pamplona - El último trabajo de Marea, El Azogue, ha sido un éxito rotundo y sin paliativos que vivió ayer en el Navarra Arena su antepenúltima noche de gloria (después quedarán solo dos fechas, Madrid y Bilbao). En su segunda visita a Pamplona, los de Berriozar volvieron a hacer gala de su amplio poder de convocatoria. Si en junio dejaron pequeña la Ciudadela, en esta ocasión congregaron a unos diez mil seguidores en un pabellón que por momentos pareció más una olla a presión que un recinto deportivo.

A las 19.30 se abrieron las puertas y las primeras personas, que llevaban esperando fuera desde la mañana, entraron a la carrera para que no se les escapase la codiciada primera fila. Algunos venían de otras comunidades y habían disfrutado de varios conciertos de esta gira. Quizás por eso conocían tan bien el cancionero de El Desván, que salió con algo de retraso. Con los primeros acordes, la breve espera quedó recompensada. La pista se fue llenando progresivamente y el público se contagió de la pasión y la garra que desprenden temas como Cerca del cielo o Es verdad. Llegó después el turno de Vuelo 505, un grupo que ya es casi como de la familia porque ya han sido muchas las veces que les hemos visto actuando en Pamplona, y todas han sido excelentes. La de ayer no fue una excepción y los riojanos pusieron a bailar el Arena al ritmo de Estamos muy bien o Me asustan las despedidas, que fue recibida con aplausos.

Cuando salió Bocanada el pabellón estaba ya bastante lleno, y Martín y compañía se conjuraron para arrasarlo. Como los ratones o La madriguera sonaron brutales, y su ya conocida puesta en escena hizo el resto.

Faltando pocos minutos para las once de la noche, los Marea salieron a escena para arrancar con En las encías. Su público, rendido de antemano, vibró de lo lindo con temas como El temblor, Mierda y cuchara o Muchas lanzas. A cierre de edición, todavía quedaban muchas canciones por disfrutar.