madrid - Hace un año la gala de los Goya se llenó de abanicos rojos para exigir una mayor presencia femenina en el cine español, pero de cara a esta 33ª edición que se celebrará el 2 de febrero en Sevilla no parece que haya habido grandes cambios: un 73,5% de los nominados son hombres frente al 26,5% de mujeres.

De un total de 121 finalistas -se incluyen todas las categorías del cine español, excepto las de interpretación, que se definen por el género- 89 son hombres y 32 mujeres, según el recuento efectuado por Efe. Este año no hay ninguna nominada al Goya a mejor dirección. Tampoco en música, dirección de fotografía y animación, mientras que en montaje, sonido y efectos especiales su aparición es marginal y solo en diseño de vestuario acaparan todas las candidaturas.

Los brotes verdes asoman en cambio en dirección novel, donde tres de las cuatro nominaciones corresponden a mujeres. Se trata de la bilbaína Arantxa Echevarría, por Carmen y Lola -que también compite por el Goya a mejor película-, la navarra Ana Jaurrieta, nominada por Ana de día, y la sevillana Celia Rico, por Viaje al cuarto de una madre. La cuarta candidatura es para los hermanos Esteban Alenda por Sin fin. “Es un dato para celebrar, pero también para preguntarnos por qué no ha ocurrido antes; talento femenino hay, pero no se ha confiado en nosotras”, señala Rico, que ha debutado con un delicado relato sobre las relaciones madre e hija, protagonizado por Lola Dueñas y Anna Castillo, ambas nominadas también por su trabajo. Aunque es una película modesta en cuanto a producción y que pone el ojo en lo cotidiano, Rico (Sevilla, 1982) retrata en toda su complejidad, con ternura y naturalidad, las tensiones que existen en esas relaciones.

Jaurrieta (Pamplona, 1986) tomó como punto de partida para Ana de día, une reflexión sobre la identidad, la presión que sienten muchas mujeres de su generación en cuanto a los roles a desempeñar en la vida. De ahí surgió esta historia sobre una joven (Ingrid García-Jonsson) que un buen día descubre que tiene una doble. “Conseguir hacer esta película ha sido un proceso tan largo y de tanto esfuerzo que no me doy cuenta de cómo he llegado hasta aquí”, dice Jaurrieta. “Las escuelas están llenas de chicas”, subraya, pero las cosas de palacio van despacio: “Poco a poco funcionará mejor y tendremos más espacio”. Jaurrieta y Rico forman parte de una nueva generación de cineastas a la que también pertenecen Carla Simón, Goya a mejor dirección novel del año pasado; Elena Trapé, Elena Martín, Neus Ballús y Meritxell Collell.

El caso de Echevarría es más llamativo. La primera mujer española en competir en la Quincena de Realizadores de Cannes ha debutado casi a los 50 años y lo ha hecho con una atrevida historia de amor entre dos adolescentes gitanas. “Empecé a trabajar en cine a los 18 y tengo 50, no es un dato baladí”, dice. En su opinión, la reforma de la ley de ayudas al cine para favorecer la presencia femenina en categorías como dirección, guión o fotografía está siendo de gran ayuda. “Nos han empezado a buscar, vivan las leyes que promueven la paridad”, exclama tras recordar el papel jugado por pioneras como Josefina Molina o Pilar Miró.