madrid - Mikel Erentxun (Caracas, 1965) cierra con El último vuelo del hombre bala (Warner Music, 2019) su trilogía del corazón, desarrollada junto al productor Paco Loco en busca de la esencia analógica de las canciones. Y por primera vez en su carrera, colgándose la guitarra eléctrica y dejando totalmente de lado la acústica que tantas alegrías le ha dado en los últimos 35 años.

“Hemos dejado fuera todo lo que sonaba a Bob Dylan”, asegura, explicando que su intención era acercarse más a los sonidos guitarreros de Lou Reed o David Bowie, el de finales de los setenta. Incluso acepta la referencia a The Clash y su rock de combate, también presente en estas nuevas trece canciones.

Cierra así Erentxun el camino emprendido con Corazones (2015), un álbum motivado por un problema cardíaco que le dejó como recuerdo un stent en el corazón.

La pureza del sonido analógico, en detrimento en este siglo XXI tan electrónico, se ha convertido en el estandarte para Erentxun. Una apuesta como de otra época, porque “ahora los chavales pueden hacer un disco en su habitación con el ordenador y compartirlo al mundo”.

Una de las temáticas más presentes en el disco es el paso del tiempo. “Siempre me ha dado miedo el paso del tiempo, lo llevo fatal. Si me paro a pensar me digo ‘ya tienes 54, has pasado la mitad por muy bien que te vaya’”, bromea, para luego reiterar: “El otro día me dijeron que eso se llama cronofobia. Pues sí, yo creo que tengo cronofobia”.

Erentxun estará presente en una decena de festivales con su gira. “Pasar de cero a diez me parece genial. Además, son festivales de esos de corte más indie”, subraya, encantado con las puertas que se le están abriendo con toda naturalidad en el presente. El último vuelo del hombre bala no ve línea en el horizonte. - E.P.