madrid - La Caja de las Letras del Instituto Cervantes se abrió ayer por primera vez al mundo editorial para destacar su papel en la cultura a través de Visor, Anagrama, Tusquets e Hiperión, que legaron objetos vinculados con su trabajo, desde un premio a un manuscrito de Benedetti.

Para el director del Cervantes, Luis García Montero, fue un acto “especialmente emotivo” porque reafirma la idea de que “la verdadera riqueza de un país es su cultura y el mayor compromiso con el futuro es destacar el vínculo con los mayores y recibir su legado”, además de expresar el “compromiso” de la institución con la industria editorial en español.

En cuatro cajas, que se abrirán en las fechas elegidas por los editores, se depositó “una herencia que tiene que ver con la sabiduría, la ética y el patrimonio humano”, legado de cuatro editoriales que “están en el tejido más sólido de nuestra herencia cultural”.

Jesús García Sánchez, de Visor, fue el primero en introducir en una de las casi 1.700 “cajas de las letras” de la imponente cámara de seguridad del Cervantes cuatro libros, “los más significativos” de los editados por este sello especializado en poesía, además de un bolígrafo, unas gafas o un manuscrito de Benedetti, entre otros elementos. Jorge Herralde, de Anagrama, optó por recordar un “pasado complicado al que sobrevivimos” legando un libro sobre los tupamaros que fue el primero que secuestraron a la editorial durante la dictadura franquista. Beatriz de Moura (Tusquets) dejó, entre otras cosas, muchos objetos “cargados de memoria”, una hucha llena de monedas o una pipa de Georges Simenon. Por último, Jesús Munárriz (Hiperión) fue el único que quiso mantener en secreto el contenido de su caja con el mandato de que se abra el 23 de julio de 2040. “Así mantenemos el suspense hasta entonces”, comentó. - Efe