E l cofundador del festival de Woodstock, Michael Lang, aseguró este miércoles que “nunca supo que estaba haciendo historia” aunque fue consciente de que vivió “algo especial” durante el verano de 1969, cuando medio millón de personas se congregaron en Nueva York bajo el lema “paz y música”. Hace 50 años, Lang fue el responsable, junto con tres amigos, Artie Kornfeld, John P. Roberts y Joel Rosenman, de organizar un evento que marcó una era y pasó a la historia como el culmen del movimiento hippie y la contracultura de la década de 1960.

“El festival nació con la paz como lema. Son tiempos críticos y aún seguimos comprometidos con asuntos sociales como el cambio climático y la necesidad de controlar el uso de armas”, recordó Lang durante la inauguración de una exposición en Los Ángeles (EEUU) que recoge las mejores instantáneas de tres días llenos de música, adrenalina y espíritu libre.

Junto al cofundador estuvieron el músico John Sebastian, quien subió varias veces al histórico escenario, y el fotógrafo oficial del evento, Henry Diltz, cuyas imágenes atesoran el recuerdo de un evento que 50 años después sigue despertando nostalgia y admiración a partes iguales. El trío recordó la espontaneidad con la que surgió su creación ante la mirada atenta de varios asistentes al festival de 1969 que acudieron a la inauguración de la muestra.

“Mi colaboración con Diltz comenzó porque alguien dijo que necesitaríamos un fotógrafo”, explicó Lang.

De esa idea surgieron algunas de las mejores fotografías de iconos de la segunda mitad del siglo XX como Janis Joplin, Jimi Hendrix, The Who o Joan Baez. Varias anécdotas relatadas por sus protagonistas demuestran la improvisación que reinaba en aquellos días y que hizo de Woodstock algo especial. “Queríamos que Hendrix tocara en el clímax, en la medianoche, aseveró Lang. Pero su representante se negó y dijo que tenía que cerrar. Así que acabó tocando a las 09.30 de la mañana ante unas 50.000 personas que resistieron, pero tocó de maravilla”.

El cofundador también recordó que la asistencia masiva del público, que dobló las expectativas, provocó que varias carreteras quedasen bloqueadas y se tuviera que trasladar a los artistas en helicópteros con pistas de aterrizaje improvisadas. Algunas de las fotografías de Diltz dejan constancia de esa improvisación, como la zona en la que los artistas se congregaban detrás del escenario. “No había vestuarios, ni camerinos, ni divisiones, solo mesas de madera”, ilustró el fotógrafo.

Preguntado por el éxito de la convocatoria a pesar de los contratiempos, Diltz responsabilizó a la calma de Lang y su capacidad para solucionar problemas. “Consiguió que su idea de un festival de música y paz fuera realidad. Resolvía todos los problemas y cuando las cosas se ponían raras, él guardaba la calma”, dijo ante la admiración de los asistentes.

A pesar del mito que encierra todo lo que rodea a Woodstock, el músico John Sebastian se atrevió a rebajar la leyenda: “Solo cuatro o cinco músicos tocaban realmente bien, el resto fuimos allí a disfrutar en compañía”, admitió frente a una fotografía que muestra al público entregado durante uno de los conciertos del festival. “De eso iba todo”, sostuvo.

Durante este mes el mundo del arte y de la música recuerda el evento de 1969, que cumple 50 años como una referencia cultural que ha inspirado a miles de festivales y celebraciones posteriores.

Este año, varios promotores tuvieron la intención de crear un nuevo Woodstock como homenaje al evento original en su mismo emplazamiento: los campos de Sullivan County en el estado de Nueva York. Pero en esta ocasión, la espontaneidad e improvisación no se tradujo en el éxito recordado por Lang, Diltz y Sebastian, pues se canceló a semanas de celebrarse por errores en la organización que obligaron a que músicos como Jay-Z se retiraran de un festival que ni siquiera tenía garantizada una sede fija. Por tanto, los nostálgicos de Woodstock deberán vivir la celebración del aniversario en su recuerdo.