berlín - La Berlinale abrió ayer con la película The Kindness of Strangers, de la danesa Lone Scherfig, una dulzona visión de la huida de una madre de su esposo maltratador, en un festival ansioso de mostrar humanidad en tiempos oscuros.

Una mujer perdida en Nueva York con dos hijos, sin dinero y con un coche que perderá, acosada por el marido policía y rodeada de desconocidos que buscan perdonarse sus errores: esa es la situación de partida de Scherfig, la primera entre las 17 aspirantes al Oso en la competición del festival. “Es una mujer entre extraños llenos de generosidad, ansiosos de ver su propia luz al final de un día oscuro”, explicó la directora danesa, surgida de la escuela escandinava Dogma, ganadora del Oso de Plata en 2000 con Italian for Beginners y presente en otras dos ocasiones en competición en ese festival. El objetivo declarado de Scherfig es mostrar un happy end, como ella misma explicó ante los medios que siguen la Berlinale. “No siempre tiendo al final feliz, pero cuando me lo fijo no me aparto ya de él”, dijo, sobre una película de propósito “esperanzador”.

Su protagonista es Clara (Zoe Kazan), que no tiene un plan B cuando le falla la única puerta a la que llamar -el mugriento apartamento de un suegro bebedor- y que cuenta con la complicidad de sus hijos, tan decididos a no volver con el maltratador como ella. Entre los extraños de Nueva York hay otras mujeres víctimas de la violencia doméstica, acogidas donde pueden ayudarlas o escondidas entre mendigos. También hay un alma buena, la enfermera y cooperante en una docena de causas Alice (Andea Riseborough), un hombre que nunca maltrató a nadie (Tahar Rahim), un restaurante que se hace pasar por ruso e incluso un abogado.

El director de la Berlinale, Dieter Kosslick, había anunciado una selección de filmes abocada a la mujer para la que será su última edición del festival bajo su gestión -tras 18 años en el puesto-. Scherfig acudió con un tema poderoso, pero la obsesión por el positivismo respecto a una lacra social -la violencia doméstica- extendida en todos los estamentos del llamado primer mundo no encajó bien en el pase a la prensa, donde se escucharon algunas quejas, entre aplausos de cortesía. “El cine debe ser humano. Y, cuando lo es, es también político”, había afirmado la actriz francesa Juliette Binoche, en su presentación como presidenta del jurado internacional, para lamentar que el mundo “vive un momento muy egoísta”, en que “se cierran fronteras”, en lugar de abrir paso “a la humanidad”. - Efe