pamplona - Si hay una expresión que pueda englobar todo lo que la Ciudadela recogió durante el día de ayer en sus murallas esa es la generación vermut. El Turmalina Fest celebró una primera edición, tras la suspensión el año pasado por el tiempo, que sobrepasó las expectativas de las más de mil personas que se acercaron para disfrutar de un festival por todo y, sobre todo, para todos, en el que la buena música, la gastronomía y el vino lograron hacer de la de ayer una fiesta que, sin duda, se debe repetir.

Las Melenas fueron las encargadas de poner las primeras notas de la jornada, que comenzó pasadas las 13.00 horas. Con una puesta en escena que desprendía energía, su música enmarcada entre el fuzzrock y el pop amenizó las primeras copas de vino de los asistentes, repartidos, como si de la Plaza de Toros en San Fermín se tratase, entre sol y sombra.

Los pintxos a cargo del equipo del restaurante Baserriberri tampoco dejaron de servirse y es que, como bien se ha mencionado, era la hora del vermut. Los más pequeños, que permanecieron en el recinto de principio a fin, pudieron disfrutar de una zona ambientada específicamente para ellos. Mientras, la mañana seguía su curso y los siguientes en subirse al escenario fueron Rubén Pozo y Liches, dos grandes artistas que han unido sus caminos y ahora se encuentran inmersos en su primera gira en común. Venían de haber tocado la noche anterior en Málaga, pero las horas de carretera no parecían haber hecho mella en ellos. Rockeros de la vieja escuela, gafas de sol incluidas aún en la sombra, mostraron sobre el escenario que es posible tener una coordinación perfecta incluso con falta de horas para dormir. Con un estilo más cercano al rock que al pop, deleitaron al público con temas del uno y de otro, siempre acompañados de sus guitarras, Lichis a la acústica y Rubén con su inseparable eléctrica, y, en ocasiones, con la armónica. Al finalizar este concierto, Rubén Pozo habló con DIARIO DE NOTICIAS para explicar que será en septiembre cuando el disco en común vea la luz y que, de momento, sus semanas pasan a caballo entre actuaciones y nuevas composiciones.

El público, que estaba bien esparcido entre todo el recinto, acomodado para esta ocasión, se trasladó al espacio del escenario mayor para disfrutar del concierto de Alice Wonder, quien afirmó estar “encantada” de participar en el Turmalina. A veces al teclado, otras a la guitarra y en alguna ocasión solo con el portento de su voz, la cantante demostró que se merece un hueco en la escena estatal.

La generación vermut, mientras tanto, disfrutaba de la oportunidad que el Turmalina le ofrecía. Y es que hoy en día es difícil toparse con un festival de esta categoría que se celebre durante el día y en el que todos, mayores, medianos y pequeños, tengan su espacio de ocio. Así se llegaba al concierto de Lemon y Tal. Sus canciones, de raíces folklóricas, animaron al público a levantarse y dar palmas y bailar con canciones de su primer disco y alguna que otra versión. “Nos hace mucha ilusión tocar nuestras canciones pero también otras que han marcado nuestro camino”, decía Beatriz Tubia, vocalista del conjunto.

Tomaron el relevo sobre el escenario Luis Brea y El Miedo. El sol se había ido ya, pero su buen hacer fue más que necesario para mantener el calor congregado en el recinto. Acudió a la Ciudadela la mitad de la banda pero lo cierto es que la ejecución sobre el escenario fue sobresaliente. Así, al menos, lo percibió el público que, enérgico hasta el final, no paró de corear las canciones de este grupo.

Entonces, un pequeño break musical dio paso a una de las cabezas del cartel de esta primera edición: Rozalén. La cantautora de Albacete fue, sin duda, la que más público congregó. “Quiero que este sea un concierto con mucha emoción y diversión y que todos vosotros os vayáis de aquí con muchas ganas de vivir”, dijo la artista justo antes de empezar. Y dicho y hecho. El público, con un ánimo incansable a pesar de llevar una larga jornada encima, no paró de bailar. Al cierre de esta edición, aún faltaban muchas canciones de Rozalén por disfrutar y el concierto de Depedro, que daría comienzo a partir de las 23.00 horas y con el que se cerraría una primera edición de un festival que tan solo acaba de despegar.