en el familiar y diario plató de Tele 5 para Sálvame sólo falta mesa camilla, chocolatito de media tarde y agua azucarada para digerir los indigestos dramones que los gurús de la tarde hilvanan con cotidiana contumacia, desvelando los lujuriosos amores de Chabeli, las atormentadas vidas de su mamá adoptiva y la Supernani que ocupa lujosos apartahoteles, donde vive contando los abundantes billetes que Paolo Vasile le ha soltado por contar dimes y diretes de muñecos de pacotilla que asoman cada tarde en Sálvame limón, naranja y otras variedades frutales para endulzar la sobremesa de los televidentes en el tiempo de siesta. Evidente producto de una tele previsible. En Cuatro, siguen con abundantes menús de telerrealidad, con historias truculentas de amores, calentones y otras derivadas marca de la casa, que ha sabido sustituir a las históricas mamachichos, iconos de la tele de Carlotti, con Berlusconi al fondo, que a base de enseñar esculturales cuerpos fueron preparando la llegada de Gran Hermano y sucedáneos, hasta nuestros días, en los que vender el corazón y los sentimientos está en la base de la programación de esta cadena. Productos de una tele previsible.
En La 1 se mantiene en la pelea por la audiencia, por la pasta camuflada en patrocinios camuflados y en seriedad de cadena pública y por ello lo institucional cuenta y mucho a la hora de ofrecer el escaparate mediático. Pero sobre todo, la radiotelevisión pública del Estado batalla por recobrar la dignidad, la credibilidad y el favor de la audiencia en dura competencia con las otras cadenas, que facturan de lujo y se llevan la audiencia a borbotones. Ante la carcajada de la oposición, los de La 1 y La 2 defienden su dignidad profesional, quehacer creíble y calidad mediática. Productos de una tele previsible.