no es fácil que cualquier día nos sorprendamos con las cifras del consumo de las retransmisiones del juicio en el Tribunal Supremo de los acusados e inculpados responsables políticos catalanes del procés. La justicia sigue su marcha monótona e implacable en pro de la sentencia que se dictará en los próximos meses por parte de los seis miembros y presidente del alto tribunal, del supremo tribunal de justicia. Las jornadas van pasando con más pena que gloria desde el punto de vista de la narración de lo que ocurrió hace tiempo y ahora es juzgado. La maquinaria implacable de la justicia ha permitido en esta ocasión, que las sesiones judiciales sean retransmitidas por un canal institucional del Supremo. Y la narración termina siendo atorrante, con cientos de repeticiones de frases de formulario, que el juez Marchena desgrana con graciosa habilidad, como alumno delante de tribunal examinador. No se sabe si el producto televisivo lo ven miles de aficionados a las aventuras de Perry Mason, o no las ve ni el Tato, que se dice en popular expresión, y sus señorías tiran con pólvora del rey y gastan la pasta en aventuras televisivas; para que luego digan los pérfidos europeos que aquí no se hacen las cosas como Dios manda. Faltaría más.

Jueces, letrados, fiscales, abogacía del estado y popular, junto a acusados, defensores y testigos, cada uno en su sitio y lugar, siguen con la mecánica establecida del proceso jurídico para desvelar verdad de los hechos y calificación penal, con la cárcel al fondo del pasillo. De vez en cuando, la vista se anima con tal o cualquier declaración, con tal o cual testimonio harto dudoso; todos tratan de dejar las cosas claras y en ese intento sobresalen las preguntas del trío de fiscales, encargados de inflar las responsabilidades y que a su vez las defensas tratan de desinflar. Tanta imagen prefijada, tanto movimiento repetido de cámaras, tanta mandanga redundante va alejando al espectador del canal 24 horas, esta vez garante de imparcialidad, transparencia y exquisito ejercicio del derecho a la defensa.