Vikar observa en la sala de montaje un fotograma de La pasión de Juana de Arco. Impreso en él, en vez de ver a Maria Falconetti, ve a Soledad, aquella con la que le fue infiel a Elizabeth Taylor. Ve aquello que quiere ver, nada más. Es algo que ocurre con los recuerdos: suelen resumirse en una sola imagen que, generalmente, modificamos inconscientemente para que nos resulte más favorable. Otras veces, simplemente, los detalles van desapareciendo por sí solos, emborronando la imagen. Así, puede que la memoría nos falle y pensemos que una vez estuvimos más cerca de un intérprete al que admiramos de lo que realmente estuvimos. Puede ser también, que de aquí a diez años pensemos en el día de ayer y recordemos cómo Donald Sutherland (en la foto) llegó a Donostia, saludó brevemente y como otras tantas estrellas desapareció de nuestra vista. Guarden este fotograma a buen recaudo para nunca olvidar que no fue así; piensen si habrá otra oportunidad para ver a un Premio Donostia jugando con su bastón y entrando al María Cristina del brazo de un can.