“Consumidores, por definición, somos todos. Son el grupo mayoritario de la economía, afectando y siendo afectados por la práctica totalidad de las decisiones económicas públicas y privadas. Dos tercios del gasto total en la economía provienen de los consumidores”. El presidente Kennedy lo tenía muy claro. Pronunció esta frase en 1962 frente al Congreso norteamericano y tenía razón. Las máximas como esta cobran peso histórico cuando 63 años después siguen teniendo relevancia y estando de actualidad. Podrían pronunciarse, salvando las distancias presidenciales, hoy mismo.

El poder que tenemos como consumidores era, es y seguirá siendo inconmensurable. Con nuestras decisiones de compra, o ausencia de ella, podemos tumbar productos, líneas de negocio, direcciones e incluso compañías enteras. Por el contrario, podemos aupar productos, líneas de negocio, direcciones e incluso compañías enteras. No descubriendo la pólvora con este pensamiento, sí que deberíamos hacer una reflexión al respecto. Todos y todas.

¿Sería una decisión racional aupar modelos que fueran contra nuestra propia forma de vivir? En sentido contrario, ¿estaríamos siendo inteligentes destruyendo modos económicos que nos beneficiasen como sociedad? La respuesta es clara, ¿no? Es por ello que no he podido resistirme a compartir esta reflexión en este nuevo fin de año.

Nos acercamos a fechas en las que todos compramos más: comidas, cenas, regalos, ocio… el gasto aumenta y es bueno que así sea. Ojo, siempre con cabeza. Y dentro de esta advertencia no podemos dejar de mencionar las consecuencias de nuestras compras.

Hace unos meses, una comerciante de Tafalla nos lo decía: a los navarros se nos está olvidando la palabra cumplir. Algo que tan presente tenían nuestros mayores y que no es sino la base de la vida en comunidad. Yo te ayudo y tú me ayudas. Porque cuando en el futuro nos necesitemos, queremos seguir estando disponibles. Así de simple. Si queremos que nuestros comercios y empresas sigan ayudándonos por ejemplo patrocinando clubes deportivos, fiestas de la juventud, fiestas patronales, conciertos, obras de teatro de nuestros colegios e ikastolas, cabalgatas de Olentzero y Reyes Magos… cuando vayamos a hacer las compras navideñas acordémonos de esto.

Cuando optamos por otro tipo de compra, acordémonos de quien paga sus impuestos aquí, de quién da trabajo aquí, de quién nos ayuda en las actividades que realizamos aquí, de quién ayuda a nuestros mayores a ser autónomos en el día a día, de quién abastece a nuestros pueblos, de quién ayuda a nuestros niños/as al encontrarse en un apuro.

Y ojo, no estoy diciendo que seamos más papistas que el Papa y optemos por el radicalismo comercial. Eso no funciona. Es más, las sociedades económicamente prósperas tienen un mix comercial potente: pequeños y grandes, locales e internacionales, físicos y digitales. Pero cuando la balanza se desequilibra, empieza el peligro. Unos ganan y otros pierden. Y si siempre ganan los mismos… mal asunto.

Siendo conscientes del poder que tenemos como consumidores, apostemos por Navarra. Por nuestros productores y nuestros comercios de proximidad, por quienes dan trabajo y pagan impuestos aquí. Cumplamos con quienes cumplen.

Hace unas semanas presentábamos el anteproyecto de nueva ley foral de comercio. Un nuevo texto normativo que fomenta y apuesta por el comercio de proximidad y el rural. Porque sabemos que es garantía de cohesión social y territorial. Pero podemos aprobar todos los textos del mundo, que, si como consumidores optamos por otras alternativas, no servirán de nada.

La escritora británica J.K. Rowling escribía en una de sus novelas: “Son nuestras decisiones las que muestran de verdad quienes somos. Y proseguía: Todos debemos enfrentar la decisión entre lo que es correcto y lo que es fácil”.

En este caso sabemos lo que es correcto, encima es fácil y nos beneficia como individuos y como sociedad. Apostemos por el comercio de proximidad estas Navidades, porque no hay nada más sostenible que comprar en nuestros pueblos y en nuestros barrios. Cumplamos con quienes cumplen y apostemos por Navarra.

El autor es director general de Comercio y Consumo del Gobierno de Navarra