pamplona - “Solo el amor justifica un pecado” es el lema bajo el que se estrena hoy Cuando dejes de quererme, la ópera prima de Igor Legarreta (Bilbao, 1973), cineasta afincado en Pamplona desde hace años. En su debut cinematográfico, Legarreta -coguionista y director de la segunda unidad de Automata, entre otros-, presenta un thriller en el que Laura -Flor Torrente- descubre que su padre -Eneko Sagardoy- no la abandonó, sino que murió asesinado por un tiro en la nuca. Con la ayuda de su padrastro -Eduardo Blanco- y un agente de seguros -Miki Esparbé-, reconstruirá qué pasó 30 años atrás, mientras los sentimientos hacia su padre van evolucionando, tras haberlo odiado por su abandono, pero verlo ahora como una víctima.

Cuando dejes de quererme llega a las salas de cine tras años de trabajo y bajo una coproducción entre Argentina y España. ¿Cómo ha afrontado su primer largometraje?

-Ha sido un reto. También hay un reparto bastante extenso, el tono elegido de la historia tiene cierta complicación, porque es un thriller pero que mezcla amor y humor... Estos han sido mis grandes retos como ópera primera, pero desde que quedé atrapado por el guion y decidimos ir a por ello, no era muy consciente del hecho de tener que rodar en dos lugares diferentes, y hasta que no estás en Argentina, no te das cuenta de lo que supone.

El filme está relatado a tres tiempos y viaja a los 60, al origen de ETA y bajo la represión del franquismo. ¿Qué aporta este contexto a la historia, alejada de vocación política?

-Nosotros ficcionamos, no estamos acercándonos a un hecho verídico que aconteciese en aquellos años. Lo que es real es el contexto sociopolítico, esa dictadura y represión, con ETA naciendo de un grupo pequeño de idealistas, antifranquistas y nacionalistas vascos, que están dando forma a un grupo armado al que los sucesivos años lo irán transformando en lo que finalmente fue. Me gusta porque es una realidad del País Vasco, la tierra que vio nacer a la protagonista, aunque finalmente no creció en ella porque se mudó a Argentina junto a su madre, tras el abandono de su padre. El contexto ayuda a vertebrar el thriller y a recrear un avispero, una situación en la que las pistolas podían provenir de varios lugares diferentes. Pero el corazón de la película está en otra parte, no en ese acercamiento.

El corazón, el de los personajes, es lo que mueve gran parte de la trama y juega un papel importante, como amor de pareja y desde el triángulo que forman Laura, su padrastro y su padre biológico. ¿Es esta una de las claves del filme?

-Sí, el amor y el desamor, o dicho de otra manera, el amor en diferentes tonos aparece en la película. Prácticamente todos los personajes tienen una conexión amorosa de alguna manera: paternofilial, de amor romántico... Y luego, por otro lado, el amor es utilizado, a veces casi a modo de rehén, por los personajes para justificarse a sí mismos. Por ejemplo, el personaje de Laura justifica su actitud vital solitaria basándose en un desamor, pero en el fondo su miedo a volver a sentir se basa en el temor a ser abandonada de nuevo y sufrir otra vez. Tiene el resquemor de haber sido abandonada de niña por su padre y es una herida que no ha sido curada del todo.

En la película participa Eneko Sagardoy, reciente ganador del Goya a Actor revelación con Handia, ¿cómo definiría el trabajo del actor vasco?

-Solo tengo piropos para Eneko. Necesitábamos un actor para interpretar un personaje complejo donde los haya: el padre biológico de la protagonista, Félix Careaga. No tiene demasiadas secuencias, pero son todas muy importantes y necesitábamos a un actor carismático, que dejase un poso en el espectador. Eneko es diferente y es un tipo con una sensibilidad especial y muy cercano y trabajador, cosas fundamentales para trabajar con un actor. Está muy bien amueblado, algo sorprendente para alguien tan joven, y toda esa buena carrera que tiene le va a venir estupendamente ahora que supongo que tendrá cierto mareo con esto de haber ganado el Goya.

Retrocediendo al rodaje, parte del largometraje se rodó en Navarra. ¿En qué localizaciones concretas tuvo lugar la grabación?

-Rodamos cerca de Altsasua, en una carretera donde transcurren varias secuencias, y también hemos rodado en bosques y en la cantera de Aldatz. Estuvimos toda una noche bajo la lluvia rodando en Aldatz y en sus alrededores, una noche para guardar en la memoria... Era pleno marzo y sin parar de llover, estábamos absolutamente congelados y empapados, pero luego luce mucho lo que hemos rodado. Conozco muy bien el lugar de Aldatz y nos pareció súper atractivo rodar ahí. Me gusta mucho ubicar la película en un lugar al que le falta un pedazo de tierra, un territorio o terreno en el que de repente hay un agujero... Un poco como lo que le sucede a nuestra protagonista, que de alguna forma hay un agujero en su vida.

Una vez estrenada ya su ópera prima, ¿con qué proyectos cinematográficos cuenta de cara al futuro?

-Tengo un par de guiones y curiosamente uno de ellos está ambientado en Navarra y sería para rodarlo prácticamente en su totalidad en la Comunidad Foral. Es una historia muy boscosa y bastante atractiva. Ahora estoy esperando a que pase todo el estreno de la película y en cuanto retome la calma, volveremos con ello.

Hilando con la industria cinematográfica, el mencionado Eneko Sagardoy afirmaba hace una semana que se encontraba en paro, aunque con proyectos de cara a futuro. Desde su posición y trayectoria, ¿qué radiografía hace usted del estado de salud del cine estatal?

-Algo parecido. Me parece curioso, por falso, que parte de la opinión pública piense que la gente del cine vive en la abundancia, o que somos unos subvencionados, o que estamos sin trabajar... La experiencia que tengo, y la de los que me rodean, es gente que vive en condiciones bastante precarias. Siempre pongo el ejemplo de los guionistas, a quienes en general y por mi experiencia, nadie les paga y no cobran ni un euro por escribir un guion, que es algo complejo, costoso y dificultoso. Es raro que un productor pague de forma adecuada un desarrollo y una escritura. Suscribo lo que dice Eneko, hay muchísimo trabajador del cine, actores, actrices, guionistas y directores, que se mueven en lo semiprofesional porque de alguna forma hay que pagar el gas.