante sobre todo por el vicio que tengo de investigar, no para escribir novelas sino ensayos, sobre todo de temas jurídicos, políticos... Siempre me ha gustado la Historia y cualquier tema que trate, siempre empiezo por hacer la historia. El caso es que no me acuerdo que estaba buscando ese día pero me encontré con una Ley de 1849 que es la que pone el Sistema Métrico Decimal en España, y me llamó la atención. Yo tenía una idea vaga sobre el mismo, que lo inventaron los franceses y que luego se fue implantando. El caso es que guardé una copia de la Ley, en una carpeta del ordenador, pero con la idea de escribir algo pero en plan de ensayo, de investigación. De esto hará casi cuatro años, y en los meses siguientes seguí buscando información sobre el Sistema Métrico Decimal hasta que decidí que no iba a escribir nada porque vi que estaba muy estudiado y no había nada nuevo que aportar. Tiempo después, hará un par de años, de pronto tuve la idea de utilizar aquello pero para una novela. Acababa de publicar El asesinato de Caravinagre, y se me ocurrió que se podía hacer otra novela pero en aquella época. Y lo primero que se me ocurrió fue el título, El crimen del Sistema Métrico Decimal, porque a mí me cuesta escribir nada si no tengo la idea clara y el título. Y para ello tuve que documentarme sobre esa época, porque tenía una idea vaga sobre 1849, de hecho, si me hubieran preguntado hubiera respondido Isabel II y poco más. Mientras me documentaba, ya fui eligiendo personajes, ya que en la novela hay una mezcla de históricos y ficticios. Y elegí Madrid porque, evidentemente, allí es donde está el Congreso, que es donde se debate la Ley y donde comienza la historia. Los personajes me fueron llevando a la trama y al crimen.

Precisamente, haciendo referencia a los personajes de la novela, y tirando para casa, aparece el General Narváez (7 veces presidente del Consejo de Ministros en el siglo XIX), que tiene su particular vinculación con Navarra, ya que sumó galones en la batalla de Mendigorría, del lado liberal, frente a los carlistas (ascendió a teniente coronel).

-Los personajes históricos son los de la época, Narváez, Espartero y toda esa gente... Pero sí es verdad que quise tirar un poco para casa y hacer unos guiños para el lector navarro. Así, por ejemplo, uno de los personajes históricos que desde el principio me llamó la atención fue Fermín Arteta, poco conocido por aquí, pero navarro de Corella, que fue muchos años diputado y senador, y varias veces ministro. Al protagonista no lo hice navarro, porque iba a ser demasiado evidente, pero sí le puse un apellidado navarro, Pedro Arróniz, y lo hice riojano, es decir, paisano de Espartero, que también tiene su papel en la novela; Espartero era manchego pero se afincó en Logroño. Al protagonista (Pedro Arróniz) lo hago militar, porque casi todo el mundo había ido a alguna guerra en aquella época, y también lo hago policía, ya que en aquellos años se nutría de militares porque digamos que estaba comenzando a formarse. Lo de la Policía es lo más familiar que tenía porque mi tesis doctoral fue sobre la Policía Foral, y sí que tenía una idea general de cómo había surgido, en el siglo XIX e inventada por los franceses, aunque sí que me tuve que documentar sobre cómo estaba organizada. Hay algún guiño más a Navarra, ya que al protagonista lo pongo en la batalla de Mendigorría junto a Narváez.

No seré el primero en apuntarlo, pero, comisario de una Policía casi recién inventada, siglo XIX, un crimen, lucha de intereses políticos, guerras (Cuba o Filipinas)... Inevitablemente a uno le recuerda a Víctor Ros...

-Ni he visto la serie ni he leído las novelas, de hecho me he enterado que existía cuando ya tenía escrita la novela. He leído sobre ella y me ha hecho gracia que alguien haya comentado al respecto, pero supongo que habrá paralelismos y diferencias como con cualquier época histórica.

Una de las cuestiones que subyacen en la trama es algo que parece anclado en la España de cualquier siglo, y es que se toma la implantación del Sistema Métrico Decimal como una imposición de algo que viene de fuera y que no es mejor que lo nuestro, lo que, lógicamente, en muchas ocasiones ha impedido una evolución y progresión social.

-Exactamente. Yo describo una época de cambios, con mucho movimiento, con el ideal del progreso y ese enfrentamiento de lo nuevo frente a lo viejo, los que se resisten y quieren mantener la tradición frente a los que quieren cambiar las cosas. Y el Sistema Métrico Decimal funciona como un símbolo de toda esa época en muchos países, de hecho todavía hoy algunos siguen oponiéndose a este sistema de medidas. Ese debate entre tradición y modernidad lo utilizo muy conscientemente como trasfondo de la historia.

Una historia que, además, relata una serie de acontecimientos que, desgraciadamente, casi podían haber sido calcados de la época actual.

-Esto es inevitable. Sea cual sea la época en la que te plantes, vas a encontrar cosas que se repiten constantemente. A mí me hizo gracia encontrar paralelismos como el hecho de que los años 40 son una época de crisis económica en toda Europa de la que se considera culpable a la especulación en bolsa y los bancos, hasta que explotó la burbuja. En esos años el Estado tuvo que rescatar algún banco en España, algo que nos suena muy próximo, pero ya sucedió, al igual que una persona que ha trabajado en entidades financieras que han acabado al borde de la quiebra y que acaban haciéndolo ministro de Hacienda. Eso pasó con algún personaje conocido de la novela, y no doy más detalles. Al lector del año 2017 le sonarán algunas de las cosas que suceden, aunque otras son radicalmente distintas, como el debate de la esclavitud, que no existía en la península pero sí en las colonias (Cuba, Puerto Rico...).

Incidiendo en la exhaustiva documentación que ha realizado para la novela, ha comentado que descartó los Episodios Nacionales de Galdós, algo que parecía obvio, ¿por qué?

-Yo me fui rápidamente a los Episodios Nacionales porque Galdós prácticamente tiene todo el siglo XIX contado ahí, lo que sucede es que no me aportaba la información que yo quería, es decir, cómo vivía la gente en esa fecha, cómo hablaba, cómo comía, cómo eran sus casas... Y Galdós escribe al final del XIX y principios XX, varias décadas después de lo que yo quería contar. No da muchos detalles y se centra más en los acontecimientos políticos y en los personajes. Ojeé a Galdós pero lo dejé y me centré más en novelas publicadas en los años 40 del siglo XIX, la mayoría no han pasado a la historia de la literatura, de autores hoy olvidados, pero describen la sociedad de la época. Y luego la prensa, ya que en aquellos años había muchos periódicos, incluso más que ahora, y la mayoría de ellos están digitalizados y dan detalles hasta del tiempo que hizo cada día, lo que te sirve para armar la novela con verosimilitud reflejando lo que le preocupaba realmente a la gente.

A modo de reflexión, parece como si el ser humano no evolucionara o aprendiera de lo vivido...

-El ser humano evoluciona poquito y despacio. La historia humana tiene 5.000 años, por decir algo, y el ser humano es el mismo. Por eso es cierto lo que dice la Biblia de “nada nuevo bajo el Sol”. Dentro de un millón de años habremos evolucionado más, pero la naturaleza humana evoluciona poco, ahora somos unos animales con mucha tecnología pero las pulsiones primarias siguen siendo las mismas.

Cambiando de tercio, ¿qué les sucede en Navarra a los escritores con la novela negra, que se ha convertido casi en un boom?

-No sé el porqué. Creo que es un género agradecido, que parte de una base sólida: un crimen y una investigación, algo que te permite agarrar al lector desde las primeras páginas hasta las finales. Y esta trama tan simple la puedes rellenar de lo que quieras, por eso es un género tan popular, tanto para el escritor como para el lector.

Quizá también porque permite al escritor sacar ese lado oscuro que todos llevamos dentro...

-Por supuesto. En la novela negra estricta, presenta el lado oscuro del ser humano y de la sociedad, con una importante crítica social hacia la injusticia, la corrupción... Pero hay otra novela policíaca, de tradición británica, que no tiene nada de eso, simplemente hay que descubrir al culpable, como las novelas de Agatha Christie. Pero está claro que esa visión de la parte oscura de la sociedad en la que vivimos atrae, sobre todo en función de la sensación de crisis social que tenemos. Ahora vamos camino de 10 años con la última crisis y creo que tenemos motivos, en este y en todos los países, para hacer novelas negras... Somos más pesimistas que hace 20 o 30 años, cuando contábamos otras cosas.

Biografía. Miguel Izu (Pamplona), doctor en Derecho y licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, es vocal del Tribunal Administrativo de Navarra. Ha ejercido como abogado y como profesor de Derecho Administrativo en la UPNA. Ha sido concejal del Ayuntamiento de Pamplona, presidente de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona y miembro del Parlamento de Navarra. En su extensa obra figuran novelas como El asesinato de Caravinagre (Siníndice, 2014), numerosos relatos, ensayos -Navarra como problema. Nación y nacionalismo en Navarra (2001), El régimen jurídico de los símbolos de Navarra (2011, VII Premio Martín de Azpilicueta), El régimen lingüístico de la Comunidad Foral de Navarra (2013)- y compilaciones de artículos de prensa -Sexo en sanfermines y otros mitos festivos (2007)-.

Sinopsis. La historia transcurre en la villa de Madrid (1849), donde corren tiempos turbulentos, con una monarquía en entredicho y un gobierno conservador que adopta maneras autoritarias. Mientras, está a punto de debatirse la Ley de Pesas y Medidas, que va a implantar el sistema métrico decimal en España. En ese contexto histórico, el ministro que la impulsa, Bravo Murillo, y el diputado que la defenderá, son tiroteados en plena calle. Aunque resultan ilesos, mueren dos acompañantes y uno de los asesinos, el bandolero Cayetano García. El comisario Pedro Arróniz será requerido para investigar la identidad de quien ordenó el atentado mientras teme estar enfrentándose a oscuros intereses políticos y económicos.