pamplona - Generaciones, mitos y promesas es el lema del la sexta edición del Flamenco On Fire, además de contar con su propio ciclo. ¿Era el momento de poner en valor esa transmisión intergeneracional que siempre ha respirado el flamenco?

-La transmisión oral ha sido, por lo menos hasta ahora, el principal medio de aprendizaje y de enseñanza del flamenco de padres a hijos, en las casas... Casi todo el mundo al final termina siendo medio autodidacta. Queríamos ponerlo en valor y por eso decidimos que este año el festival tuviese ese hilo conductor.

El pasado año, el festival experimentó un salto en cuanto a asistencia, sumando 55.000 asistentes frente a los 20.000 de 2017. Considerado el 2018 como un punto de inflexión en la trayectoria del Flamenco On Fire, ¿qué objetivos se marcan con esta edición?

-El principal objetivo es seguir creciendo y sobre todo en la calle, porque es lo que ha terminado de marcar la diferencia en este festival con respecto a los demás. Al margen de que la calle es un foco y un punto de atracción turística muy importante, también ha contribuido a acercar el flamenco a un público que igual no se hubiese acercado a un espacio como un teatro o un auditorio por desconocimiento, ya que no te acercas a ver algo que desconoces... Pero el que tengas la posibilidad de verlo en la calle, ha hecho que mucha gente se pueda quedar al final con el flamenco, porque cuando ves el flamenco en directo es otra cosa, tiene una fuerza y una capacidad que igual no tienen otras músicas. Eso es por donde vamos a seguir creciendo: la calle es lo que queremos potenciar.

Buena cuenta de ello da la programación callejera de este año, ya que se ofrecerán un total de 56 actividades, la mayor parte de ellas de carácter gratuito.

-Claro, es que ahora mismo, salvo martes y miércoles en los que no hay Jam en el Bosquecillo, desde las 12.00 de la mañana hasta las 22.00 de la noche hay flamenco en la calle y son diez horas de flamenco gratuito.

¿Qué ha motivado el cambio de escenario de la Jam Flamenca, que este año se celebrará en El Bosquecillo y no en el Caballo Blanco, como en 2018?

-Principalmente por espacio, porque pensamos que el lado de calle del festival va a seguir creciendo. Por capacidad, el Caballo Blanco se podía quedar muy justo y El Bosquecillo tiene una capacidad de crecimiento mucho mayor. Estamos totalmente convencidos de que este año va a haber mucha más asistencia en la calle.

Además, desde la organización reivindican que este acercamiento del flamenco tanto a la calle como a nuevos públicos puede -o debería- repercutir a la larga a que la escena navarra crezca en cuanto a músicos y artistas.

-Exacto. De hecho, siempre nos gusta que en todas las ediciones haya alguien de Navarra y este año también tienen presencia: están Ángel Ocray, el tío Selín, habrá una Jam Flamenca navarra con flamencos navarros... Siempre es importante apoyar todo lo que se haga en la ciudad y en este caso trabajar con los músicos y con los flamencos, porque ayuda a que crezca esa afición y que cada vez haya más grupos y más gente que haga flamenco aquí.

El crecimiento de la programación del festival ha ido ligado en los dos últimos años al aumento del presupuesto del mismo y en la sexta edición se superarán los 600.000 euros -de los cuales, 90.000 son aportados patrocinadores privados-. ¿Poco a poco el festival va encontrando cierto equilibrio en ese aspecto?

-Es díficil. No ha crecido tanto en el apoyo privado y tampoco en el público. Estamos agradecidos a todo el apoyo que hemos tenido hasta ahora, pero es verdad que nos cuesta un esfuerzo grande porque una parte importante del presupuesto se va en actividades gratuitas y ahí no existe un retorno. No es como en el teatro, que hay un retorno de entradas, porque toda la actividad musical que hacemos en los Balcones y en El Bosquecillo no tienen ningún retorno... Entonces, si queremos que siga creciendo la calle y mantenerlo, necesitamos un poco más apoyo.

Respecto a las entradas y la venta anticipada de localidades, en 2018 se apostó por lanzar un abono general para el festival, que este año vuelve a estar disponible. ¿Qué tal ha funcionado?

-Ha funcionado, pero al final son muchos días y son muchos conciertos... Sí que hay gente que se compra el abono, pero no lo es tanta. Lo que sí va creciendo poco a poco es la venta anticipada de entradas y este año se nota. Tenemos ya varios espectáculos con todo vendido: Sara Baras, José Mercé y Tomatito, el Farru... Y también están muy muy cerca de agotar Ketama, Rancapino Chico, María Terremoto... Y llegará un momento en que se agoten todas las entradas seguro. Nos llevará un año o dos, pero llegará.

Y de cara próximos años, ¿en qué punto se encuentra aquella idea de llevar el Flamenco On Fire a otras ciudades?

-No está en mente. La historia es que crezca en Pamplona, que es donde nace el festival, y que se asiente aquí, esa es la principal idea.

De hecho, a nivel local y como pistoletazo de salida para esta edición, han organizado un homenaje a la campana Gabriela de la Catedral Santa María la Real por su 500º aniversario, en el que participarán Josemi y Juan Carmona, junto a David de Jacoba y Rancapino Chico.

-Sí, es importante involucrar siempre a la ciudad. Cuando nos enteramos de que la campana cumplía 500 años, quisimos hacerle un homenaje y creo que va a ser muy bonito. Por un lado va a tener una parte de la catedral con el coro -se interpretarán tres invocaciones del Ángelus, combinadas con la campana, en latín, en castellano y en euskera-, y luego se hará un martinete. El martinete en su origen nació en las fraguas, con el yunque, y aunque la campana no es lo mismo guarda ciertas similitudes... Pero sobre todo queríamos hacer un homenaje, porque ya que la ciudad se involucra con el festival, también el festival debe involucrarse con ella.

En cuanto a espectáculos, la cita inaugural con Sara Baras también incluirá ciertos guiños tanto al festival como a la capital navarra ya que presentará una versión especial de Sombras.

-Sí, cuando empezamos a hablar con Sara para que viniese, nos comentaron que Sombras era un espectáculo vivo. Lógicamente, guarda relación con el estreno que hizo aquí hace dos años, pero es un espectáculo que está en constante evolución. Creo que Sara es sin duda una de las grandes del flamenco y prueba de ello es que agota entradas siempre donde actúa.

Además, este año se hecho quizá especial hincapié en hacer hueco a propuestas más transgresoras como pueden ser los espectáculos de Israel Galván, de Rocío Molina o esa fusión de Rocío Márquez y Jorge Drexler. ¿Esa convivencia entre lo transgresor y tradición es ya parte de la filosofía del festival?

-Sí, esa tiene que ser una de sus señas. Por un lado, mantener esas raíces o esa parte pura que llaman algunos, aunque yo creo que el flamenco ha estado en constante evolución, ya que si miramos siglos atrás, las raíces del flamenco han sido también una fusión desde la música árabe y sefardí... Pero sí que mantenemos por un lado esa esencia con muchos artistas, pero sí que el festival debe estar también atento a todo lo que es esa vanguardia, la transgresión o la fusión del flamenco con otros estilos. Eso es una señal del festival: abarcar un poco todo lo que toca el flamenco.

Y fusión de flamenco era y es uno de los sellos de Ketama, que actuarán en Baluarte el día 21, como parada de su gira de regreso a los escenarios catorce años después.

-Exacto. Ketama nació a finales de los 80 y ya era por aquel momento un grupo que fusionaba el flamenco. Fue una banda muy relevante y que haya regresado y esté aquí en Pamplona para nosotros es importante.

Sabicas fue el punto de origen para dar forma al Flamenco On Fire y es parte del espíritu del festival, como artista homenajeado, pero ¿dónde ha quedado el concurso de guitarristas bajo su nombre?

-A veces lo seguimos comentando... Y creo que Sabicas debe tener poco a poco una presencia más grande en la cuidad. También hay otro proyecto que es el de conseguir que Sabicas termine teniendo, por lo menos, una estatua en la ciudad. El año que viene se cumplen 30 años de su muerte y le estamos dando vueltas para ver qué podemos hacer.