pamplona - Puros latidos mexicanos marcan Al Chile, el último trabajo de Lila Downs. Porque en su último compacto, la cantante y compositora de Oaxaca no sólo hace un guiño a un alimento tan característico de su país como es el chile, sino que, además, también habla al chile. Y eso en el país azteca quiere decir que uno habla sin tapujos, directo y claro. Así, por ejemplo, las migraciones mexicanas y el muro de Trump son parte protagonista en la última colección de canciones de Lila Downs. De hecho, en sus conciertos proyecta un documental sobre los centros de detención estadounidense. Eso sí, no se olvida de festejar y vivir la vida, optimismo enérgico que da lugar a un cóctel que combina folclore mexicano, música popular, cumbia, boleros y, ahora en Al Chile, ciertos sonidos electrónicos.

En Al Chile, su último trabajo discográfico, ha contado con la producción de a Camilo Lara, uno de los productores mexicanos. Juntos han trabajado durante varios meses con más de 200 músicos. ¿Cómo afrontaron un reto con tal magnitud en cuanto a coordinación y logística?

-La verdad que fue bien divertido porque Camilo y yo nos conocemos desde hace más de veinte años y creo que a los dos nos gusta grabar a las bandas in situ, ir a las poblaciones, conocer la parte cultural de las personas... Eso me apasiona mucho, por supuesto, y creo que a él también. Fue bien lindo coincidir en ese aspecto. Además, él también tiene el talento de hacer la posproducción, por ejemplo creó el Instituto Mexicano de Sonido -proyecto en el que mezcla estilos mexicanos con electrónica- y fue muy divertido poder conocer a varios personajes del mundo sonidero: toda esta gente que es de los barrios de México y que ha hecho esta música hace mucho tiempo algunos, y otros más recientes y contemporáneos.

¿Hay sonidos, sensaciones que uno sólo encuentra cuando vuelve a ‘casa’ para trabajar y grabar con bandas oaxaqueñas y de niños zapotecos?

-Fíjate, por ejemplo, en la región en la que grabamos a los niños yo no había estado desde hacía más de veinte años... Y recuerdo que fue de los primeros foros donde sentí que de verdad apreciaban el canto que yo hacía y el arte que nosotros representamos, en parte, con la música de Oaxaca, pero también con unos inventos medio extraños (risas). Y entonces sentía que de verdad esa gente es muy receptiva a las cosas nuevas y por ello quería volver de nuevo. Además, quería ver también la fortaleza de la mujer zapoteca, que es impresionante... Por ejemplo, la madre de Frida Kahlo era de allí, y fue una alegría volver a la región y ver a todas esas mujeres que son amigas mías también desde hace muchos años.

Hablaba de cómo los oaxaqueños son receptivos a la novedad y precisamente su música trata de eso, de fusionar. Siempre con el poso folclórico como base, en Al chile se ha acercado en gran medida a sonidos electrónicos. ¿Es cuestión de cuidar y fortalecer las raíces también con una mirada puesta en el presente?

-Sí, en ese aspecto he aprendido mucho con Camilo Lara porque él ha trabajado con varios DJ que vienen de las ciudades. Además, también he estado investigando sobre la historia de los DJ y él, en realidad, depende de la comunidad en gran parte. Desde que se inventó la amplificación, allá en los 30, empezó a surgir una especie de movimiento comunitario en el que el DJ no es el quien decide qué música se va a tocar en una fiesta, sino que es el pueblo el que le manda unos mensajes en papelitos. Fue muy lindo conocer ese aspecto, ya que al final son unos personajes del barrio y eso lleva su carga cultural bien interesante.

En cuanto a carga cultural y viajando a su país, el chile es prácticamente un sello mexicano al que le ha hecho un hueco importante en su último disco, título incluido. Parafraseando su tema Son del chile frito, ¿“sin algo que pique no sabe la vida”?

-(Risas). Claro, es de verdad que el chile tiene tanto que ver con nuestro carácter mexicano... También reconozco que he estado leyendo sobre el chile y data desde 9.000 años antes de Cristo. Es una cosa extraordinaria, parece que el ser humano empieza una relación compleja con el chile desde ese momento y digamos que es como prehistórico (risas). Pero de verdad, creo que el chile denota mucho nuestra personalidad: es potente pero a la vez puede ser que no pique. Somos como me dicen en España con los pimientos del padrón (risas). Y es exactamente nuestro carácter y el del chile: nunca se sabe qué será, pero lo que sí se sabe es que le da mucho sabor a todo.

Sabor a un lado, el título del compacto alude también a la expresión mexicana “hablar al chile”, lo que aquí se traduciría como un “ir al grano”. Hoy día, ¿sobran tapujos y se echan en falta más voces que digan puramente verdades?

-Sí, es que a veces andamos con muchos rodeos sobre algún que otro tema y creo que es parte de mi personalidad decir las cosas claras, aunque después pueda que me arrepiente. Pero a veces se deben decir las cosas directas. Lo curioso es que la frase en sí, cuando la dice un hombre lleva una carga un poco machista... Pero tiene tanto que ver con los sentidos y esa parte me encanta. Me gusta que el lenguaje nos lleve a salivar, que haga que tú sientas algo.

Al chile es también un trabajo reivindicativo, con temas como Clandestino, en el que habla de los éxodos y de los migrantes que se enfrentan a la frontera de Estados Unidos y que han dejado imágenes como la premiada en los World Press Photo, en la que una niña migrante lloraba mientras detenían a su madre. ¿Vivimos en un mundo cada vez más deshumanizado?

-Sí, es increíble lo que pasa. Parece como si ya conociésemos la nota, pensamos que ya nos lo sabes y eso es terrible... Es terrible que olvidemos que se trata de una vida, porque entonces, ¿dónde está la humanidad dentro de nosotros? Me afectó mucho porque el pasado año me invitaron a hacer una serie de conciertos con Joan Baez y otros personajes de la música de los 70, como Jackson Browne. Hicimos una serie de actuaciones en beneficio de un fondo para los refugiados y ahí pudimos estar conociendo todos estos datos de cerca. Y en ese momento, hace ya más de seis meses, estaban aún muchos niños en los centros de detención. Ahora hace poco me acaban de comunicar que sigue existiendo esta situación, aunque no con tantos niños como había en ese momento ya que han soltado a muchos, pero sigue estando ahí esa situación.Y cuando una escucha a Donald Trump plantear el estado de excepción en la frontera para construir así el muro entre México y Estados Unidos, ¿a qué se aferra?

-Duele mucho. Eso sí, creo que ahora estoy en un lugar en el que hay que demostrar que también hay una gran cantidad de cariño en estos lugares. Creemos que la frontera es un lugar olvidado, pero para nada. Es un sitio lleno de vida, y de problemas por supuesto, pero es el hogar de mucha gente... Entonces debemos tratar de enfocarnos en eso y mostrar así también la armonía que hay en esos lugares. Además, hay cantidad de familias que están a los dos lados de la frontera, que están en constante movimiento... y eso va a ser imposible que cambie.

Un buen ejemplo en cuanto a derribar fronteras toma forma de canción en su último disco, con su dueto junto a Norah Jones en el cover Dear someone -tema original de Gillian Welch-.

-Sí. Norah Jones es una artista muy sensible a quien pude conocer gracias a que Camilo era conocido de su manager. Fuimos a Brooklyn a grabar y fue ella misma quien escogió el tema. Dear someone habla de la nostalgia de una persona que va a viajar y me parece que Norah es muy consciente de ello, aunque quizá no le gusta decirlo, porque ella es de otra manera... Pero fue un gusto y un honor muy grande poder compartir con ella una canción.Hablábamos de su país y en diciembre del pasado año López Obrador entró a la presidencia del Gobierno, ante el optimismo y esperanza de muchos mexicanos que veían en él un soplo de aire fresco para México. Ahora, meses después, ¿qué análisis hace de la situación, se iniciaron cambios?

-Creo que por una parte tenemos que tener cierta responsabilidad y también contar con más conocimiento sobre la ley y acerca de todos los cambios que se necesitan hacer. Y también, claro, presionar un poquito ya que si de verdad queremos mejorar nuestra sociedad, tiene que ver con todos nosotros. Es al mismo tiempo, aportar y exigir. Pero claro, siento que todavía es muy pronto para valorar, hay cuestiones como la corrupción, que existe en toda Latinoamérica y en todo el ser humano en realidad, que no se pueden cambiar en unos meses, en eso se tardará años. Pero sí era necesario exigir que hubiera buenos programas, que se consultase también para entender de qué manera mejorar...

De cara a la cita del sábado 29 de junio, regresa a Zentral, sala en la que tres años atrás presentó su anterior disco, Balas y chocolate. ¿Cómo será el reencuentro con el público pamplonés?

-Esperemos que nos encuentren renovados y más alegres (risas). Tenemos algunos nuevos integrantes en la banda, ya que siempre hay algún cambio, pero también hay Varios músicos que siguen con nosotros después de tanto tiempo. A Europa vamos a viajar con la banda con la que giramos en Estados Unidos, a veces invitamos a alguno de los músicos de México también... Pero lo que sí sabemos es que lo vamos a gozar en España, vamos a hacer estómago porque es una alegría poder tomar ese vino y esa comida.

Como cierre, un principio, el de su disco con la canción Marmotas: “Podría ser muy cruel si yo quisiera, podría ser ejemplo de maldad”. Y, sin embargo, elige “ser águila“ y volar. Pese a todo, pese a varias de las problemáticas que mandan hoy día, ¿hay optimismo?

-Claro, ¡sí! Es bueno ser críticos, pero también es importante saber celebrar la vida porque es un regalo muy grande.