barcelona - El fotógrafo y publicista Leopoldo Pomés, Premio Nacional de Fotografía que acaba de publicar sus memorias en el libro No era pecado, confesó que “lo más importante en la vida, para mí, ha sido mirar”.

En una presentación multitudinaria en Il Giardinetto, uno de los “templos” de la Gauche Divine que tan bien retrató, Pomés confesó ayer martes que, “con el paso de los años, me gusta más mirar”, al tiempo que se detiene a observar cómo la luz ilumina la mitad de la nariz de una periodista o todo el rostro del compañero que tiene a su lado.

El título No era pecado hace alusión a su sentimiento “hedonista”: “Cuando iba a los Maristas todo era pecado y, de hecho, el confesor me dijo que no podía ir a comulgar, que tenía que hacer mucha penitencia, pero cuando leí la definición del diccionario de hedonismo me sentí salvado”. El fotógrafo ha desgranado algunos de los recuerdos recogidos en el libro, como cuando hizo descubrir a Gabriel García Márquez en su casa a Armando Manzanero.

Preguntado por cuál considera su mejor foto, responde pensativo que resulta difícil, pero finalmente se decanta por el retrato que hizo a Nuria Closas, hija del político y conseller de la Generalitat Rafael Closas: “Noté una emoción especial y más cuando la revelé”. Pomés no tiene nada en contra de la fotografía digital, pero “sin duda, se ha perdido el revelado y su magia”. Una magia que ya comenzó de muy joven, cuando con solo 11 años retrató a sus padres y ya improvisó cierto estilismo al colocar algunos sarmientos de la viña que dominaba en la escena. - Efe