pamplona - Después de ofrecer más de 60 conciertos en tres continentes, a Berri Txarrak le quedaba pendiente algo: despedirse en su casa. Anoche la banda ofreció su primer ikusi arte (ya nos veremos) en un abarrotado Navarra Arena, donde se congregaron 11.500 personas que se dejaron la voz en cada canción. Fue una cita histórica, con cierto sabor a melancolía, a la que acudió un público intergeneracional, fruto de esos 25 años de trayectoria que atesora la banda. La despedida continuará hoy en el pabellón navarro, donde los de Lekunberri ofrecerán a las 22.30 horas el que será su último concierto antes del parón indefinido.
Abrió la noche Nizuri Tazuneri, calentando un Arena a cuyo escenario, pasadas las 22.30 horas, saltó Berri Txarrak, respaldados por cinco pantallas y un gran equipo de luces. Pero antes de desatar su ciclón musical, Gorka Urbizu, David Gonzalez y Galder Izagirre se acercaron al borde del escenario para ofrecer un aplauso a sus asistentes. Era noche de emociones. Y de ahí, atacaron con Gelaneuria, detonante de una batalla musical y también emocional, sin apenas tregua -sello ya de los directos de la banda-, en la que continuaron con temas como Jaio.Musika.Hil, levantando los primeros puños al aire. Siguieron temas como Izena izana ezina, Spoiler y Payola en una noche en la que la emoción prácticamente ató a Gorka al silencio, que apenas pronunció un “eskerrik asko” y “gabon” durante las primeras canciones. El tsunami de rock continuó con Kanta goibelak y Zertarako amestu, que levantó las primeras linternas de móvil en una velada en la que, al cierre de esta edición, arreciaba la tormenta musical. Y emocional. Esta noche, segundo asalto. Y lágrimas, más.