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La simbología del círculo y del desnudo

La artista pamplonesa amaya aranguren presenta en el polvorín su particular acercamiento a la naturaleza

La simbología del círculo y del desnudo

Un acercamiento a la naturaleza humana a través de la desnudez y los círculos. Esa es la propuesta que la artista pamplonesa Amaya Aranguren presenta en su vuelta al Polvorín de la Ciudadela, ocho años después de la última vez. Se trata de una selección de 32 obras de los trabajos que ha desarrollado en los últimos tres años y a través de las cuales abunda en los significados e interpretaciones de dos poderosos símbolos de la historia del arte universal.

Los círculos aparecen por primera vez en la obra de Aranguren en los paisajes de la serie Astros, fruto de la evolución que experimentó la artista durante la realización de otros proyectos. “Fue hace algunos años, a raíz de una exposición que hice en Ormolú en la que abordaba las rosas con estructura espiral”, recordó esta artista pamplonesa, para quien el círculo es un símbolo antiguo y metafórico que representa simultáneamente “límite y energía o unidad y equilibrio”. “En Astros, los círculos están presentes como una evocación a la naturaleza dentro de paisajes mínimos”, apostilló Aranguren, que estableció la diferencia entre círculos y ruedas en lo que referencian. “La rueda remite más a la naturaleza, transmite más energía y fuerza, y los círculos, a uno mismo”, aseguró la autora durante la presentación de esta exposición, a la que también acudió la directora de Cultura, Maitena Muruzabal.

Por otro lado, mediante el desnudo, “una de las grandes aportaciones de la cultura griega” en palabras de Aranguren, la autora trata de reflejar la dicotomía existente entre lo apolíneo y lo dionisíaco. “En 2009 trabajé diversos fragmentos de La Edad de Oro de Ingres, una obra que representa la idea de la naturaleza humana”, recordó Aranguren, que durante este estudio tuvo la oportunidad de analizar las representaciones grecorromanas de ritos dionisíacos y bacanales. “Me llamaron mucho la atención las escenas de baile y movimiento”, reconoció esta artista, que representó en una de sus series, Catarsis, la complementariedad de lo apolínea y lo dionisíaco. “Están íntimamente ligadas. Son dos facetas complementarias y necesarias para crecer. Es por eso que llamé a esta serie Catarsis, que quiere decir purificación”, explicó Amaya Aranguren, que ejerce como profesora en la Escuela Catalina de Oscáriz.

Para lograr su objetivo, en una de las obras que componen esta serie, la autora pamplonesa puso el contrapunto a todas las manifestaciones dionisíacos con Retrato Colectivo; un óleo en el que lo apolíneo brilla en todo su esplendor. “Las figuras están serenas, en armonía, que, al fin y al cabo, es lo que todos anhelamos. La idea es la misma que en la obra de Ingres, pero más sobria”, comentó Aranguren con la pintura en cuestión a sus espaldas.

Por último, la muestra la cierran tres vanitas, basados en exvotos funerarios griegos. “La muerte es un tema que yo suelo trabajar mucho y estos exvotos funerarios en forma de tres cabezas femeninas son, en realidad, pebeteros”, apuntó Aranguren, decidida a seguir experimentando y desarrollando este tema, “considerado como un tabú socialmente”, pero, según precisó, “alejándome del signo de la calavera”.