tudela - Entre la incertidumbre del ¿qué quiere decir con este largometraje? y la impresión de estar viviendo un Gran Hermano laboral, la película proyectada ayer en el marco del Festival de Cine Ópera Prima, La mano invisible tiene, de partida, el punto favorable de que hace pensar al espectador, cosa que no todos los largometrajes actualmente lo consiguen. Aunque a la salida es fácil escuchar, “es un horror, a mi me gustan las películas bonitas”, el primer largometraje de David Macián, consigue que el espectador se revuelva en su interior, en la butaca y se examine, y eso tampoco es sencillo.
Macián, que reconoció que se trataba de “una apuesta arriesgada”, explicó ayer en Tudela que la historia le surgió tras escuchar en la radio al autor de la novela, Isaac Rosa, al que “seguía como columnista pero no como escritor”.
La mano invisible, adaptación de la novela homónima de Rosa, se adentra en el mundo del trabajo, los conflictos humanos, en las reacciones ante el poder y en el comportamiento en comunidad. La obra no sólo entra en analizar la diferente reacción de once personas que han de realizar un trabajo repetitivo sin finalidad alguna en una nave industrial, sino que también bucea en su adaptación a un grupo, en la forma de comportamiento del público que acude a la nave industrial a verlos realizar un trabajo no productivo, pero, por añadidura, también profundiza en cómo los espectadores viven ante una pantalla en la que se cuenta todo este entramado. El realizador murciano indicó que “la historia me llegó en un momento en que yo venía de diversos trabajos precarios y conflictos laborales y eso me ha ayudado a enfocarlo y abrir la mente”.
Macián, reconoció que había sido “una adaptación difícil” muestra así la tendencia de culpar a los demás, la escasa solidaridad que se incrementa en el terreno laboral, la condición humana de obedecer órdenes aunque éstas no tengan sentido y, por último, el movimiento de las masas. Visto todo esto, la obra deja muchas más aristas por analizar en una obra que hace meditar pero que, podría, al mismo tiempo, adentrarse con más crudeza en el comportamiento humano y sus reacciones.
Los roces entre los trabajadores, los despidos cuando se cuestionan el sentido de su trabajo o la razón para que les exijan una mayor productividad colocan al espectador en su quehacer diario y observan la deshumanización progresiva de los empleados conforme se precariza el empleo.
autofinanciación Macián llegó a Tudela acompañado de Christen Joulin, que debuta en un largometraje, y Josean Bengoetxea, que relató cómo en dos días debieron aprender a desempeñar dentro del oficio que interpretaban. El actor vasco describió cómo el hecho de que los actores hayan tomado parte en la financiación, que ha sido autogestionada, ha provocado también una participación más cercana.
Según reconoció Macián, influido por La jauría humana y Danzad, danzad malditos, a la hora de acometer la narración, coloca a un público al que apenas se ve pero del que se conocen su reacción y que comienza siendo un participante en el experimento de observar la evolución de los trabajadores para pasar a ser, más tarde, los jefes de los empleados y terminar, finalmente, siendo una turba que se cree con el derecho de poder dictar el destino de quienes trabajan en este Gran Hermano laboral. “Esperan sangre como en el circo romano. Buscábamos cómo podrían reaccionar la sociedad que yo conozco. Lejos de buscar la empatía con los trabajadores, actúan como consumidores”. El realizador novel reconoció la ausencia de cine social en el cine español actual y apuntó que podría deberse a “cómo está estructurada la financiación, las productoras no vana apostar por eso, las televisiones menos y el ministerio no digamos...”.
Los diálogos. Dentro de la adaptación, tuvo que convertir en diálogo las reflexiones que los once trabajadores realizaban durante su trabajo ya que el autor sólo relataba sus pensamientos.
Rodaje. A la hora de rodar, flamaba a los actores solos y les pedía que reaccionaran de determinada manera sin que ellos tuvieran delante al público o a los compañeros.