el diccionario de la RAE define argumentario como conjunto de argumentos para convencer, siendo argumento, razonamiento con que se arguye o responde. La moderna vida política se dirime básicamente en los medios y de manera creciente en las redes sociales, que dan pábulo a la verdad y a la mentira con manifiesta soltura y desparpajo. Los políticos entran cada mañana en el ring de la dialéctica, la polémica y la pelea verbal para mantener viva la notoriedad de la marca con el uso generoso del zasca; puñetazo dialéctico que te parió y dale al muñeco que es de plástico. Y así pasan los días, que se ven calentitos si hay campaña con elecciones a la vista; y los estados mayores de los partidos suministran diariamente cientos y cientos de argumentos para arrojar al contrario y vencerlo en callejera pelea por la condición sexual de un gerifalte, el quítame esas pajas por las declaraciones torpes de un contrario, o una fotografía poco decorosa de un candidato de partido enemigo. Los aplicados miembros de los partidos en liza salen cada mañana a coger el autobús con sus aplicados argumentos clasificados, ordenados y construidos para derribar la condición del oponente y así cumplir con las obligaciones de candidato; agarraditos al argumentario de cada padre y cada madre que velan por la integridad de sus niños camino de la vida. El argumentario es como el flotador salvador en agitadas y procelosas vidas siempre preparado para hacer flotar a quien bien lo sepa usar. Más o menos razonado en su planteamiento este instrumento de acción política y mediática crea polémicas, obscurece ocurrencias, hace brillar razonamientos de postín. Sin salirse del carril, respetando las indicaciones de uso todos tienen mecanismo preparado para salir del paso. Es un instrumento palabrero de respuesta para pillar liebre que salte en el panorama de actualidad. Argumentario indecente como el empleado por Vox contra Javier Maroto. Pura indecencia; y estos nos quieren gobernar. Estamos aviados.