Hace 50 años, el 26 de marzo de 1969, John Kennedy Toole decidió abandonar este perro mundo, el que no le permitió disfrutar en vida de la publicación de lo que incluso él mismo llegó a considerar como una obra maestra, la novela que tituló La conjura de los necios y llegaría a publicarse de manera póstuma gracias a los esfuerzos de su madre por dar salida al texto original. ¿Por qué? Su certera visión de la sociedad capitalista de aquellas décadas tiene mucho peso en dicha decisión y sus nefastas consecuencias; la publicación de la obra, sin embargo, terminaría otorgando a su autor el primer premio Pulitzer póstumo en 1980 y ayudaría a la edición, en 1989, de otra novela escrita por él: La biblia de neón.

En ese 1980, se conocerían otras novelas exitosas, como El clan del oso cavernario (Jean M. Auel), El quinto jinete (L. Collins, D. Lapierre), La clave está en Rebeca (Ken Follett) o El nombre de la rosa (Umberto Eco) y en 2015, Anagrama, el sello que acaba de cumplir 50 años y publicó en castellano La conjura de los necios, daría salida a Una mariposa en la máquina de escribir, biografía de J. K. Toole a cargo de Cory MacLauchlin. Gracias a su anciana madre y al especialista Walter Percy, podemos leer a este atormentado autor medio siglo después de su suicidio, a través de lo que todavía está considerado, este 2019, como el mayor éxito de la editorial barcelonesa, según su principal cabeza visible, Jorge Herralde.

Por su parte, el 4 de marzo de hace 15 años, nos dejaba otro autor decisivo, ésta vez Fernando Lázaro Carreter, lingüista de historial reconocido en la enseñanza y la divulgación de la lengua y la literatura, así como en la Real Academia de la Lengua, de la que fue director. Y, finalmente, a principios de este año, nos dejaba Andrés Sorel, comprometido escritor segoviano que publicaría en el sello navarro Txalaparta libros como Regreso a las armas o Guerrilla antifranquista y en Planeta, Antimemorias de un comunista incómodo, relato, éste, de hace tan solo un par de años.