pamplona - Un asesino de familias inspirado en un caso real; una banda que secuestra niñas en medio de huracanes que obligan a los investigadores a “regresar al origen y a echar mano de su instinto”; un padre cobarde y una hija que no le perdona; un talento joven que se desarrolla al amparo de un mentor que sabe encontrar una aguja en un pajar... Son las coordenadas de La cara norte del corazón (Destino), la novela con la que Dolores Redondo recupera a su personaje icónico, al que traslada a Nueva Orleans, donde la magia y las leyendas tejen un vínculo con los mitos que perviven en Baztan.

Ya está inmersa en una nueva promoción. Es el momento de los viajes, las entrevistas, las presentaciones... Pero ya sabe de qué va, todo esto forma parte de su vida.

-Forma parte de mi segunda vida. Tengo dos. Una que es en casa escribiendo sin salir y otra en la que no paro en casa. Así compenso (ríe). Además, ya sabes que sigo viviendo en un pueblo y que me gusta mucho. Eso me permite estar tranquila, los vecinos de Cintruénigo, igual que los de Elizondo, son comedidos, cariñosos y me cuidan mucho.

Su vida ha cambiado mucho en pocos años, ¿lo tiene ya asumido?

-Cambió mucho más al principio. Con la publicación de los dos primeros libros en un año hubo que hacer muchos ajustes en casa con los horarios, con mis hijos y con mi marido para que pudiera hacer la promoción tan intensa que tenía que hacer y a la vez escribir. Cuando salió El guardián yo tenía casi terminada Legado, pero me quedaba Ofrenda a la tormenta. Aunque estaba muy perfilada, había que sacar tiempo para escribir en medio de una promo que fue mucho más potente que la del Premio Planeta (Todo esto te daré). Esta se limitó a España y Latinoamérica y con la Trilogía viajé también a Suecia, a Noruega, a Estados Unidos, a Australia... Y esto sí que exigió muchos cambios para que no se me descontrolaran las cosas. Pero ahora lo llevamos todos muy bien, ya son seis años desde la primera novela y hemos conseguido que no cambien las cosas importantes. Me tomo los vinos con los mismos que hace seis años (ríe).

Tiene unos cuantos viajes en los próximos meses, pero todo empieza en Elizondo, como siempre.

-Eso lo tengo clarísimo. El primer homenaje siempre tiene que ser a los vecinos de Elizondo y a la diosa Mari. Hoy (por ayer) ya he recibido mensajes de amigos de aquí diciéndome que hacía quince días que no llovía, hasta que he llegado yo (ríe).

¿Por qué ha querido volver a Amaia Salazar en este momento?

-Porque quedaban muchas cosas que explicar. Como su relación con Dupree; sus años de formación, su colaboración con el FBI... Muchos lectores han preguntado por estos aspectos y aquí los desarrollo. También había temas que personalmente quería resolver. Como la cuestión del padre, por ejemplo.

Qué dura es esa parte de la historia.

-Sí. En la Trilogía se responsabiliza a la madre como ejecutora, pero qué pasa con el padre. Tenía ganas de contar su historia, cómo reacciona, qué pasa. Esta novela sucede antes de la Trilogía, es el inicio de todo y los que vienen de haber leído las otras tres pueden explicarse algunas cosas a través de esta historia, y los que no las han leído pueden empezar por esta y continuar con las siguientes o no. Además, tenía que cumplir la promesa que les hice a los lectores cuando les dije que volvería con Amaia; aunque también les he comentado siempre que me reservaré parcelas para contar desde otras voces, lugares y perspectivas. Es algo que necesité hacer con Todo esto te daré y que volveré a hacer. Y creo que les gustará.

En La cara norte del corazón nos desvela cómo Amaia se acabó convirtiendo en una detectora del mal, qué la llevó por ese camino.

-La llevó por ese camino y ella lo gestionó bien. La novela comienza con la frase “Cuando Amaia Salazar tenía 12 años estuvo 16 horas perdida en el bosque”. Lo que ocurrió en ese bosque y el modo en que le marcó hizo que una niña que hasta ese momento había sido una víctima aun sin saberlo hiciera un click y tomara conciencia de lo que estaba pasando alrededor. Y no solo percibe quién es su madre, sino también sus hermanas, su padre, su tía. Ese día Amaia deja de ser niña, abandona la infancia y también esa necesidad de amor; renuncia a eso y empieza a perfilar la mujer que llegará a ser. Por suerte, desarrolla ese detector del mal y lo pone al servicio de otras víctimas.

Podía haber optado por un camino mucho más oscuro.

-Por supuesto. Podía haber acabado siendo alguien siniestro, porque a veces sucede que las personas que han sufrido daño acaban infligiéndolo a otros. O podía haberse convertido en una víctima doliente el resto de su vida, en alguien incapaz de amar.

El súper poder de Amaia es ese sexto sentido, ¿y el de Dolores Redondo?

-(Ríe) Yo soy como Batman, puede que entrene mucho, pero no tengo súper poderes. Es mi súper héroe favorito.

¿Poner todas estas oscuridades en un papel hace que se alejen incluso las propias?

-Por supuesto. Escribir me hace libre, yo soy todos los personajes de la novela y vivo todas las aventuras. Para bien y para mal. A veces sufro y escribo a lágrima viva; otras disfruto muchísimo. Hay veces que exorcizas tus propios fantasmas y eso es duro, y sé que el lector percibe que hay momentos en que hablas de ti, pero hay que dejar en la penumbra cuánto es de tu propia experiencia y cuánto no. Si el lector pudiera acceder a un desnudo total del alma del escritor, qué podrías contarle después.

En la Trilogía nos había dejado entrever al personaje del agente Aloisius Dupree y en esta ocasión lo despliega. Es un tipo afín a Amaia.

-Así es. Aunque han tenido infancias muy diferentes, se parecen mucho. Los dos son capaces de detectar y perseguir esa parte oscura desde pequeños, aunque en esta novela presento a una Amaia muy joven e impetuosa. Tiene 25 años y, fíjate, reconozco que se parece a mí cuando tenía esa edad. Es impulsiva, acelerada, le faltan tablas burocráticas, no tiene filtro, a veces se pasa de lista y otras de frenada. ¡Es que si no eres insolente a los 25, cuándo lo vas a ser! Ella es consciente de que sabe mucho, de que es buena, pero también de que a veces mete la pata estrepitosamente. Me gusta mucho esta Amaia.

Dupree percibe desde el principio que está ante alguien especial.

-Inmediatamente. Se da cuenta que su talento procede de algo muy profundo, que no es solo insolencia. Por eso la añade a su equipo y le va dando una de cal y otra de arena: en algunos momento la halaga y en otros la refrena. Él ya ha percibido la cara norte de Amaia, esa parte inaccesible y sabe que solo si ella se abre podrá subir por ella, si no se cerrará en banda y será imposible. Todos tenemos esa parte inaccesible del corazón por la que dejamos subir a muy poquitos escaladores, a veces a nadie. El que logra acceder por ahí llega a lo mítico, a lo extraordinario, a conocer de verdad al otro, que se queda muy vulnerable. Si alguien llega a ese punto sabe dónde te duele y puede hacerte más daño que nadie.

¿Esa cara norte está en todas sus historias?

-Sí, tanto en la Trilogía como en el Premio Planeta como en esta y en las que están sin publicar, en la que estoy escribiendo ahora... Todas intentan acceder a la cara más difícil del corazón de los personajes. Me gusta subir por ahí, aunque en ese lado siempre llueve, hay tormentas y es en el que te juegas más la vida.

En la novela se nota que se ha documentado mucho sobre los procedimientos del FBI, sobre el paso del Katrina por Nueva Orleans...

-Y estoy muy orgullosa. Mi editora norteamericana al principio receló porque normalmente nos les suele gustar cuando un autor europeo se mete en esos terrenos porque no resultan creíbles. Pero en este caso no fue así. En cuanto al Katrina, nos contó que sigue siendo material sensible porque el peligro de otro huracán está ahí, los diques están como están, la administración fue declarada responsable civil subsidiaria, se han pagado solo la mitad de las indemnizaciones... Y fue muy doloroso lo que sucedió. Los estadounidenses no se podían creer que eso estuviera sucediendo en su país. Yo he querido contar qué ocurrió en los días siguientes al paso del Katrina. Qué pasó en el Superdome, en el Charity Hospital... Cómo dejaron abandonados a los ciudadanos. En la novela pongo una pregunta que hizo una persona de allí en un documental: “¿Sería concebible que cuatro días después de caer las Torres Gemelas no hubiera llegado la ayuda?”. Es sobrecogedor poner de manifiesto que en el país más poderoso de la Tierra había ciudadanos de segunda a los que comenzaron a salvar solo porque el mundo entero estaba mirando.

El compositor está inspirado en John List, un asesino real que mató a su familia, ¿cómo llegó a este caso?

-Hace unos años vi un documental sobre el comportamiento de este tipo, que es muy llamativo porque no se parece a ningún otro asesino. Tanto es así, que he tenido la necesidad de contar que era real porque se escapa a todos los perfiles. Le detuvieron 18 años después de sus crímenes, no tenía afán de notoriedad, no quería hablar con los medios y ni se le pasó por la cabeza suicidarse. Él sentía que había cumplido su misión y no tenía el más mínimo remordimiento. Yo he ficcionado esos 18 años que el personaje estuvo escondido a plena vista. Lo capturaron gracias a que una vecina suya lo identificó en un programa de televisión, Los más buscados de América. Desde el primer momento me puso los pelos de vista y decidí guardarme en este caso.

El vínculo entre los mitos, las leyendas y la magia de Baztan y Nueva Orleans atraviesa la novela.

-Incluso los cementerios se parecen, ya que los cuerpos deben estar arriba para que no emerjan en catástrofes causadas por el agua. Y allí tienen esa herencia de los esclavos, que trajeron una cultura muy rica desde África y desde el Caribe. Religiones ancestrales en las que se entra en trance para comunicarse con los espíritus y con los muertos. Ahí está Inguma, claro. Existe una figura muy similar en el vudú de Nueva Orleans, donde también hay otros seres parecidos a los que tenemos aquí, lo que nos lleva a pensar que el miedo de la humanidad es común y que las personas han buscado nombrarlo y defenderse de él.

¿Habrá más Amaia? ¿Será la quinta novela?

-Habrá más Amaia. Prometido.

Pronto se estrenan las películas.

-Sí, sí, primero, el 5 de diciembre Legado en los huesos, y Ofrenda a la tormenta, el 3 de abril. Además, creo que en 2020 se rodará Todo esto te daré en Galicia. Estoy muy contenta y aprovecho para pedir director para La cara norte del corazón (ríe).

“En 2020 se rodará ‘Todo esto te daré’ y aprovecho para pedir director para ‘La cara norte del corazón”