“La mejor música es aquella que consigue lo que honestamente pretende”. Pocas definiciones tan acertadas se habrán presentado alguna vez ante los oídos del respetable. Su autor es Marcelo Escrich, contrabajista argentino pero con muchos años de Navarra a sus espaldas, pareja de hecho artística del acordeonista navarro Javier López Jaso. Sin duda, son dos de los máximos exponentes del jazz en esta tierra. Inquietos, eruditos, atrevidos, investigadores, profesores, tradicionales, vanguardistas... Todos estos calificativos, y más, confluyen en su segundo disco juntos, Aporía, que acaba de ser editado de la mano del sello Errabal.

Un trabajo que llama la atención desde su título pero que en sus primeras horas de vida ya causaba admiración entre los expertos, como es el caso de Pachi Tapiz, que mientras se desarrollaba la presente entrevista mandaba un mensaje a Marcelo alabando el trabajo realizado.

“El título -explica Javier- nace sugerido por un compañero del Conservatorio. Miré lo que significaba (“paradoja o dificultad lógica insuperable”) y descubrí que pegaba con mi filosofía de ser y con la que tenemos los músicos, esa paradoja continua de querer llegar a algo. Así, el título del disco camina por ese sendero en el que se mezcla una palabra bonita pero que, a la vez, esconde la teoría de intentar alcanzar algo y no poder lograrlo”. Una filosofía que, en parte, cae una contradicción positiva, si nos referimos a este disco, ya que todos los músicos presentes resuelven sobresalientemente cualquier dificultad técnica planteada. Otra cuestión es el alcance de su música. “A la gente, la música le llega, habitualmente, a través de medios masivos, así funciona el mundo. Por eso nuestra aporía es que nos escuchen, que se detengan en unas canciones que transmiten mensajes inefables muy buenos pero que sabemos que pocas personas escucharán, solo los que tengan la suerte de escuchar un programa en el que suene este disco o aquellos que disfruten de una presentación en directo de estas canciones, que en sí misma ya es otra aporía. Esa, aunque suene pretencioso, es nuestra aporía”, apuntala Marcelo. Un discurso medido y sentido que, como no podía ser otra forma, declina en redondear la eterna pregunta de cuál es la buena música. “Los restaurantes de menú del día están más frecuentados que los de alta cocina, pero supongamos que todos costasen lo mismo... Entonces tendríamos que ver si la gente acude a Subijana o sigue con su menú del día. Si hablamos de la mejor música, yo, probablemente, me iría a Bach, pero solo es un opinión, la mía, que no vale nada: no puedo demostrar que la mejor música es la que escucho yo. Podría ser Bach o Keith Jarrett Trío, pero para otros será otra. La mejor música es la que consigue lo que honestamente pretende... “ A este respecto, sin entrar en su complejidad, López Jaso apunta que “la mejor música es aquella que cuando escucho, me llena. Puede ser AC/DC o clásica, creo que todo eso es buena música porque te llega al alma o al corazón”. Y aunque ellos no lo digan, por humildad, sus temas consiguen lo que pretenden: emocionar, sentir...

Aporía fue grabado en solo dos días (27 y 28 de enero de 2018) en los estudios Mecca, en Oiartzun, con Mikel Eceiza a los mandos de la producción, mezcla y masterización. Además de Jaso y Escrich, el cuarteto base se completó con un elenco musical de auténtico lujo: Luis Giménez (guitarra eléctrica) y Dani Lizarraga (batería). Además, contaron con la colaboración de Alberto Arteta (saxo) y Gerardo Fitanovich (rapsoda).

“Sinceramente, creo que en el aspecto compositivo presentamos una evolución bastante grande con respecto a nuestro anterior disco, Pagoda (2014). Los nuevos temas cuentan con muchas partes escritas, en el sentido de que están pensados para una instrumentación concreta. Por ejemplo, en casi todas composiciones, Luis y yo hacemos contrapuntos en las melodías, porque están escritas, mientras que en Pagoda, yo hacía un tema y los demás me acompañaban”. “En este álbum -completa Marcelo- las melodías son más largas y elaboradas, están más presentes. Esto no quiere decir que no dejemos lugar a la improvisación”. Dicha elaboración no provoca que las canciones sean menos accesibles. “Generalmente, lo que a la gente le cuesta, lo que teme del jazz, es la improvisación, algo que este disco tiene en todos sus temas, pero realmente es un álbum de melodías, lo que lo hace más audible; por eso han sido deliberadamente escritas y elaboradas”, reitera Escrich.

En Aporía, cinco de los temas son de Marcelo y cuatro de Javier, pero eso no es óbice para que el resultado sea espectacularmente homogéneo, fruto del tiempo que llevan trabajando juntos. “El disco tiene una lógica de principio a fin -apunta Jaso-. Yo sé cómo compone Marcelo y por dónde va a ir, y él sabe como compongo yo. Mis temas son un poco más movidos, y él, que es más tranquilo, aporta precisamente eso, tranquilidad, dando el contrapunto perfecto”. “El disco tiene 9 temas -explica Marcelo- pero habíamos compuesto 30... luego pasamos por el proceso doloroso de desechar, en función, precisamente, de lograr esa unidad. Además hemos conseguido algo importante, y es que si yo escucho el álbum, ya casi no sé que ha compuesto cada uno”.

Lo duro llega ahora, con el disco ya en la calle, puesto que no hay presentación a la vista. “Creemos que tardará”, apuntan. Y eso es ejemplo de la cruda realidad que vive el jazz en Navarra. “Tenemos la esperanza de que en 2019 saldrán conciertos, y esperamos presentarlo en el JazzFermín”, apuntan entre los dos.

Contrahuellas. Marcelo: “Huellas y contrahuellas se confunden en las escaleras imposibles de Escher y en esta canción que abre el camino. Acordeón y guitarra contrapuntean la melodía hasta llegar a una zona a 13/8 (3-3-2 ampliado) sobre la cual solea la guitarra. Regresamos al ritmo original para el solo de acordeón. La melodía se presenta ahora en una nueva versión contrapuntística y se precipita sobre el final”.

Aporía. Javier: “Paradoja o dificultad lógica insuperable’ es la definición de Aporía? Pensamiento que sobrevuela en cualquier creador y con el cual me identifico plenamente. Este tema de ritmo funky evoluciona sobre dos melodías claramente diferenciadas y otra en modo de coda, donde acordeón y guitarra dialogan sin descanso”.

La Band y El Conjuro. Marcelo: “En La Banda se dice que nació la chacarera, El Conjuro es el barrio donde habito y donde compuse esta canción con reminiscencias de música popular argentina. La voz del contrabajo presenta la melodía. Luego acordeón, guitarra y el saxo de Alberto Arteta la repiten a tres voces y llegan los solos basados en unos acordes que gravitan sobre un pedal”.

Cantus. Javier: “De mis reminiscencias e influencias del folklore navarro y vasco nace este tema. Después de una introducción aparece el Cantus, a modo de estribillo, para introducirnos en modo Variete Francés en dos melodías con rítmicas 3-3-3-2 y 3, respectivamente, en donde soleamos guitarra, acordeón y contrabajo para volver al Cantus”.

Hugo vuelve a casa. Marcelo: “Este tema está dedicado a la memoria de quien fuera el poeta y trotamundos Hugo Guillermo Tabachnik. Melodías con aires tangueros que guitarra y acordeón tejen y destejen desembocando en una zona con más dramatismo, en la cual Gerardo Fitanovich lee un poema de quien fuera nuestro amigo Hugo, que da lugar a las improvisaciones”.

Nene. Javier: “Pensado como una continuación del Bebe, incluido en el anterior disco, Pagoda, este tema está dedicado a mi hijo y su concepción tiene una similitud entre el movimiento rítmico y el movimiento corporal de Javi. Una melodía a modo de nana suaviza el tema principal rítmico, y con una clave 3-2-2-2-2-3 antes de introducirnos en los solos”.

Aldrán. Marcelo: “Es una de las que llamo piezas del vino. Aldrán es, según el correspondiente mito, un vendedor de vino en la dehesa. El tema es a 5/4 pero me tomé el atrevimiento de escribir una intro y una outro más lentas, conducidas por la caja de la batería para escenificar la llegada y la partida del Aldrán”.

Donostia- Pamplona, Iruña-San Sebastián. Javier: “De tantos viajes de ida y vuelta entre Pamplona y San Sebastián nace este tema, concebido en uno de ellos. Después del primer corte a modo de introducción aparecen los temas principales en 11/8 y 3/4 para dar paso a los solos en 4/4, sobre la base armónica de los temas principales”.

Diálogos y Secuelas. Marcelo: “Este último corte trata de recrear un diálogo imaginario entre una pareja japonesa. En la zona que llamamos secuelas se desarrollan las improvisaciones. Colabora una vez más Alberto Arteta al saxo, siendo su solo el que cierra el disco”.