Bilbao - El fotógrafo Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955), ganador del Hasselblad -considerado el premio Nobel de la fotografía-, asegura que la fotografía ha evolucionado hasta el punto de alcanzar lo que denomina “postfotografía”.

Un fotógrafo en un festival literario...¿Qué relación hay entre las letras y la fotografía?

-Para mí la fotografía no es una seta solitaria, sino que es un ente expresivo que habita en espacios donde comparte intencionalidad con la arquitectura, el sonido... aunque es con el texto con el que ha avanzado a lo largo de la historia. Por un lado, a mí me interesa la capacidad de relato de la fotografía y esto intensifica, o le da unas alas más ambiciosas a esta capacidad narrativa; y por otro lado un análisis de la imagen fotografía desvela que en el fondo es texto. La fotografía tiene un tipo de textura intrínseca, las entrañas de la imagen es una manera de escribir; aunque no sean ni letras ni palabras. En el fondo desde una naturaleza semiótica no son tan dispares, se complementan muy bien.

Le gusta fotografiar la palabra según admitió en la inauguración de Gutun Zuria...

-Por diferentes circunstancias he descubierto que la palabra tiene unas características que la hace muy rica visualmente, eso me ha fascinado desde el punto de vista artístico. Por eso he llevado a cabo diversos trabajos relacionados con el libro y la palabra. Ahora he terminado uno que es una referencia a Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Es una instalación de libros quemados y de un vídeo de un bombero que está quemando libros; es una especie de parodia de lo que está ocurriendo en el argumento de la novela. Y por otro lado, un vídeo en el que aparecen unas secuencias de la película de Truffaut pero en este caso pasan al revés, caminan hacia atrás... es simbólico; parece que vayamos hacía atrás, una especie de metáfora del futuro apocalíptico.

Está directamente relacionado con la temática del festival que este año lleva el nombre ‘Si mi biblioteca ardiera esta noche’?.

-Sí, sí. Y, por ejemplo, también he hecho temas de escritura y otra parcela que me interesa son los códigos y lenguajes encriptados, por ejemplo el braille, que consiste en fotografiar la primera página de grandes obras de la literatura, la política, la religión? en su transcripción a dicho lenguaje. Y entonces planteo unas exposiciones donde todo estará en braille. Por lo tanto, el espectador que desconoce cómo se lee eso queda ciego. Es como una paradoja. Yo invito a que eso se visite a dúo, una persona invidente y una persona vidente que pueda interpretar imágenes, para que se crucen esas percepciones. Así, ver o no ver no es una facultad física, sino una dificultad, o la ignorancia de un código de acceso.

¿Cuál es el objetivo de la fotografía? ¿La considera una herramienta para reflejar la realidad?

-Para mí es un lenguaje, una cultura visual. Aunque es como si pretendiésemos responder a cuál es la finalidad del lenguaje. Hay una multiplicidad de funciones que se superponen y se enriquecen entre ellas, pero básicamente es una forma de sociabilidad. La utilizamos para conocernos, para intercambiar conocimiento sobre el mundo. Es una forma de comunicación humana y social.

En este caso habla de ficción.

-Tanto Cristina de Middel (con la que compartió mesa redonda en Gutun Zuria) como yo trabajamos decididamente desde la ficción para hablar de la realidad. Tradicionalmente la fotografía se presenta como un recurso documental, incluso con la autoridad de arrogarse la veracidad. Aquello que capta la cámara es la verdad. Yo sostengo que la verdad es una construcción, ningún artilugio nos la da. La verdad tiende a ser la suma de distintos puntos de vista, nadie tiene la verdad absoluta, eso sería el dogma. Por eso, para acercarnos está la ficción; no es lo contrario a la verdad sino los caminos metafóricos que nos permiten llegar a ese corazón de la realidad. Tengo una pieza que es una instalación que se llama factum/fictum; de hecho y ficción que son dos fragmentos de vídeo en dos pantallas confrontadas.

¿En qué consiste?

-Una de ellas nos muestra secuencias de Informe semanal donde se conmemoran los 50 años del rey Felipe. La casa real había suministrado imágenes familiares como si estuviera comiendo alrededor de la mesa... esta es una imagen pero al otro lado está la parodia de un programa de humor de Catalunya. La supuesta realidad es ficción, ya que la familia real no tiene cámaras mientras está comiendo. La realidad esconde la ficción. Sin embargo, en la parodia el diálogo no tiene que ver con cosas intrascendentes, hablan de cómo la monarquía es una relación directa del dictador, las amantes del rey emérito... lo que realmente hablarían. La ficción nos permite acercarnos, mientras que la realidad desvela la ficción. Por eso es mi bandera de cómo realidad y ficción se funden, por lo tanto si desaparece quedamos huérfanos del acceso a la realidad.

¿Cómo explica el término ‘postfotografía’?

-La fotografía nació en un momento histórico que determinó su naturaleza y su función. La fotografía debía dar respuesta a unas cuestiones, unos valores. Sin embargo, en el siglo XXI, ¿ese medio va a seguir satisfaciendo nuestras necesidades o hay que adaptarlo a un contexto histórico distinto? La fotografía no puede ser como hace dos siglos, ni tiene la función que tenía en la época de nuestros padres, ya que servía para retener determinados momentos. Hoy esas funciones de verdad y memoria ya no son una obsesión, sino una opción. Hay tal saturación de imágenes que nuestra relación con la fotografía ya no es un bien preciado, sino que es algo que emitimos sin pausa y que no tiene ningún coste. Hemos pasado de una fotografía que era escritura y memoria a una fotografía que es lenguaje. La diferencia es importante porque la relación con la fotografía ha cambiado. Si a eso le añadimos la proliferación de imágenes, su vertiginosa velocidad de propagación, su circulación en las redes sociales, Internet? tenemos todo un paisaje en lo que concierne a la comunicación visual completamente distinto. Por eso, yo a este nuevo estadio de comunicación visual le llamo postfotografia. No tanto porque esté después de la fotografía sino porque está detrás.

¿Qué importancia tiene la educación visual en este momento?

-Es vital y por desgracia está muy descuidada. En un mundo de imágenes saber leerlas y expresarnos con ellas es una gran urgencia. Pero seguimos enraizados en una cultura muy logocéntrica. No hay que descuidar el papel que están adquiriendo las imágenes.

En su caso, ¿cómo utiliza la fotografía? ¿Cómo definiría su linea de trabajo?

-Yo me considero un artista conceptual, pero así como el arte conceptual es muy aburrido y a veces solemne y pretencioso; a mí me gusta hacer proyectos que ponen en guardia al espectador sobre el carácter ficticio de la imagen y el potencial que conlleva de cara a generar opinión. Mi trabajo consiste en poner trampas al público, pero no con voluntad de engañarlo sino de producir una situación pedagógica en el que el público aprenderá a descubrir esas trampas. Así, vacuno en cierta manera al público, ya que son pequeñas ficciones que pueden crear unos anticuerpos en nuestras conciencias contra las grandes ficciones de la política, medios de comunicación, multinacionales?

A pesar de ser pequeñas ficciones, en ocasiones han calado como si fueran ciertas...

-Sí? Aunque yo siempre intento dar la clave para que se desenmascare, porque el fake como proyecto artístico no tiene sentido si no se descubre, sería puro engaño. Cuando es descubierto y cuando se entienden las razones de ese proceso en su metodología es cuando el fake adquiere una categoría de proyecto artístico de desmitificación de determinadas formas de imponer la verdad.